Gaby Díaz: “Fue una frustración no haber podido jugar en Europa”
09:53 29/09/2022 | Fue uno de los grandes baluartes que tuvo la Liga Nacional, jugó casi tres décadas en distintas categorías del básquet argentino. Hablamos con él y repasamos su carrera.
Gabriel Díaz es uno de esos tipos que todos quieren. Buena persona, respetuoso, profesional, siempre a disposición y con mucha simpleza para hablar. En su época de jugador, sus compañeros y los hinchas del club que jugaba lo amaban, los rivales lo odiaban dentro de la cancha, pero afuera todos lo querían. Dejó una gran imagen dentro del básquet argentino y formó parte de una época de gloria para el deporte nacional con la gran explosión de la Liga Nacional y el nacimiento de la Generación Dorada.
Gaby proviene de una familia muy ligada al básquet, su fallecido padre el “Tompy” fue una vieja gloria tucumana y su tía fue integrante del seleccionado argentino de mujeres. Gaby nació y creció con el básquet en sus venas y, tras varios años, pudo continuar ese legado con sus hijos.
Ahora, radicado en Gualeguaychú tras varios años de jugar en Central Entrerriano, club en el cual finalizó su carrera como profesional, trabaja como entrenador. En el impasse entre sus prácticas con las formativas y su función de asistente del equipo de Primera, hablamos con Gaby para hacer un repaso de su gran carrera.
- ¿Qué repaso haces de tu carrera?
- La verdad que ahora, tras varios años de estar retirado, miro para atrás y veo una historia increíble. Siempre muy respetuoso de lo que vivía como jugador, sabía que era un privilegiado. Fue una aventura difícil de explicar porque fueron varias cosas lindas, y va más allá de los logros deportivos, porque me dediqué a lo que amo, pude vivir de eso. Hoy trato de explicarle a los chicos las cosas que sentía y no me sale, no puedo, más por cómo lo viví yo al básquet, con una intensidad y un amor muy grande. Es lo que me inculcaron de chico.
- ¿Crees que ese legado que tu familia dejó en vos, se lo pudiste transmitir a tus hijos? ¿Era tu objetivo?
- No, no era mi objetivo pero lo pude trasmitir a través del ejemplo. Jamás hablamos nada, jamás le dije cómo tenían que ser, ni siquiera quería que jugaran al básquet, no quería que cargaran la mochila del ser los “hijos de”, que ellos puedan hacer su vida tranquilos. Por una cuestión de sangre, le tiró el básquet. Tienen una ética de trabajo, de vivirlo, muy parecida a la mía. Pero bueno, ellos me vieron entrenar y jugar hasta mis 44 años y siempre lo viví de la misma forma.
- ¿Cómo recordás el enfrentamiento contra Mateo?
- Yo ya me había retirado del básquet pero un día faltaban algunos chicos para completar el equipo por la local entonces hablamos para que juegue yo y justo nos tocó jugar contra Racing de Gualeguaychú. Fue muy raro, tenerlo en frente, en contra, fue algo raro. Sensaciones raras. Encima nos pintó la cara, él tenía 15-16 años y jugó muy bien y nos terminaron ganando como por 20. Fue como una frutilla del postre para cerrar mi carrera.
- ¿Cuál crees que fue el punto más alto de tu carrera?
- Me parece que en Estudiantes de Olavarría. Sin dudas. Por las cosas que se generaron, es un momento muy especial. Esa temporada, con el equipo que teníamos, con Oveja Hernández, con Paolo Quinteros, con el Lobito Fernández, Dani Farabello, Gaby Fernández, entre otros. El Parque repleto de gente, nos seguían por todos lados, cada noche era una fiesta. En resultados, fue el punto más alto, luego tuve momentos muy lindos como la época en Sport Club de Cañada de Gómez con los chicos: Dani Farabello, Ale Montechia, Maxi Reale, Oveja era el DT y debutaba en Liga y terminó siendo el mejor entrenador de la temporada, esos fueron momentos más placenteros por la forma en que jugábamos, la edad que teníamos, las cosas que hacíamos.
- ¿Qué balance haces de tu ida a Europa?
- Esa fue una de mis grandes frustraciones porque tuve tres oportunidades de hacerlo. Cuando estaba en Pacífico de Bahía Blanca me fui un mes al Baskonia de España pero no se arregló la parte económica del pase. Pacífico me vende a Sport de Cañada, estuve un tiempo ahí y estaba prácticamente vendido, junto con Ale Montecchia, a la Reggio Calabria. Nos quedamos un tiempito más porque Sport nos necesitaba para jugar la Liga y cuando nos quisimos ir, se cayó porque los italianos comenzaron a poner muchas trabas para frenar la llegada de los argentinos.
