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Especial

Con Scola se va mucho más que un jugador de básquet

21:45 03/08/2021 | El retiro de la selección del capitán argentino es el fin de una era única, que ahora necesitará de otros liderazgos.

Scola marcó a la selección por muchas cosas, no solo por su juego (Foto FIBA)

El hecho de que la carrera de los deportistas profesionales se haya extendido tanto en los últimos años, ha generado un montón de efectos positivos y otros que no entrarían en el calificativo de negativos, pero sí de emocionalmente complejos. Porque hacen que una situación como la del retiro de una figura importante se extienda muchos años, sin saber nadie en forma concreta cuándo ocurrirá. 

En el caso de Luis Scola, como pasó antes con Manu Ginóbili y un poco menos con Chapu Nocioni, indudablemente los tres grandes íconos de la Generación Dorada, sus seguidores hace una década que empezaron a sufrir de nostalgia anticipada por los tiempos que vendrían, vaya uno a saber cuándo. Londres 2012 iba a ser una especia de despedida general, se pateó para Río 2016, tremenda al irse allí dos de los tres referentes, y se cerró hoy, 9 años después de aquellos hermosos Juegos, con el último partido de Luis. 

Todos sabíamos que la de Scola iba a ser particular. Porque Luis, además de pasar a ser desde el 2007 la cara de la GD por su sarmientismo único en el mundo con la casaca nacional, escalón a escalón se convirtió en el líder de un movimiento. Casi como si habláramos de los grandes guerreros de la historia antigua. 

Scola no solo se metió abajo de la piel la idea de hacer las cosas de una manera diferente, porque eso estaba en el IQ de casi todos los dorados originales, sino que se propuso de alguna manera ser una especie de pastor de un método que fuera tomado casi como ley por los jóvenes, los nuevos y por cualquiera que quisiera ser parte de esa tribu llamada selección argentina. Incluidos los entrenadores. Pocas veces visto en el mundo. 

Luis fue el impulsor mayor y el autoencargado de velar por el cumplimiento de un formato súper profesional de preparación, al nivel de los más avanzados del mundo. Una selección como la de básquet, pequeña en tamaño organizativo, permitió que eso pudiera sostenerse desde el implacable control sin descanso de Luis, que no aceptó nunca otra cosa que no fuera lo que debía ser. 

A la larga, fue eso incluso más importante que lo que hizo como jugador, porque su talento dentro de la cancha para ser uno de los mejores jugadores del mundo de todos los tiempos era lo que él tenía desde la cuna, en su ADN. Uno podría pensar que es absurdo, que lo más difícil de reemplazar de Scola es su juego, su talento, pero creemos que no. Que lo más difícil será lo otro, porque ese liderazgo tan particular que ejerció, de alguna manera fue lo que puso la semilla para lo que venga. Si el futuro no es negro, mucho tiene que ver la forma de hacer las cosas que tuvo la GD, con Scola como cara visible y comprometida. 

Lamentablemente, en la Argentina, y en casi toda Latinoamérica, la gestión (política, deportiva o de cualquier índole), está lejos de ser la ideal, sobre todo porque el sistema en el que se encuentra expulsa a los que buscan la excelencia. O a sus leyendas. En un país de avanzada, Scola sería desde mañana una pieza fundamental en el armado del futuro cercano. Sobran ejemplos en el mundo: Sabonis en Lituania, Yao Ming en China, Garbajosa en España, Bodiroga en Serbia, etc.

En Argentina es más difícil. Más en este momento donde, desde hace dos años, la relación de Luis con la CAB entró en un punto muerto, a partir de la mala relación con su presidente Fabián Borro. Salvo por Pepe Sánchez, Argentina no ha sido capaz de sumar de alguna manera a su estructura a los que fueron parte del período más exitoso de la historia del deporte argentino, no solo del básquetbol. No es una cuestión tampoco de un solo lado. Los jugadores también tienen que adaptarse a su nuevo status en un país que no se rige con los mismos métodos que el primer mundo. En el 2014, Scola lideró una movida que barrió con un modelo corrupto en la CAB, pero la estructura de la organización madre siguió siendo la misma. Los cambios profundos no son simples. Así como en su momento se fue ejemplo del deporte con la GD, ¡qué enorme gesto de grandeza de la CAB sería solucionar ese cortocircuito como sea! Salvo que no le interese. Un error. 

Creer que desde mañana todo será más o menos igual nos parecería un error. ¿Está Argentina preparada para este nuevo camino que empieza sin Scola? ¿Los logros de estos 20 años nos han convertido en una potencia para siempre? Hay algo insoslayable. Con altos y bajos, en lo deportivo, sería extraño que Argentina vuelva a los años previos a la GD, cuando no se podía competir. La mezcla de Liga Nacional más exportación a Europa/NBA es una fórmula que debería seguir dando buenos resultados. Algunas veces mejors, otras veces peores. Nadie está exento. 

Los chicos que liderarán de ahora en más al equipo (Campazzo y Lapro, en principio, por carácter), tendrán una enorme responsabilidad, ya sin la voz del capitán en la oreja permanentemente. Lo que no puede ocurrir es que se deje que el camino se haga solo. Porque con Scola también es muy probable que se vaya Sergio Hernández. Con lo cual, las decisiones que se tomen definirán lo que ocurra con la selección argentina de aquí en más. No se puede errar. 

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

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