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A punto de cumplir 20 años, con la porra que lo caracterizó en su amanecer en la liga, vistiendo Adidas y con una mirada juvenil que apenas vislumbraba su primera barba, vestido con un Barong típico del país y una sonrisa que nunca lo abandonó, así fue la primera visita de Kobe Bryant a Filipinas, uno de los lugares más devotos a su juego y a su figura.  

Su viaje de estreno al país asiático se dio en 1998, dos años después de haber sido seleccionado por Los Angeles Lakers en el pick 13 del Draft. Visitó diferentes zonas y se dio el gusto de jugar algunos partidos con chicos y talentos de la zona. Amor del más puro, así era Kobe y por eso siempre lo quisieron en aquel rincón del mundo. 

Esa relación fue el preludio de un compromiso que se extendió a lo largo de los años. Aquel 1vs1 contra Joseph Estrada, que en ese momento era presidente, pero en 2001 fue destituido de su cargo, los fanáticos y los enfrentamientos que disputó durante los cinco días que estuvo en Filipinas desarrollaron un romance a primera vista.  

Volvió en septiembre de 2007, en julio de 2009, en julio y agosto de 2011, en agosto de 2013 y, por último, en junio de 2016, unos pocos meses después de decir adiós a la NBA por siempre y para siempre.  

El básquet en Filipinas es como el fútbol en Argentina y Kobe es Maradona en aquel recóndito territorio. Viven, comen y respiran la naranja. Pasión, devoción y compromiso. El deporte uniendo corazones, juntando multitudes.