Marcelo Nicola, el eslabón perdido de la Generación Dorada
14:03 15/01/2020 | Charlamos una horita con Marcelo Nicola, el primer argentino de las nuevas generaciones en romperla en Europa. Pudo ser parte de la Generación de oro, pero quedó apartado. Una gran historia.
Marcelo Nicola requiere una larga introducción. Primero porque fue un jugador especial, y segundo porque con 48 años, los jovenzuelos (algunos), quizá no sepan quién es. Resumen: Nicola nació en Rafaela el 12 de mayo de 1971 pero se formó en Sport Club con, claro, León Najnudel. Con 17 años lo fichó el Baskonia y allí partió para nunca más volver a la Argentina. Media 2.07, pero tenía un talento tan grande que podía picar el balón como un base y tirar de tres puntos como un escolta/alero. De hecho, fue un adelantado a los tiempos del cuatro tirador. En Europa jugó hasta el 2007 (Baskonia, Panathinaikos, Barcelona, Benetton Treviso, Kiev, Valencia, Siena, Reggio Emilia) y desde ese entonces es entrenador. Con la selección argentina tuvo una relación especial, pero con saldo positivo: jugó 2 mundiales (94 y 98), un Juego Olímpico (96) y un Preolímpico (95), además del inolvidable Panamericano Sub 22 de Rosario en 1993, en donde salieron campeones con un equipazo: Sconochini, Racca, Montecchia, Wolkowyski, entre otros. Hoy dirige en la LEB Oro de España al GBC Gipuzcoa de San Sebastián, con el que se clasificó a la Copa de la Reina. De eso empezamos charlando, pero verán que las palabras se extendieron a mil temas. Nicola lo vale.
- Primero contame en qué andás. Sé que estás dirigiendo al GBC Gipuzcoa de San Sebastián en la LEB Oro y que te clasificaste para la Copa de la Reina.
. Así es. Partido único entre los dos primeros clasificados. Terminamos segundos y jugaremos en casa del Valladolid, que fue primero. El Gipuzcoa es un club que ha descendido el año pasado en la ACB, que ha bajado alguna otra vez y vuelto a subir, que ha manejado en otros tiempos presupuestos mucho más altos, pero que siempre tiene ambición de estar en la ACB.
-¿Y cómo te estás llevando con la profesión de entrenador?
. Muy bien. Me divierto, me gusta, me motiva, me provoca, me tiene en tensión sobre muchas cosas: cómo mejorar al equipo, cómo hacerlo funcionar, cómo sacar lo mejor de los jugadores...
-¿Se parecen tus equipos a cómo eras vos como jugador?
. Ehhh, ufff. Mmmm, en algo sí y en otras cosas no. En algunas cosas consigo situaciones que me hubiesen gustado como jugador, y otras que, viéndolas desde el lado del entrenador, tengo perspectivas distintas.
- Es más difícil hoy el cargo de entrenador pareciera. Sobre todo por la enorme cantidad de información que el técnico tiene para utilizar y que debe aprender a hacerlo.
. La información es muchísima más que la que había antes. Internet, bases de datos... te dan un nivel de información de lo que hoy se llama estadística avanzada que, combinada con el video que va cortado al mínimo detalle, te dan hasta lo más ínfimo para un análisis. Si un jugador sale de un pick and roll para la izquierda, anota 35% o si sale a la derecha, el 70%. Un ejemplo de la locura que tenés ahora con toda esta información. Es alucinante lo que podés encontrar. Hay que saber manejarla y masticarla, para luego saber utilizarla. Te puede obsesionar y sacar de la perspectiva de que al final esto es un juego y juegan cinco contra cinco, con la dinámica de la acción-reacción.
-¿Te gusta para dónde está yendo el juego? El cambio de zona de tiro, inclinado a los lanzamientos de 3 puntos, es impactante.
. Parece que todo está para tirar de tres puntos o ir al aro por una bandeja. No me gusta en ciertas cosas, pero sobre todo la poca ciencia que ponen algunos jugadores en el campo, el tener que darle a ellos todo ya masticado. Este es un juego de espacios, y cada vez hay menos, porque los jugadores son más grandes, más rápidos y más corpulentos. Entonces con mayor razón habría que ver cómo generar más espacios. El juego se hizo muy físico, muy de acción, pero poco pensado.
