Tokio 2020

El análisis de Vadell: la idea de siempre, pero con baja eficacia

21:01 04/08/2021 | El coach cierra su tarea en los Juegos Olímpicos para Básquet Plus haciendo su propio balance del rendimiento argentino.

Scola yendo al vestuario con la pelota y la red; comienza una nueva historia (Foto FIBA)
Nunca se le pega a nadie que está en el piso. Regla número uno, base del espíritu espíritu deportivo y de la vida.  El lema oficial de los Juegos Olímpicos y del Movimiento Olímpico es "Citius, Altius, Fortius” significa "más rápido, más alto, más fuerte".

Quedamos eliminados justamente de los juegos Olímpicos contra un gran equipo, Australia, que fue más rápido, más alto y más fuerte, y que nos desnudó emocionalmente y en nuestro juego.

Había dolor por jugar tan mal ese último cuarto. El equipo se derrumbó cuando supo que no podría. Las miradas vacías, algunas lágrimas mezcladas, un poco de derrota, un poco de emoción por el gran capitán que se iba. La humildad y sabiduría de Sergio Hernández para siempre ponerse en el lugar correcto, conteniendo emociones y canalizando actitudes de su equipo.

Jugamos el mejor y el peor cuarto del torneo en el mismo partido. Extremos, inestabilidad, fórmulas que nos acompañaron los 4 partidos. Nunca logramos imponernos, siempre nos mostramos vulnerables, sobre todo cuando se propuso un juego agresivo de alta velocidad de ejecución y presión alta defensiva, algo muy dinámico que toma riesgos.

Este sistema de alta velocidad, presión defensiva y vértigo en la toma de decisiones temprana es difícil que sea exitoso mucho tiempo si los ejecutantes no están en su mejor momento constante, como en China, donde la eficiencia se naturalizó y a su vez eso retroalimentó y frustró al rival. Pero si lo hacés intermitente, con bajones, con jugadores que no ponen excusas pero todos sabemos que las tienen para no estar plenos, termina siendo una víbora que aprieta el puñal y termina muriendo fiel a su esencia.

Con el sello del entrenador que todos admiramos y tantos éxitos tuvo proponiendo justamente este tipo de desafíos a sus equipos, conocido por ser muy perceptivo, infiero que profundizó el modelo y la idea sabiendo que no estando en plenitud cambiar a algo más pensado y lento seria peor.

Podemos analizar un puesto, el séptimo. Es bueno para mantenerse en posiciones altas en el ranking, pero el puesto no es juego ni rendimiento. Las propuestas argentinas no variaron, la ejecución y su resultado sí.

La estrategia colectiva ofensiva y defensiva de nuestro equipo fue muy similar a la de China, siempre con pequeños ajustes dependiendo el rival. La toma de riesgos en defensa con la presión alta, los cambios defensivos programados, los atrapes en poste bajo y rotación, eran ya vistos. La defensa del bloqueo al balón empujando al bloqueador, push, para proteger a Scola si era atacado tempranamente fue más utilizada. Incluso Delía lo hacía en los inicios, para que cambiar fuera en los finales de posesión.

En ataque jugamos nuestros sistemas de siempre, con retoques y algo nuevo para aprovechar a Laprovittola y su capacidad de desequilibrio en el pick and roll y en el uno contra uno. Le sacó el monopolio del balón a Campazzo.  El poste bajo y la manera en cómo llegábamos ahí era ya conocida. Después de cambio provocado, intencional o no, o de bloqueos de pequeños a grandes, nuestros ejecutantes esta vez recontra estudiados por el rival no estaban en su mejor momento.

La creación de los tiros a través de la peligrosidad de nuestros porta balones fue buena, no muy buena y fue muy baja la eficiencia, incluso en los buenos tiradores. Solo Scola, que estuvo muy bien, y Brussino, de buen porcentaje pero fallando de lugares cómodos, pero lo veo como víctima de la creación de otros. Y Garino, Vildoza, Deck, discontinuos nos limitó en el rubro triples, un arma que en China disfrutamos.

 

Las lágrimas de todos lavan la derrota, limpian todo para empezar otra vez, con este equipo joven, de excelentes jugadores, que tal vez deban retroceder unos pasos en el protagonismo de los últimos 20 años, más que nada porque sufriremos ausencias en las convocatorias y nos será difícil evaluar el potencial verdadero.
 

Comienza el Año I post Scola, la leyenda que nos emocionó ayer con el espontáneo homenaje de todos los presentes en el estadio antes que terminara el partido. La foto del capitán con la 4, la pelota bajo el brazo, de espaldas, yendo a los vestuarios nos dice que, sin miedos, sigamos sin él.

Estos deportistas, estos jugadores profesionales de básquet, estas personas, salen de los clubes. Scola jugaba en un club de barrio, de niño encontró ahí un camino que ni siquiera sabía hacia dónde lo llevaría, pero aprendió y el mismo lo asfaltó hasta lo más alto del básquet argentino y mundial. Desde un club chico, de barrio, la segunda escuela, o la primera, estos tipos salen de ahí. Apoyen, participen, sostengan, laburen para formar muchas personas más así para el bien del basquet, para el bien de la comunidad.

Luis es una manera de hacer las cosas. Si querés ser jugador de básquet en Argentina tenés que hacer todos los días lo que hacía Scola. Escuche que una vez dijo que nunca jugaría como LeBron James, pero lo que sí podía hacer es entrenarse, comer y dormir como LeBron James, todos los días. Ese es el camino a tu mejor versión, una actitud para afrontar esta actividad o la vida, que pronto se llamara la mentalidad Scola, nuestra versión nacional y propia de la mamba mentality de Koby Bryant. Gracias capitán, buena vida…

 

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