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Pocos lugares son más atractivos en el mundo para jugar o dirigir básquetbol que New York. La tentación es enorme, y la presión también. Los Knicks, único equipo de la Gran Manzana (aunque desde hace un tiempo los Nets le hacen mucha competencia), son la franquicia más valiosa de la NBA y Top 5 en el mundo. Valen 4000 millones de dólares, según Forbes, solamente superados por Dallas Cowboys (NFL, 5000 millones); New York Yankees (Béisbol, 4600 millones); Real Madrid (4240 millones) y Barcelona (4020 millones). 

Sin embargo, el maleficio que los recorre no parece tener fin. En la era Pat Ewing tuvieron sus últimas dos alegrías, por decirlo de alguna manera: fueron finalistas de la NBA dos veces y, si bien perdieron ambas, eran protagonistas habituales en el Este: en 1994 cayeron 4-3 ante Houston y en 1999, 4-1 ante San Antonio, en la temporada corta por el lockout de la NBA.

Jeff Van Gundy fue el último entrenador, de hecho, con continuidad. Y el que llevó a los Knicks a su última final. Luego vino Don Chaney 3 años (cero playoffs) y, en 2004, el afamado Lenny Wilkens. Pues bien, desde él hasta hoy, pasaron 9 entrenadores, ninguno con demasiado éxito. Wilkens jugó una ronda de playoffs sin ganar un solo partido, Larry Brown y Isiah Thomas no se clasificaron nunca, Mike D'Antoni entró una vez con cero victorias, Mike Woodson fue al que mejorcito le fue (segunda ronda en la 2012/13, con Prigioni en el plantel) y de ahí en más, el desaste absoluto: Derek Fisher, Kurt Rambis, Jeff Hornacek y David Fizdale, que hoy fue despedido. 

Fizdale se va con 8 derrotas seguidas, la última humillante, anochen, 92-127 ante Denver en e Madison. Estrellas en estos años que fracasaron, las que quiera: desde Carmelo Anthony hasta Stephon Marbury, pasando por Tracy McGrady, Amare Stoudemire o Kristaps Porzingis, su última ilusión, frustrada tras la lesión que lo dejó afuera el año pasado y que terminó derivando en su salida a Dallas. Mike Miller o Pat Sullivan se harán cargo del equipo de forma interina.