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Liga Nacional 2019/20

Romero: "Cancelé todo y me fui para el Socios"

16:38 26/11/2019 | El pivote rememora su campeonato con Gimasia, las aventuras universitarias y su encuentro con Bobby Knight en esta charla exclusiva con Básquet Plus.

Romero aún continúa vistiendo los colores verdes (Foto: La Liga Contenidos)

Camina entre la gente, pero no parece uno de ellos. Es alto, robusto y destacado, con un estilo de lo más peculiar. Su sonrisa ilumina de inmediato el lugar, a la vez que camina con paciencia, como si no hubiera prisa, cual Doctor Jekyll y Mister Hyde, de manera totalmente antagónica a la fiereza que demuestra en la cancha.

Sus arrugas son historias de las más inverosímiles, cuentos que no son cuentos, relatos numerosos que caracterizan a una persona que vivió mil vidas en una y todavía se toma todo el tiempo del mundo para contarlas. No se pierde ningún detalle, posee ritmo y es atrayente en cada palabra.

Desde su parada en Atlanta durante los atentados del 11 de septiembre de 2001, hasta la vez que lo fue a buscar el mítico Bobby Knight y el campeonato con Gimnasia, que hasta el día de hoy Gabriel Cocha lo carga, Diego Romero es un ser tan humilde, divertido y cómico como pocos. Precisamente así lo demuestra cuando el grabador de la computadora se prende y él, sorprendido, exclama: "mirá... ya no estoy para tanta tecnología".

-¿Por qué el básquet y no el fútbol?

. Por la altura y comodidad más que nada. En Misiones siempre fue fútbol, pero en Comodoro tenía el Socios Fundadores cerca y prácticamente vivía allí, era mi segunda casa. Hacía todo junto, escuela y basquet, ya que cuando tenía un tiempo libre me iba al club. Además era alto, pasé de medir 1,75 a 1,95 en tres meses, así que no había muchas opciones.

-¿Qué tan importante fue Lisandro Miranda en tu vida?

. Lo de Lisandro fue algo raro. Estábamos jugando un Campeonato Argentino con Chubut y justo cuando terminábamos de ganarle a Buenos Aires, me estaba esperando en la mitad de cancha un chico muy flaco, bajo y joven, que en esa época habrá tenido 24 o 25 años. De repente me aborda y me dice si estaba interesado en ir a Estados Unidos. ¡Yo no entendía nada! Pero a mí siempre me había seducido esa idea, principalmente porque miraba mucho los partidos de Juan Ignacio Sanchez y porque siempre tuve la idea de que estudiar era lo más importante, incluso más que el basquet. Esta era una forma de hacer las dos cosas en un nivel altísimo, por lo que le dije que sí, aunque parecía una locura adolescente. Todos me decían que era imposible, pero yo dije: "Probamos y vemos qué pasa".

-¿Cómo fue la reacción de tus papás?

. Ellos no creían que iba a pasar, pero siempre me acompañaron en todo lo que necesitaba. Mis hermanos sí me empujaron a que me vaya. Por mi parte, yo creía que si tenía alguna chance de vivir de esto sabía que debía ir a Estados Unidos para mejorar. Tal era la locura que cuando fui a hacer la visa me preguntaron si hablaba inglés y les dije que no. Entonces me preguntaron cómo iba a hacer para estudiar allá, y yo les dije que no me importaba eso, que en la Universidad me iban a ayudar con el idioma. Finalmente llegó el día de irme y en ese momento mis viejos me confesaron que no pensaban que iba a suceder, no les gustaba mucho la idea ja (dice entre risas y con un tinte de orgullo que lo muestra siempre agradecido a toda su familia).

-Al llegar te encontraste con una sorpresa, ¿qué te pasó por la cabeza en ese aeropuerto de Atlanta?

. Llegué a Atlanta el 11 de septiembre de 2001  e inmediatamente estaba medio perdido porque esos aeropuertos son inmensos, son ciudades. ¡Era más grande que mi pueblo! Se ve que en ese momento ocurrió el atentado. Primero fue un caos, pero después fue un día genial porque aproveché para hacer turismo. Paseé por todos los lugares deportivos, desde el estadio de Falcons hasta los cuatro círculos de los Juegos Olímpicos, fue una gran experiencia. Cuando se hizo tarde tenía que volver al aeropuerto y todos me decían que no se podía. Por suerte en el subte me encontré con dos señoras centroamericanas que peleaban en español y fui a preguntarles cómo llegar a destino. Sorprendidas, ellas me dijeron: "Oye chico, tú no te vas a ningún lado". Ahí me explicaron lo que pasó, no podía creer lo que sucedió.

-¿Tuviste miedo en algún momento?

. No, para nada. Tenía más miedo por mis viejos que estaban lejos. Pero fue una situación desconcertante. No se podía llegar al Aeropuerto, los subtes no dejaban llegar allí, por lo que me tomé un taxi y llegué, no sé cómo. Al acercarme a la oficina de la empresa de viajes me explicaron qué paso, me dieron una pieza en un hotel y vales de comida. También aproveché para llamar a mi familia desde un teléfono público y ¡me cagaron a pedos! Eran como las cinco y media de la tarde y todos estaban enloquecidos. Ese fue mi primer día en Estados Unidos ja.

-¿Te costó al principio?

. Fue difícil, pero mi caradurez hizo que siempre vea todo positivo. Además, había dos colombianos en el equipo y con ellos íbamos a todos lados. En cuanto al basquet no fue complicado. Tenía miedo al nivel porque eran rápidos y atléticos, pero no fue la gran cosa. En lo académico fue más jodido. Sin embargo, ellos están muy preparados, tienen muchos exámenes de nivelación. La primera vez me hicieron una prueba en la que tenía que leer un párrafo de un libro para ver cómo estaba. Creo que no leí ni dos renglones y me dijeron: "Dejá nomas, ya sabemos tu nivel". Habrán dicho a este burro ponele cero (expresa con su peculiar tono cómico que en todo momento aparece)

-¿Cómo lograste repuntar y mejorar?