-¿Y dónde ves el juego que más te gusta: NBA, Euroliga, ACB?
. Bueno, en la Euroliga es donde se ve lo más parecido a un básquet completo. Es un juego muy físico con un calendario muy duro, con jugadores de muchísimo nivel, con grandísimos entrenadores, donde se practica un básquet muy elaborado en lo táctico. En ACB también, es donde más se busca eso en Europa. De hecho 4 de los 18 de la Euroliga son de ahí.
- Supongo que habrás visto el Mundial. ¿Ahí viste el juego que te gusta?
. Sí, ví el Mundial. Me gustó mucho que lllegaran España y Argentina a la final porque fueron los dos que mejor jugaron al básquet, construyendo y destruyendo. Construyendo en el sentido de jugar en equipo, generando espacios ofensivamente, y destruyendo, en el buen sentido, con defensas tácticas, poniendo en muchos problemas a los rivales. Los demás se basaron mucho en el físico y la agresividad, pero tuvieron poca ciencia.
- Estuve pensando mucho tiempo el título que le iba a poner a esta nota y me salió: Marcelo Nicola, es eslabón perdido de la Generación Dorada. ¿Me lo aprobás?
. Jeje, otra vez eh. Lo apruebo, no hay problemas. Aclará eso sí que no fue por decisión mía.
- No, eso me lo vas a aclarar vos ahora, porque te voy a cambiar de tema. Tu salida de la selección.
. Yo no me salí, me salieron...Pero ya dije todo lo que tenía que decir sobre eso. No quiero polemizar más.
- Ok, ahora me lo explicarás. Me frustra mucho a veces tener que explicarle a jóvenes sobre jugadores como, por ejemplo, vos. Quién fue Marcelo Nicola. Todo parece olvidarse más rápido.
. Es normal, con los logros que tuvo después la Generación Dorada, es lógico que el trabajo que hizo el grupo anterior se recuerde menos. Yo estuve además en el medio, porque fui parte del grupo anterior anterior, con Milanesio, Campana y el resto que no salieron de Argentina, y luego con el que era mitad y mitad, con algunos que empezaron conmigo como el Colo Wolkowyski y otros que llegaron después a la Generación Dorada. Pero repito que es normal que, con lo que vino después, se tape lo que hicimos nosotros, que fue llegar a unos Juegos Olímpicos y clasificarnos para dos mundiales, Toronto y Grecia. Eran los primeros pasos del grupo que empezó a venirse a Europa: Wolkowyski, Oberto, Espil...y parte de los que habíamos ganado el Panamericano Sub 22 en 1993, como Ale Montecchia, Hugo Sconochini, Jorge Racca, el Colo...ese grupo creo que hizo un trabajo que fue la lanzadera del grupo siguiente, que fue mucho talento, todos juntos, momento justo una química que muchas veces no se sabe por qué nace, y todo entró en una ebullición que terminó cómo terminó. Me molesta un poco que no se recuerde que el grupo anterior logró la clasificación a unos Juegos después de más 40 años y a dos Mundiales seguidos, también después de mucho tiempo.
- Soy un convencido que la Generación Dorada tuvo una forma de inicio en Grecia 98. Se jugó de otra manera, se le ganó a una potencia como Australia y ya había 6 jugadores en Europa y otros 6 de la Liga. Quizá eso justamente hizo que no se lograra un rendimiento regular.
. Sí, Manu y Pepe tenían 21 años, Fabricio Oberto 23...era un mix entre gente que, entre comillas, estaba saliendo, gente en el medio como Sconochini, Wolkowyski o yo, y gente que venía atrás más joven: Montecchia, Manu, Pepe. El mix era bueno. En aquel momento esa química que entró después, ahí no surgió. ¿Por qué? Yo sé por qué, y si querés te lo digo.
- Sí, obvio.
