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Entrar a la NBA significa, además de meterse en un selecto grupo de 450 jugadores, ingresar paralelamente a otras actividades relacionadas a la competencia, como podría ser las figuritas o ese tipo de face comercial que está tan bien explotado por la Liga. 

En ese rubro, indudablemente el sector que tiene más impacto es el de los videojuegos, y allí el NBA 2K21 es el rey, habiéndose desarrollado en los últimos años de una manera increíble, consiguiendo una cuota de verosimilitud que, en algunos casos, en tomas lejanas, es difícil darse cuenta si lo que uno está viendo no es real. 

En este caso, a Campazzo lo agregaron el día anterior a su debut a lo que es el simulador, con buenas características colocadas en lo que refiere a su juego (no tanto a sus estadísticas), pero en lo que no le pegaron ni un poco fue en la cara. 

Si bien es probable que la corrijan, la verdad es que si no se ve la camiseta 7 de Denver en su pecho, es imposible descifrar que se trata de Campazzo. Mirándolo con detalle, es una mezcla de Zach Lavine con Jason Kidd joven, aunque en realidad no se parece a nadie, menos que menos a Campazzo. 

Ahora, el cordobés está haciendo buena letra para ganarse sus minutos en el equipo de Michael Malone, pero en cuanto tenga un hueco, que le mande una copia a sus asesores legales, por lo menos para que lo hagan más fachero.