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Con las apariciones, hace unos años ya, de los Facundo Campazzo, Nicolás Laprovíttola, Luca Vildoza, Gabriel Deck, los argentinos casi que “olvidamos" de lamentarnos tanto por los retiros de Manu Ginóbili o Chapu Nocioni, aunque serán imposibles de igualar por toda la historia. Pero con lo que siempre costó conseguir pivotes y ante la ausencia de Luis Scola, intentamos conseguir rápidamente algún jugador para cubrir ese puesto.

En el camino pasaron muchos nombres: Roberto Acuña, Marcos Delía, Taya Gallizzi, Agustín Cáffaro, más atrás Matías Bortolín, entre algunos de los nombres más recordados. La ausencia de un referente en esa zona nos llevó a tratar de darle ese mote a alguien y ahí entraron en la cancha varios jóvenes con una proyección importante, pero aún con muchísimo por hacer en sus carreras.

La famosa camada 2000, de la cual proviene Leandro Bolmaro, tenía un nombre importante en el juego interno como Francisco Cáffaro, el hermano del medio de Agustín. Potente, aguerrido, ágil, el oriundo de Piamonte, en el oeste santafesino, se desarrolló en la NCAA y su trabajo en las formativas fue destacado e importante. Pero en los últimos años de su etapa y su desarrollo, se lesionó y su evolución se estancó.

Antes de que comience su carrera en la selección Mayor, los argentinos ya le pusimos el mote del pivote del futuro y con las altas expectativas depositadas en él, nos desilusionamos con un joven chico que estaba dando sus primeros pasos y todavía no era Luis Scola, Fabricio Oberto y Chapu Nocioni, todos juntos en un mismo cuerpo.

Pablo Prigioni hizo un recambio generacional importante en el juego interno argentino, tal como lo mencionamos en una nota de hace unos días. No citó a ninguno de los que venían formando parte del seleccionado nacional y convocó a un grupo de pibes jóvenes, todos menores a los 23 años y con escaso rodaje en Argentina pero ya dando sus primeros pasos en el profesionalismo.

En ese grupo de jóvenes, en el cual aparte de Cáffaro están Juan Fernández, Gonzalo Bressán y Tomás Chapero, Fran se fue ganando su lugar. Las sociedades que pudo forjar, principalmente con Facundo Campazzo con un gran juego de pick and roll, lo fueron metiendo cada vez más dentro del equipo. 

Si bien tuvo su estreno en los Juegos Olímpicos Tokio 2020, su participación fue poca (20 minutos en todo el torneo), pudo sumar algo más de participación en los tres encuentros que tuvo durante las Ventanas FIBA 2023 pero este miércoles en Santiago del Estero fue una prueba de fuego.

Prigioni lo eligió como titular y tuvo una tarea durísima: marcar, ni más ni menos, que a Deandre Ayton. El pivote bahameño fue elegido en el pick 1 del draft de 2018 en la NBA por Phoenix Suns y es uno de los internos dominantes en la mejor liga del mundo, integrando uno de los planteles que son firmes candidatos a pelear por el anillo del campeonato en la próxima temporada.

Pese a que Ayton terminó con 22 puntos y tomó 15 rebotes, Cáffaro le hizo frente al gigante bahameño. Lo bancó, lo defendió, le punteó casi todos los lanzamientos, se fajó duro y parejo con Ayton, corrió el contraataque, hizo algunas volcadas, un alley oop tremendo con Campazzo. Al principio le costó, respetó mucho a sus rivales pero cuando pudo superar ese momento, se hizo grande y fuerte, entendió su rol a la perfección y se ganó la confianza del cuerpo técnico que le dio muchos minutos: 23, siendo el cuarto jugador que más tiempo estuvo en cancha por los argentinos.

Para cerrar una gran noche y mostrando la importancia que tuvo el partido para él y cómo lo vivió, le robó una falta a Ayton en ataque y tuvo el tupé de festejárselo en la cara, demostrando que quiere ganarse ese lugar en el equipo y empezar a escribir su historia grande con la celeste y blanca.