. No surgió porque en aquel equipo, como vos dijiste, había 6 jugadores en Europa y 6 en Argentina. En la Generación Dorada estaban todos menos uno en Europa. Salvo Leo, todos. Eso fue lo que hizo que fuera una selección europea. La selección era argentina, pero el grupo era europeo. Habían crecido en Europa. Esa es la diferencia que te daba jugar en Europa. En 1998 éramos 6 en Europa o en Estados Unidos, con Sconochini, Oberto, Manu, Pepe y Espil. Y seis que jugaban en Argentina: Milanesio, De la Fuente, Osella, Simoni, Montecchia y Wolkowyski. Y bueno, costó encontrar esa sensación de sentir que estábamos juntos y al mismo nivel. Esa química nunca surgió. La GD tenían luego una rutina de profesionalismo desde los 18 años que hizo las cosas más fácil. Ojo, no es una crítica a la Argentina de entonces, pero sí es cierto que había una mentalidad diferente. El salto del equipo se produce cuando los jugadores salieron de Argentina. Eso no se puede negar y quien no lo vea así es que no entiende cómo es esto. Lo mismo pasa ahora con Campazzo, Laprovittola y el resto. Si siguieran en Peñarol, Lanús o incluso Flamengo, no tendrían el mismo nivel de ahora, que están los dos como bases del mejor equipo de Europa.
- Una cosa que parece haber cambiado para siempre es que al que juega en Europa nunca más se lo va a ver como un bicho raro. Y vos cuando venías en los 90 a jugar con la selección sabés que te pasaba eso.
. Eso está claro. El que lo sufrió en su piel y carnes y abrí el camino fui yo. Me comí que era el mimado o el malcriado, o el quejoso porque jugaba en Europa, fui yo. Había 11 en Argentina y yo era el único en Europa. Hablo del primer mundial, en 1994.
- Aunque me dijiste que ya no te gusta hablar del tema de tu salida, te juro que no recuerdo bien cómo fue la historia.
. A ver. Yo tuve un problema personal y renuncié en 1999 con Julio Lamas al Sudamericano. Le pedí que me citara solo al Preolímpico, porque mi temporada iba a ser muy dura. Cuando terminé la ACB, tenía problemas con un tobillo, pero le dije que al Preolímpico. El problema fue que en julio me separo de mi mujer. Yo estaba en Italia, mi mujer en España y un hijo de seis meses. Lo llamé a Julio y le dije lo que pasaba. No podía irme con ese lío en el medio. Si solucionaba todo con ella rápido, podía llegar a ir, pero eso no ocurrió y de hecho llegué sobre la temporada a la Benetton. Entonces la CABB me suspende. Después Julio deja la selección y se va al TAU. Y en el 2000 agarra la selección el simpático de Rubén (Magnano). Me acuerdo que nos juntamos a comer en Italia, tipo febrero/marzo de 2001. Me dijo que estaba negociando que levantaran la suspensión mía, de Osella y de De la Fuente, porque éramos tres jugadores importantes y no podíamos estar los tres afuera. Me pareció perfecto y se lo agradecí. Le conté lo que había pasado en 1999, porque no se había hecho público, y el porqué de mi renuncia. Pues bien, en 2001 entonces, estaba el Sudamericano en Valparaíso y el Premundial en Neuquén. Rubén me citó entonces a los dos torneos. Ese año yo tuve muchos problemas con el tobillo. Pero le había dicho que era difícil que pudiera estar en ambos. Todavía igualmente no habían levantado mi sanción. La sanción me la levantaron por abril/mayo y nunca más tuve una comunicación ni de CABB, ni de Magnano. De hecho me enteré lo del levantamiento por amigos periodistas, porque nadie me avisó. Terminé la temporada y seguía sin recibir ninguna llamada. Un día, estando yo de vacaciones con mi novia en Barcelona, me llaman de la CABB para decirme que habían mandado la convocatoria al club por fax. ¿Convocatoria para qué? les dije yo, si había quedado con Magnano en que él me iba a llamar con tiempo para ver cómo manejábamos la situación. Entonces me informaron que Rubén había decidido hacer la convocatoria para los dos torneos. Imaginate que esto era algo así como empezar el 10 de junio y terminar a fines de agosto. Una locura. Yo no tenía descanso. Entonces le dije que a los dos torneos no iba a poder ir. Tenía un hijo de dos años al que solo podía ver en ese receso y un tobillo en mal estado. Le pedí que le dijeran a Magnano que me llamara para ver si podíamos evitar de ir a Valparaíso y viajar a Neuquén, pero me dijeron que no podían hacer eso, porque recién me levantaban la sanción. Y que además iban a ir todos. De hecho, Magnano llevó a Chile a 15 jugadores creo, para entrenar con el equipo que jugaría el Sudamericano. Esto es: llevó a jugadores que habían jugado 70 partidos en Europa a concentrarse un mes y medio para ver jugar a sus compañeros. Me parece bien eh. No me meto con su filosofía, si él pensaba que eso era bueno. Pero la verdad es que nunca más me llamó después de aquella comida en Treviso. Me lo encontré años después cuando él fue a Varese y yo estaba en Treviso, nos dimos la mano, hola qué tal y ya está. En ese momento ni siquiera tuvo el coraje de decirme 'te portaste mal conmigo' o algo. Al final él ganó, así que quedó de esa manera. Creo que me merecía una llamada, no más que eso. Aunque sea para decirme que no podía hacer excepciones. Después de ese año, de hecho, se empezaron a permitir las excepciones. Recuerdo que Chapu no fue a un Sudamericano creo porque estaba negociando su llegada a los Bulls. Me parece excelente. Pero bueno, sabía yo cuando tomé la decisión que podía tener consecuencias.
