La Final

San Lorenzo y el secreto de la química perfecta

16:33 24/06/2016 | El Ciclón encontró su mejor versión en el momento ideal, pero no fue casualidad: terminó la Liga con los nombres ideales para cada función.

San Lorenzo campeón 2015/16. (Foto: La Liga Contenidos)

Aunque tuvo varios matices más, si hubiera que resumir a grandes rasgos la temporada de San Lorenzo, podríamos hablar de un inicio excelente que asustaba al ambiente de la Liga, una continuidad de la fase regular con muchos altibajos y unos playoffs sensacionales, prácticamente sin fisuras.

El básquet es un deporte colectivo, pero a la vez de pocos integrantes en cancha por equipo. Por lo tanto, si la sinergia entre ellos no es perfecta, se producen quiebres irreparables. Con que un sólo eslabón falle, se resiente la totalidad del quinteto. Y San Lorenzo, durante momentos del año, lo sufrió.

Más allá de que tuvo problemas de lesiones y que los altibajos son lógicos en una Liga tan extensa como la de nuestro país, lo cierto es que el Ciclón no lograba encontrar esa famosa química, tan necesaria en los equipos con aires de favorito. ¿Qué fallaba? En gran medida, y sin circunscribirlo a eso, los extranjeros.

Pasaron varios y de calidad probada: Courtney Fells, Troy Bell, Xavier Silas, Mickell Gladness, Josh Powell... probablemente sacando al lituano Tautvydas Lydeka, que hasta si se quiere excedió las expectativas, ninguno rindió al nivel de lo esperado. Ya sea en lo individual o en su adaptación a lo colectivo. Repetimos: hubo lesiones y salidas inesperadas como la del propio Fells, pero la realidad es que sacando aquel inicio de Liga, San Lorenzo no conseguía ser un todo entre la suma de sus partes.

A pesar de las pruebas fallidas, el cuerpo técnico y la dirigencia no perdió la paciencia y siguieron buscando la mejor opción, de cara a lo que sabían era lo más importante: los playoffs. Y cuando menos se lo esperaban, lo encontraron. Llegó Marcus Elliott, que no había tenido un buen paso por La Unión de Formosa y Matthew Bryan-Amaning, un jugador con mayores pergaminos, pero debutante en nuestra competencia.

Es cierto que lo del pivote terminó siendo más determinante desde lo individual, jugando unos playoffs excelentes. Pero lo de Elliott tampoco hay que perderlo de vista: se trata de un escolta anotador, que entendió que el escenario no daba para eso y terminó aportando dentro de los conceptos del equipo, incluso dando una mano en lo defensivo. Y de repente, ¡la química!

En todo esto, claro está, también hubo un papel protagónico de los líderes y referentes más experimentados del plantel, quienes levantaron su producción en los playoffs. Nicolás Aguirre, Marcos Mata, Walter Herrmann, Fernando Martina y Bernardo Musso, que venía jugando poco, aparecieron cuando más tenían que aparecer e hicieron exactamente lo que cada situación requería. Pero todo eso, en un contexto donde San Lorenzo ya era un equipo.

El principal cambio estuvo en lo defensivo. El Ciclón permitió casi 80 puntos en la fase regular y bajó esa media a 75. Además, se fortaleció en los rebotes y le cerró el perímetro a cada rival que se le puso en frente (los contrarios lanzaron un 29% en triples en la postemporada).

Y acá vale destacar otro punto clave, relacionado a la importancia de tener protagonistas que ya hayan estado en este tipo de situaciones. Aguirre, Mata, Herrmann y Lamas ya traían títulos en sus espaldas, y sabían que más allá de la irregularidad de la fase regular, los partidos decisivos eran estos. Y en ellos, no fallaron.

Si alguien supiera cómo se consigue la química de equipo, no se le escaparía ningún torneo. Es imposible. Se la puede ayudar con la capacidad de saber elegir y conducir al grupo, pero a la larga, todo queda supeditado a la conexión que haya entre los propios jugadores. Y con Aguirre, Elliott, Mata, Herrmann, Bryan, Faggiano, Musso, Martina y Johnson, San Lorenzo encontró su fórmula perfecta.

 

Juan Estévez / [email protected]
En Twitter: @basquetplu
En Twitter: @JuanEstevez90
 

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