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NBA

Mahmoud Abdul-Rauf, el jugador del que la NBA no quiere hablar

16:15 28/08/2020 | Fue el primer Stephen Curry. Poseía una gran habilidad y un ilimitado rango de tiro. Un día se arrodilló en un partido y todo cambió.

Mahmoud Abdul-Rauf recitaba oraciones del islam (Foto: NBA)

¿Qué harías si un día todo lo que conociste hasta ese momento comienza a ser un vacío? ¿Si lo que te enseñaron no posee las respuestas a tus preguntas? ¿Si lo que estás buscando todavía no lo encontraste?  

 

Las certezas ahora son dudas y la realidad incertidumbre. El mundo, tal como lo comprendemos, es una efímera parte de lo que verdaderamente es y nada, absolutamente nada, es lo que parece.  

 

Un día, Chris Wayne Jackson decidió que era hora de girar su vida y comenzar a contestar esas discrepancias de una vez por todas. ¿Cómo? A través de la religión. Ese viaje no fue fácil y para convencerse del cambio tuvo que pasar por múltiples situaciones que lo moldearon y lo orientaron. 

 

Al nacer no tuvo elección y practicó el cristianismo como toda su familia. Nació el nueve de marzo de 1969 en Gulfport, Mississippi, y su mamá Jacqueline Jackson lo crio sola, junto a sus otros dos hermanos, Omar y David.  

 

La pobreza era el denominador común de los Jackson y muchas veces tuvieron que pasar hambre. La vida era dura y, por si eso fuera poco, Chris no rendía en el colegio. Esto lo obligó a perderse cuarto grado y a ser colocado en clases de educación especial. Le costaba mucho fijar los conocimientos, concentrarse y resolver los problemas planteados por sus profesores. 

 

La salvación naranja  

 

El básquet siempre lo acompañó y se pasó la infancia en los playgrounds de la zona, especializándose en los tiros libres y la larga distancia. En la cancha era un perfeccionista y antes de irse a su casa tenía que asegurarse de que sus últimos diez lanzamientos sean perfectos. Las manos en los lugares indicados, el salto adecuado y las piernas en el lugar enfocado. Nada podía salir mal, todo tenía que ser ideal. 

 

Sin embargo, nunca había jugado en el equipo de su secundaria hasta que un entrenador lo descubrió. Su mamá lo sobreprotegía y el técnico debió convencerla de que le permita practicar. Sería una buena de forma de ambientarse a la vida de un estudiante normal. 

 

Con las horas, Jacqueline cedió y Chris pudo disputar su primer partido oficial. Adivinen qué pasó... Sin siquiera saber las reglas del básquet organizado, el armador la rompió y convirtió 24 puntos que dejaron perplejos a todos los que presenciaron aquel evento. El efecto mariposa de ese partido le hizo ganar confianza y año a año fue mejorando, dentro y fuera de la cancha.  

 

Además, cuando cumplió 17 años los médicos detectaron que sufría un trastorno neurológico llamado síndrome de Tourette. Éste se manifiesta primero en la infancia o en la adolescencia, antes de los 18, y se caracteriza por los múltiples tics motores y fónicos que realiza la persona que lo padece. No obstante, la mayoría de las personas logra convivir con él y, según la Tourette Association, no hay barreras para sus logros en la vida personal y profesional.  

 

Consciente de su trastorno, Jackson pudo contenerlo y en la cancha de básquet simplemente explotó, convirtiéndose en un prodigio de la Gulfport High School que en un su último año llegó a promediar 29.9 puntos y 5.7 asistencias por juego. Esto le valió la convocatoria al McDonald´s All-American Game, en donde se juntan los mejores talentos de la secundaria, y ser nombrado Mississippi Mr. Basketball 

 

Hacia nuevos caminos 

 

Al terminar su etapa secundaria fue considerado un prospecto de primer nivel y muchas universidades se pelearon por tenerlo. Jackson eligió LSU y allí partió con una valija llena de sueños y, también, preguntas. Dentro de la cancha fue indomable y en su tercer partido con el colegio llegó a convertir 48 puntos. También estableció el récord anotador hasta ese momento tras meterle 53 a Florida y luego rompió su propia marca, otorgándole 55 a Ole Miss (con diez triples incluidos).  

 

Esa historia quizás muchos conozcan, pero fue en este preciso instante en el que Chris comenzó a expandir sus horizontes. Todo inició cuando su entrenador le regaló una biografía de Malcolm X, un orador, ministro y activista estadounidense que defendió los derechos de los negros hasta que fue asesinado el 21 de febrero de 1965. Eso le hizo cuestionarse muchas cosas acerca de la religión y todas esas preguntas que alguna vez pensó que nadie podría responderlas empezaban a tener sentido.  

 

¿Por qué no se puede cuestionar a Dios? ¿Por qué hay un plan para todos? Eso siempre le sorprendió mucho y también conoció lo que vivió Malcolm, quien dejó atrás todo su odio y se convirtió en miembro de la Nación del Islam tras un paso por la cárcel.  

 

Creciendo en el sur, Chris tuvo una infancia similar a la de Malcolm (que cuando tenía seis años vio como mataron a su papá, un férreo defensor de los trabajadores) y sintió siempre el odio racial, tanto de blancos hacia negros, como de negros hacia blancos.  

 

En medio de todo eso su calidad en la cancha seguía dando que hablar. Disputó 32 partidos en su temporada de novato, en la que estableció el récord de puntos de la NCAA para un estudiante de primer año (965), bajo un promedió de 30.2 por noche. Fue seleccionado jugador del año de la conferencia SEC y All-American del primer equipo, una verdadera locura.  