-¿Cuánto te afectó eso? Más allá de que hace 30 años que estás en Europa, sos argentino. ¿Qué te pasó cuando Argentina gana el oro olímpico en el 2004?
. Me puse muy contento por los chicos. A Manu le había visto la primera vez que había ido a la selección. Hugo Sconochini es mi hermano, lo conozco desde que tengo 8 años. Por Manu me peleé en Grecia 98 con Hugo precisamente. Por una cuestión de equipo. De gestión del equipo. Y con Manu creo que tengo respeto de su parte. No pude más que alegrarme por lo que pasó. Y con el resto de los chicos, cada vez que nos encontramos... ellos saben lo que pasó. Estuve en Turquía 2010 y estuve con Scola. El último año de mi carrera me entrené dos meses en el Baskonia con Luis y Pablo (Prigioni). A Pablo lo tuve cerca también cuando dirigió al Baskonia hace dos años y yo estaba con la cantera del club. Nos veíamos seguido. Entonces mi sentimiento en el 2004 fue alegría. No pude enojarme contra los que decidieron que yo no siguiese. Lo decidió todo Magnano. No tengo dudas de eso. Me alegró mucho que esos chicos pudieran salir de Argentina y mostrarse al mundo. Yo fui el primero que se vino a Europa con Walter Guiñazú en 1989, y fui el que siempre ayudé y promocioné para que se vinieran los argentinos, porque sabía lo que era la experiencia de vida y profesional. Y que eso iba a mejorar al básquet argentino. A mí mucha gente que me conoce de toda Europa me llama para preguntarme por chicos argentinos. A Laprovitola lo traje yo a Europa, a Lituania. A Campazzo me lo quise llevar cuando estaba de asistente en Murcia y el entrenador no quiso. También lo quise llevar a Lituania. Preguntale a su agente, Claudio Villanueva, cuántas veces lo llamé para decirle que quería a Facu. Me hubiese llevado a los dos a Lituania.
- Para completar lo del 2004, ¿sentiste en ese momento que podías estar ahí?
. Mira, me hubiese gustado. Claro. A lo mejor si iba yo no salíamos campeones, jeje. Y jugábamos peor. Pero hablando en serio, ya estaba masticado y digerido. ¿Si hubiese podido estar ahí? Sí, hubiese podido. Pero no había sido una decisión mía, entonces no tenía nada para reprocharme. Es como en 1990. El Pelado Boismené me vino a buscar para que fuera a entrenarme con los 15 convocados para el Mundial. Pero yo le dije que no porque tenía que quedarme en España para conseguir el pasaporte. Entonces tampoco me lo reprocho, porque fue decisión mía y el pasaporte era lo que necesitaba para cambiar mi status en la ACB. ¿Me hubiese gustado jugar ese Mundial? Sí, claro, pero la decisión fue mía, y toda decisión trae consecuencias. Siempre tuve muy claro eso.
- Habiendo sido parte de la pre Generación Dorada, ¿cuánto te sorprendió, no solo el oro olímpico, sino que hasta Río 2016 fueran una de las generaciones más importantes de la historia FIBA, y ahora lleguen de nuevo a una final mundial?
