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Después del decepcionante debut ante Francia, que terminó con su primera derrota en Juegos Olímpicos desde la semi del 2004, Estados Unidos tenía una misión doble: ganar y recuperar su autoestima, que en el caso de Irán, tenía una sola opción. Aplastarlo. Y esta vez, favorecido por la debilidad de su rival, no tuvo problemas para lograrlo, ganando 120-66 con una soberbia producción de Damian Lillard, autor de 21 puntos y 7/13 triples. 

Tras cinco minutos parejos, Estados Unidos encontró lo que le faltó visiblemente ante Francia: el tiro de tres puntos. Y no fue solamente una cuestión de meterlos, sino de tomar la decisión de tirarlos, sobre todo por parte de sus mejores lanzadores. Ante Francia había extrañado que Damian Lillard no tomara algunos lanzamientos con espacio, más allá del fracaso general de varios de sus compañeros, también buenos lanzadores. 

Aquí todo fue distinto. Evidentemente, la tensión que le provocó Irán no tuvo ni por asomo el peso de la francesa, y tampoco la defensa. La cuestión es que Lillard clavó 3 rapidito (6 en la primera mitad), Durant otro par, y en un abrir y cerrar de ojos, los norteamericanos sacaron 16 en el primer cuarto y 30 en el segundo (60-30), liquidando bien tempranito el pleito. 

De más está decir que la segunda parte fue un trámite, que le sirvió a Estados Unidos para seguir retomando confianza en su juego, y prepararse para el juego contra los checos. Si no ocurriera nada extraño, y se dieran los resultados lógicos (Francia venciendo a Checa y a Irán), Estados Unidos no solo debería terminar segundo, sino como el mejor segundo, lo que lo pondría en el bombo de cabezas de serie para el sorteo de los cuartos de final. El juego terminó 120-66, con 21 puntos de Lillard, que solo anotó de 3 puntos, lanzando 7/13. 

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