 

En su segunda campaña su promedio cayó (27.8), pero sus prestaciones continuaron siendo sobresalientes y su facilidad para anotar con rango indefinido volvió locos a todos, inclusive a los reclutadores NBA, que no veían la hora de que se presente al Draft.  

 

Al profesionalismo 

 

Aquel año fue el último en la NCAA y en el sorteo de 1990 los Nuggets utilizaron su tercer pick para seleccionarlo. La NBA no era la universidad y Jackson debió luchar en sus primeros piques en la liga. Una lesión lo mantuvo un tiempo fuera, pero se fortaleció físicamente y cerró su debut con 14.1 puntos de promedio que le permitieron ser seleccionado para el segundo mejor quinteto de novatos de la temporada.  

 

En medio de sus luchas en la cancha, Chris se desilusionó y debilitó por todo lo que rodea a la NBA. La fama, el sensacionalismo y el materialismo eran cuestiones que no le interesaban. Y para escapar de esos focos se inmiscuyó en las enseñanzas de su viejo conocido Malcolm X y en el Islam 

 

Coincidió aquel momento con Marc James, que también estaba interesado en esa religión. Juntos decidieron un día ir a una mezquita. Ellos querían leer el Corán y recibieron una para que puedan introducirse en el mundo del Islam 

 

“Estaba leyendo el Corán y después de dos o tres páginas, esas preguntas que nadie sabía responder se descifraron. Entonces le dije a amigo, no sé vos, pero yo voy a ser musulmán”, contó Jackson en una entrevista en Reborn 

 

Así fue que en 1993 se convirtió oficialmente al Islam y cambió su nombre de Chris Jackson a Mahmoud Abdul-Rauf, que traducido libremente significa "elegante y honorable, más misericordioso, más amable". 

 

Con la mente despejada, al igual que cuando controló su síndrome de Tourette, Abdul-Rauf pudo rendir de la mejor manera en la cancha y en la temporada 1992/93 fue condecorado con el premio al más mejorado de la NBA, con un promedio de 19.2 por juego. Por su parte, Denver confió en él y le extendió su contrato de novato.  

 

Con Nuggets mostró su mejor versión y era lo más parecido a Stephen Curry. Triples en contragolpe, a nueve metros, con marcas encima y con la confianza por los cielos. Nadie podía defenderlo. Incluso, el cuatro de febrero de 1996, en la temporada casi perfecta de los Bulls de las 72 victorias, Mahmoud le metió 32 puntos que les permitieron a los suyos estampar una de las diez derrotas que tuvo Chicago en aquel lapso. Nadie, ni siquiera Michael Jordan pudo frenarlo esa velada.  

 

Todo puede cambiar 

 

La situación se tergiversó unas semanas después, más precisamente el 12 de marzo de 1996, cuando no se puso de pie mientras sonaba el himno de Estados Unidos en un partido de su equipo. 

 

La NBA lo multó con 31.707 dólares por cada juego perdido, lo que deja entredicho cómo se trataban estos casos en el pasado. Afortunadamente el tirador llegó a un acuerdo dos días después, por el cual se mantendría de pie durante la ejecución del himno, pero podría cerrar los ojos y mirar hacia abajo. Por lo general, recitaba en silencio una oración islámica durante este tiempo para aquellos que sufren en todos los ámbitos de la vida, independientemente de su origen étnico.   

 

Abdul-Rauf no estuvo exento de las represalias y al final de aquella temporada fue traspasado a Sacramento Kings. Para ese momento ya era un jugador tóxico según los estándares de la liga y las franquicias. Así fue que se mantuvo dos años en el conjunto de California y luego ningún equipo quiso contratarlo, a pesar de que tenía 29 años y estaba en un gran nivel.    

 

Con la liga de Estados Unidos cerrada, el tirador probó suerte en el Fenerbahce, pero, a pesar de haber tenido unos buenos promedios de 17.4 puntos, apenas disputó cinco partidos con los turcos y decidió retirarse. Intentó un regreso a la NBA de la mano de Vancouver Grizzlies en la 2000/01, pero sus mejores años ya habían pasado.

 

Volvió a Europa, en donde jugó en Rusia, Italia y Grecia. Después se fue a Arabia Saudita y cerró su carrera profesional en Japón. Allí se mantuvo hasta 2011 y ese fue el último adiós. Quería interesarse en otras ramas y explotar su activismo. 

 

Todo pasa por algo 

 

Esto provocó que Abdul-Rauf se sumerja en una misión aún más importante: el deseo de ser libre, en conjunción con sus valores e ideales, intercambiando ideas con personas afines a su pensamiento. Su activismo se mantiene hasta el día de hoy, educando a quienes deciden trascender más allá de la normalidad.    

 

"Han hecho estudios y han descubierto que, si estás fuera de forma y querés ponerte en forma, si andás con una persona que está bien físicamente, lo más probable es que vos también eventualmente lo estés. Si no sos inteligente y andás con gente inteligente, te vas a volver más inteligente. Si querés ser activista, si querés ser moral, asociate con esos grupos de personas. Esto es lo que constantemente intento lograr", confesó Abdul-Rauf en una entrevista para SB Nation.    

 

Rodearse de los mejores para ser el mejor. Claro, ¿no?    

 

Y ustedes, ¿hasta dónde están dispuestos a llegar por sus convicciones? 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

 

 

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