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George Karl y Drazen Petrovic se cruzaron durante un breve período de tiempo a finales de los 80. Karl consiguió el puesto como entrenador del Real Madrid justo cuando Drazen estaba a punto de volar a Portland para iniciar su etapa NBA. Petrović pasó por la pretemporada con el Real y luego se unió a los Blazers.

Cuando se fue, Drazen le dejó a Karl un increíble regalo de bienvenida: su Porsche 924 rojo. Petrovic no vio ningún sentido en mandarlo a Estados Unidos, por lo que dejó que el entrenador lo usara durante su estadía en Madrid. A Petrovic nada le importaba mucho, excepto ganar partidos. El Porsche se convirtió en el coche europeo de Drazen. Lo usaba desde Madrid de regreso a su casa para los entrenamientos con la selección de Yugoslavia.

A principios de los 90, Petrovic se dio cuenta de que le habían robado el auto auera de su casa. Eran los primeros días de la independencia de Croacia, y no había muchos autos de lujo, por lo que iba a ser fácil encontrarlo, pensó. "No estaba demasiado molesto. La guerra estaba comenzando, y decir que la vida era difícil sería quedarse corto. Creo que por eso no prestó mucha atención al robo. Incluso dijo “deben haberlo necesitado cuando lo robaron" confesó su propia madre.

No era difícil encontrar un Porsche rojo en aquellos tiempos. Drazen y su familia se enteraron del auto y dónde estaba incluso, pero Petrovic nunca hizo nada al respecto. Solo se preocupaba por su selección y el deporte. Ese hecho es un fiel reflejo de lo que significaba el equipo nacional y su carrera en la vida de Drazen Petrovic, uno de los mayores magos que ha visto el deporte.