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El momento esperado durante todo el año llegó y con protagonistas que tienen todo para deleitar a cientos de millones de aficionados en el mundo entero. Estrellas consolidadas (Irving), estrellas en camino a leyendas (Doncic, Tatum), y varias figuras con un talento descomunal como para ser protagonistas centrales durante mucho tiempo (Brown). Ah, y actores de reparto que serían decisivos en cualquier equipo (Holiday, White). Menú completo y perfecto para las finales de la mejor liga del mundo. 

Era importante para ambos poner de entrada el primer sello de candidato y Boston no dudó. Teniendo un equipo mucho más largo, no necesito en el comienzo meter en el centro de la escena a su dupla perimetral (Tatum, Brown), porque su roster le permitió encontrar vías alternativas seguras (2 triples de White), principalmente por el lado del retornado Porzingis, que tras más de un mes afuera demostró estar plenamente enfocado en estas, sus primeras finales. El letón clavó 11 puntos en el primer cuarto, más 3 tapones desmoralizantes, para que el local se escapara a 10 (28-18). 

Porzingis fue un problema permanente para Dallas, porque en los cambios de defensa sacaba ventaja ante cualquiera, y con alta efectividad parecía un punto sin solución para los Mavs, que encima no estaban finos en ataque, con Doncic e Irving anotando, sí, pero necesitando demasiados tiros para lograrlo, mérito de la excelente defensa local. Además, Boston dominaba claramente los rebotes, con lo cual el combo se fue consolidando y los Celtics sacaron 21 rápido: 48-27, con 15 de Kristaps. Seguramente Dallas no esperaba semejante vuelta del europeo. 

Boston no aflojó nunca su maquinaria. Holiday frenó a la estrella de turno que le tocó (Doncic, Irving), ofensivamente Boston movió el balón hasta encontrar un tiro abierto y claro, tuvo un porcentaje altísimo y por momentos fue una masacre (58-29). La sensación de desconcentración que los Celtics tuvieron en los primeros partidos de las series anteriores (generalmente en el juego 2, es cierto), no apareció en ningún momento. Demasiado consistentes, demasiado repertorio, cero grieta (salvo algunas pérdidas de más, permitidas por la ventaja). Dallas achicó un poco la diferencia en el cierre del período, sobre todo con 1x1 de Luka (17 en la mitad), pero hacía falta mucho más que eso para ponerse en partido. Boston se fue al descanso largo con amplia ventaja: 63-42. 

Como era de esperarse, Boston aflojó su intensidad defensiva y su efectividad en ataque en el tercer cuarto y eso generó la reacción de Dallas, que de aquellos 29 de máxima en contra bajó la diferencia a 14, siempre con Doncic, pero ahora con más participación de Irving y del resto. Estaba claro que con Luka y Kyrie solos no tendrían chances. Dallas salió además más agresivo atrás y todo eso, sumado a que Tatum seguía lejos del que suele ser, creó partido. Dallas apostó a que Boston lo ganara de lejos y, como dejó de meterla, le entraron dudas. 

Doncic tomó entonces el control del partido. Y en el mejor momento de los Mavs, los árbitros le hicieron pagar el derecho de piso a Lively con dos faltas de rookie. Boston vio que se le prendía la alarma cuando los Mavs se pusieron a 8 (72-64) y se dieron cuenta que si no recuperaban la energía iban a tener problemas. Entonces Tatum cantó presente y, del 72-64), pasaron al 88-64 con un parcial de 16-0 que les dio aire. Volvieron los triples, la defensa, y el dominio.

Boston recuperó una ventaja de 25 puntos en el último cuarto y Jason Kidd se dio cuenta que era ridículo seguir gastante a su plantel buscando una hazaña imposible, por eso puso al fondo de la banca a 5 minutos del final, dando por concluido el primer juego. Fue 107-89 para Boston, con 22 de Brown, 20 de Porzingis y 7 jugadores anotando al menos 2 triples, la clave del juego. Doncic, 30+10 en el derrotado. Irving, en deuda: 12 y 6/19 de cancha. Serie 1-0 para los Celtics. El domingo, juego 2 en el TD Garden. 

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