La última vez que fui fue de grande, me fui con toda mi familia. La idea era conseguir la ciudadanía de mi esposa y que ella me la pueda pasar a mi. Pero realmente fue toda una aventura. Empecé a entrenar con un equipo de C1 porque había varios argentinos ahí y ellos me dieron una mano para adaptarme, todo. Al tiempo conseguí entrenar en el Reggio Calabria porque estaba cerca y pude terminar jugando unos partidos ahí porque se lesionó el extranjero que estaba. No pude terminar de firmar un contrato y me vine. Fueron unos 9 o 10 meses los que estuvimos allá. Fue una linda experiencia pero no deja de ser una frustración no haber podido jugar en Europa. Siento que podía haberlo hecho. Me hubiera encantado hacerlo. Por suerte uno de mis hijos está viviendo esa experiencia y la siento como si la estuviera viviendo yo.
- ¿Cómo fue volver a la Argentina?
- Firmé en Libertad de Sunchales de reemplazo de Diego Cavaco. Al poquito tiempo lo cortan a Luis Oroño, llega Néstor García y él me hace quedar en el equipo. Jugué esa temporada ahí, fue tras la crisis del 2002 y la Liga se estaba recuperando. Después me fui a Atenas de Córdoba con Mario Milanesio y de ahí me voy a Central Entrerriano que es donde me retiro de la Liga. Me lesioné, me lastimé los cruzados, tenía 34 años y me costó mantenerme en la Liga.
- ¿Crees que con esa ida a Europa te quitó terreno en la Liga?
- La verdad que nunca me puse a pensar demasiado en eso, pero puede ser. Tenés razón. Me fui en mi mejor momento, venía de jugar las finales con Estudiantes de Olavarría contra Atenas de Córdoba, cuando se retira Marcelo Milanesio. Ahí tomo la decisión de irme y tenía varias propuestas para jugar la Liga. Pero tenía esa cuestión pendiente, quería dar ese salto. No me arrepiento igual, quería y necesitaba intentarlo.
- ¿Cómo fue vivir desde adentro la década del 90 de la Liga Nacional?
- Fue increíble. Había finales de la Liga que eran impresionantes, los jugadores que había. Era muy intenso. Tenías que exigirte todo el tiempo sino te pasaban por arriba. Tener el desafío de jugar cada fin de semana contra jugadores como Pichi Campana, Marcelo Milanesio, a chicos que venían con todo como Manu Ginóbili, Chapu Nocioni, Luifa Scola. Eran chicos pero ya empezaban a tener participación. No te permitía un descanso nunca.
Cuando íbamos a jugar a La Rioja, una hora antes el estadio ya estaba lleno de gente; a mi me encantaba ir a jugar a Quilmes de Mar del Plata por el ambiente que había; Pico FC o Independiente de General Pico eran durísimos como local, no era fácil ir a jugar allá. Ahí fue también donde se forjó el carácter que tuvieron los jugadores de la Generación Dorada. Ganar de visitante era una hazaña.
- ¿Sentís que fueron los encargados de abrirle el camino a la Generación Dorada?
- El jugador argentino siempre un talento especial y un gran carácter, siempre veníamos amagando con cosas buenas pero nunca se nos daba. La Liga le dio ese impulso a todo para que se vayan dando las cosas. Vino esta camada mágica, de talentos increíbles que terminó explotando. La Liga los formó y ellos terminaron de consolidarse en Europa, que le termina dando el salto para competir a nivel internacional. Fue lo que les faltó a jugadores como Campana, Milanesio, De la Fuente y tantos otros.
Fuimos parte de eso. Éramos los que estábamos ahí en el momento que ellos comenzaban, los exigíamos, somos lo que le jugamos fuerte, los aconsejamos, los tratábamos de guiar, de aconsejarlos, los partidos, el día a día. Manu conmigo en Andino, Lucas con Pichi en Sport, el Chapu con Seba Uranga en Olimpia, por ejemplo. Sin dudas hubo hechos que a ellos los ayudaron a mejorar. Obviamente después está en ellos la competitividad y el talento que los llevó al lugar que los llevó.
- En tu rol de padre, de entrenador, ¿cuánto se habla de básquet con tus hijos?
- Hablamos. En esta familia es inevitable hablar de básquet. Muchas veces cuando ellos están acá entrenamos. Todos los temas se dan y siempre se termina hablando de básquet desde distintas cuestiones. Quizás hablo más con uno que con el otro pero, si en esta familia no se habla de básquet, con todo lo que representa para nosotros. Es lo que nos apasiona. A mi me sale muy apasionado, pero a veces tengo que darme cuenta que a ellos no les pasa lo mismo o no lo sienten de la misma forma, cortar ahí.
- ¿Tenés algún objetivo como entrenador?
- Hoy estoy muy metido con el trabajo con los chicos. No se si será porque me marcó cuando era chico, yo prácticamente me formé en Tucumán con la ayuda de un entrenador amigo como Gabriel Albornoz, pero generalmente estaba solo. Mi papá fue un buen entrenador con chicos, más allá que terminó dirigiendo primera. Es algo que me tira más y me gusta mucho. Tengo ese sueño de poder tener chicos formados que lleguen a Primera acá en Central.
Federico Radulovich / [email protected]
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