. Empecé haciendo clases de español y clases privadas de inglés, estudiando con un traductor la historia de Estados Unidos y algunas otras cosas. El primer año aprobé todas las materias menos una porque no rendí el final. Tenía que rendirlo un jueves, pero me venía a Argentina el día anterior. Cuando quise cambiar el pasaje los entrenadores me dijeron que iba a ser imposible, pero que, como tenía buenos puntajes, podía irme tranquilo. ¿Qué pasó a la vuelta? Había desaprobado la materia...

-¿Fue complicado estudiar y jugar al basquet?

. No porque está todo dado para que el atleta apruebe. Le facilitan muchas cosas. Está todo programado y vos podés estudiar a la hora que puedas. Además, los entrenadores tienen horarios armados para que te puedas organizar. Yo, por ejemplo, iba de 9 a 12 a la Universidad y a entrenamiento de 15 a 19. Después, vos terminabas de entrenar y había tutores para ayudarte en las materias que te iban mal.

-¿Qué sentiste cuando te fue a buscar Bobby Knight? 

. Ocurrió cuando yo todavía estaba en el Junior College. Me habían llegado más de 80 becas para jugar en distintas universidad. Yo quería ir a probarme con los más ásperos. Empezamos a analizar las cinco conferencias más importantes, investigando las plantillas y los jugadores que contrataban. A Texas Tech se le iban tres internos, entonces acepté ver lo que me proponían y fui un fin de semana a su universidad a ver cómo entrenar y todo lo que hay en el campus. También acepté las de Indiana, Kentucky y Florida State. Además la de East Carolina sólo para ver a un amigo, pero después la baje porque no les iba a hacer gastar plata al pedo (otra de las muestras de la benevolencia de Romero, quien demuestra una empatía atípica, en un lugar en el que cualquiera hubiera aceptado todos los mimos). Tras haber decidido que iba a ir a Florida State, Bobby Knight me llamó y me dijo que estaba en Texas y que iba a ir a verme, pero que sólo podía hablar por teléfono porque por reglas no me podía ver cara a cara. En el momento previo a los fichajes las universidades tiran todas sus cartas, es una locura el interés que demuestran, te llaman a cualquier hora jugadores de la NBA y entrenadores famosos. Él ya era una leyenda universitaria, yo no podía creer. En ese momento voy caminando al gimnasio y estaba todo el pueblo, todos creían que iba a ir a Texas Tech. Llegué, hablamos por teléfono y él estaba sorprendido porque mi primer año universitario jugué todo el año con la muñeca rota. "Yo nunca conocí a alguien así, esa es la clase de jugadores que necesito". Tenía una impronta impresionante para hablar, es una de esas cosas que te quedan para toda la vida. 

-¿Se te complicó la transición a Florida State en algún momento?

. Era otro mundo, pasé a una universidad de 50.000 alumnos, a una ciudad inmensa. Cada vez que daba un paso allá, la realidad me demostraba que tenía que ser muy precavido y siempre tranquilo, escuchando a mucha gente. Hay muchas personas que saben más que vos y en todo momento trato de buscar la mejor opinión. En eso fue clave Lisandro, él me ayudó mucho a decidir adónde ir. La decisión final fue ir a la mejor conferencia (ACC). Cuando vos llegás a la cancha ya está llena, ¡ya te están puteando! No hay nada mejor. 

-¿Cómo fue el primer año en la NCAA?

. Jugué todo el año, pero a los dos días de haber terminado la campaña ya tenía el turno para operarme la rodilla. Fue una temporada muy buena, le habíamos ganado el clásico a la Universidad de Florida, en la que jugaban Al Horford y Joakim Noah, por ejemplo. Me acuerdo que fue una locura la cancha, hacía mucho que no pasaba eso (rememora y se le ponen los ojos brillosos, como un hincha más de la universidad).

-¿Te dejó alguna enseñanza, más allá del básquet, en la universidad?

. Muchas. Ellos se encargan de que vos veas toda la foto. Te enseñan y educan constantemente. Teníamos, por ejemplo, clases de cómo hablar con la prensa, también muchos talleres con chicos, porque vos sos un referente ante ellos. Te traían a personales exitosos para que nos cuenten qué hacer y cómo lograrlo. También vino Doug Collins, un jugador que estuvo en la NBA y en ese momento se había declarado en quiebra. Él nos contaba lo que le había pasado para que no lo repitamos. Nos preguntaban qué queríamos hacer después, si jugadores, entrenadores o profesionales. A mí hasta el día de hoy me siguen escribiendo. "Vos siempre fuiste el más inteligente del grupo", me dicen a veces. 

-Después de eso llegó la oferta de Gimnasia, ¿cuánto tardaste en tomar la decisión?

. Menos de cinco segundos. Me llamó Nico (Casalanguida) y me dijo que estaban desesperados, que necesitaban alguien que no haya jugado en FIBA en tres meses. "Listo", le dije. "¿Pero vos podés venir ya?", me pregunta. "Sí, ya", le contesto. Tras eso cancelé todo y me fui para el Socios. Fue una de las decisiones más fáciles de mi carrera. 

-¿Qué se siente ser campeón con el club de tus amores?

. Pasé de escuchar las finales por una radio de internet, vine soñando y en minutos estaba acá. No hay palabras para describirlo, es el deseo de todo chico. Era el lugar adonde iba a entrenar los veranos. Ganar la liga con Gimnasia era mi sueño de toda la vida. 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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