Un primer cuarto para el recuerdo
A veces pasa. Estás desayunando, miras al cielo y no, ese no es un amanecer más. Estás en un concierto y ese bajo suena mejor que nunca, la voz quebrada del vocalista te llega como si cantara solo para ti. Esa paella de la que tanto presumías hoy está mejor que nunca. O, simplemente, enciendes la tele sin demasiadas pretensiones y acabas viendo historia en directo. Hoy era uno de esos días.
Qué inicio, qué espectáculo, qué partido. Y qué primer cuarto más apoteósico, ya por siempre el de los récords. Aquel que reunió más puntos en un Playoff Final (¡61!), tope anotador baskonista (33) al mismo tiempo que el periodo con más puntos recibidos por parte madridista en toda su historia en un Playoff. Poco más de cuatro minutos sirvieron para saber que se avecinaba la tormenta perfecta. A un lado, un Real Madrid que solo sabía sumar de tres en tres, triples de Taylor, Carroll y Campazzo, además de los 2+1 de Reyes y el propio Taylor. Al otro, un KIROLBET Baskonia sublime, descarado hasta la pura insolencia, con Vildoza inventando, Poirier rematando y Janning atemorizando a todos desde el 6,75. 15-15 y a volver a empezar.
"¿Es Matt Janning o Reggie Miller?", gritaba Fran Fermoso mientras el de Minnesota anotaba triple tras triple sin pestañear. Huertas estaba de aniversario. Un 15 de junio de hace ocho años, él y los suyos se proclamaron campeones ligueros, con aquella penetración eterna de San Eme como imagen icónica. Sus tres tiros libres seguidos ilusionaban a la afición vitoriana desplazada con invocar el espíritu de 2010 (19-24). Poco más tarde, un triple con su firma y un tiro libre de Garino confirmaban el golpe de estado (+11 tras el 22-33) tras ocho de los mejores minutos baskonistas vistos jamás en una gran cita.
¿Qué cambió? No, no fue solo el sideral tapón de Tavares a Poirier para humanizar al fin al francés. Mientras Voigtmann se revolvía sobre el parqué entre gritos de dolor por su lesión, el KIROLBET se sintió huérfano, ya sin antídoto contra la muralla de Cabo Verde. Mérito también el de los locales. El partido propuso cambio, el Real Madrid ofreció cambio. La mecha de Ayón. Thompkins al frente, siempre tan letal, siempre tan callado. Un 6-0 para campear la tormenta y un primer cuarto (28-33) para recordar y presumir, para aprender y desgustar.
Minero Thompkins
El Real Madrid, con mejores sensaciones que en el primer partido pese a la sangría defensiva, empezó a enmendar errores en el segundo periodo. Del 6-0 al 10-0 para ponerse a uno. El escenario ya nada tenía que ver con lo visto -lo disfrutado- pocos minutos antes, a pesar de que Huertas pareciera empeñado en retrasar lo inevitable.
La auténtica referencia blanca en esos minutos nació en Lithonia, la ciudad de la piedra. Crecido entre mineros, Trey Thompkins cogió pico y pala para adelantar por fin a los suyos (41-40, m.15) y empezar a plantar la revolución que germinaría en el tercer cuarto.
El parcial llegó hasta el 21-7 tras el enceste de Doncic, si bien delante andaba suelto un Janning que convertía su 4º triple sin fallo (8º del equipo, con un 75%) para empatar a 43 y mostrar que su equipo, aún, estaba muy vivo. Qué delicia verte, Vildoza, uno de esos que saber cautivar hasta el enemigo. Qué gigante Tavares, qué oportunos Taylor y Reyes. Y qué catarsis la de Janning, capaz de encadenar otra bomba lejana justo antes del descanso. 52-52 y vuelta a empezar, tras la primera parte más anotadora en una final en 22 años. Tercera en global. Como si no hubiera pasado nada. Como si hubiera pasado todo. 20 minutos imperecederos.
Un 25-5 para la sentencia
La sucesión fue simbólica, como si se pasara un testigo. Del baloncesto baskonista más salvaje en tiempo a un primer tiempo sublime. Y, de ahí, sin pedir permiso, a uno de los cuartos más escandolos del Real Madrid en la era Laso. Y el listón no es bajo. Diez minutos para gritar, ahora creyéndoselo, que van a por esta Liga Endesa.
“No podemos hacer un partido tan malo como el otro día", dijo en la previa. El ejemplo empezó por él. Doncic tocó los tambores del cambio con un regreso de vestuarios pletórico. Un mate por aquí, un robo por allá. Otra velocidad, otro encuentro. Aquel que sentía en sus manos Thomkins, que se daba golpes en el pecho reivindicándose tras provocar el despegue de los suyos (61-54, m.23) con un parcial de 9-2 que no dejó de aumentar. Luka creaba y Tavares machaba. Campazzo se unía a la fiesta y el propio Doncic cerraba lo que él había iniciado con otros 5 puntos seguidos para reventar el encuentro (70-55, m.25).
Había mucho más que puntería en la exhibición blanca. Casi tres cuartos sin perder un solo balón de un equipo que era dueño y señor del rebote (41-29), desquiciando a su oponente con segundas oportunidades tras numerosas capturas defensivas. Y, por encima de todo, un Rudy Fernández puro fuego en defensa, disfrutando como nadie en el trabajo invisible que acabó transformando lo que era una batalla de videoteca en un partido sentenciado (77-57, m.27) en solo siete minutos, tras un sangrente 25-5 de parcial. El K.O. fue indiscutible.
No hubo más partido ya en los trece minutos restantes, con el tercero ya en la mente del vencedor y el derrotado. Con un 83-65 adverso al comienzo del cuarto final, los visitantes intentaron reengancharse con un triple inicial de Granger antes de que Carroll, con dos lanzamientos exteriores, recordase que el 1-1 era un hecho (91-71, m.33). En mitad del carrusel de tiros libros hubo tiempo para más, como si quisieran arrancar el tercer asalto de Vitoria con un 2-0 de inicio.
Ayón y su doble doble (14-10), Tavares al banquillo y el pabellón en pie. Entre Granger, pidiendo sitio, y Janning récord triplista incluido (jamás nadie marcó media docena sin fallo en un Playoff Final), el KIROLBET Baskonia llenó de amor propio la recta final hasta el 98-91 definitivo en uno de los triunfos más corales del Real Madrid en años. Con un solo rebote de Taylor, los blancos podrían haber presumido de que todos y cada uno de sus jugadores sumaron en puntos, rebotes y asistencias en un mismo encuentro.
El Buesa Arena ya asoma, consciente de que dos triunfos taparían por siempre el segundo asalto. El factor cancha es nuestro, dicen unos, mientras los que hoy sonríen prefieren pensar que si perdieron la pasada Liga Endesa arrancando con victoria, por qué no ganarla tras arrancar con decepción.