. Complicado que alguien pensara que podía ocurrir. Creo que nadie podía imaginar que se diera una generación con ese talento, que se diera ese grupo humano, con jugadores tan profesionales, tan ganadores, que cultivaron entre ellos eso. Nadie piensa tanto más allá, tan lejos. Muchos pensábamos que ir a Europa haría mejor al equipo nacional, pero que se consiguieran todas las cosas que se consiguieron, yo no. El único que podría haber imaginado algo así era un soñador y un visionario como León Najnudel, pero lamentablemente pobrecito no llegó a verlo. Y que dure los años que duró. Que Scola a los 39 años juegue un Mundial como el que jugó y este en la Euroliga y que vaya a jugar otra Olimpíada con 40. Aunque cuide su cuerpo, sea un gradísimo profesional.
-¿No te descolocó lo del Mundial? Habíamos pensado que después de la GD tardaríamos mucho en volver a estar. Y viene este equipo y termina jugando la final, con un nivel por momentos incluso superior a los de la GD.
. Fue una grata sorpresa que hayan llegado a la final, porque eso quiere decir que la mentalidad y la cultura ganadora de la GD se sigue cultivando y sigue estando, pero lo que hace que este equipo siga ahí es que sus jugadores estén en Europa. Insisto. Campazzo y Lapro juegan en el mejor equipo de Europa actualmente, y varios otros también. Lo que te da esta competición no te lo da nada. Entonces mientras sigan viniendo a Europa, no vamos a retroceder a lo que era 1994 o antes. Lo que te da la competencia europea, más el caracter y personalidad del jugador argentino, es lo que arma el combo. ¿Que después necesitas jugadores especiales como lo fueron Manu, Luis o Prigioni o ahora Campazzo, Laprovittola? Sí. Pero viene Bolmaro, con 19 años, y está jugando la Euroliga con un jugador tremendamente exigente como es Pesic. Eso quiere decir que siguen teniendo algo los chicos argentinos.
- Para ir cerrando, ¿tenés tu opinión formada sobre si tuviste la carrera que quisiste tener?
. Eh, pienso que sí. ¿Podría haber sido mejor? Sí, pero también podría haber sido peor. Pero mi época era muy distinta a la de ahora. La NBA no estaba tan cercana a Europa como lo está ahora. Cuando venía un scout NBA a un partido en mis tiempos, era porque había una estrella en potencia. Y venía uno en 100 partidos. Ahora, en cada partido ACB, LEB Oro, o tercera división alemana, hay 1, 10 o 20 scouts.
- Está más que claro que hubieses jugado 10 años en la NBA sin problemas.
. Puede ser, pero es imposible saberlo. Estuve un tiempo largo en Vitoria, otro período largo y fructífero en dos partes en Treviso, donde jugué bien y obtuve títulos y conseguí muchas cosas. No me puedo quejar. En un momento importante de mi carrera tuve una lesión de rodilla que me paró 6 meses, pero la verdad no me quejo. Me divertí mucho jugando al básquet.
- Es un juego, no en serio. ¿Qué pensás que podría haber pasado si le ganaban a Yugoslavia en Grecia 98 en cuartos de final? Algo que no estuvo tan lejos de suceder.
. Eh, hubiese sido un golpe sobre la mesa que a lo mejor hubiera acelerado el proceso de cambio del que hablábamos antes. Quizá el empujón necesario para encontrar esa química que te contaba que no llegó. Nada más que eso.
-¿Como entrenador, te gustaría o no te cambiaría demasiado la posibilidad de dirigir a la selección argentina?
. Claro que sí, sería un orgullo. Estaría encantado. Yo, a pesar de que alguno lo crea y lo haya dicho, para mí jugar con la selección fue siempre un orgullo. Como te decía, me rompí la rodilla jugando para la selección en un momento clave de mi carrera. Nunca renegué de la selección. Los deportistas somos profesionales y jugamos con nuestro cuerpo. En ciertos momentos se jugaba sin seguros y ponías en juego toda tu carrera por jugar en la selección. Y no hablo solo de mí, sino de todos. Y en unas condiciones que ni te quiero recordar lo que eran en 1994. Sin luz, sin agua caliente en el hotel de Olivos o comer pizza comprada por Vecchio. Sería para escribir un libro.
Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
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