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Cuando Lou Williams habla o juega al básquet, destila sabiduría. El escolta de Los Ángeles Clippers ha transitado una carrera llena de altibajos, de dudas y de momentos de sosobra que le han permitido entender no sólo lo que significa el deporte dentro de una cancha, sino también lo que este genera fuera de ella. Lo demostró hace nueve años, cuando convirtió un intento de robo a mano armada en una lección de vida.

Ocurrió en los días previos a la temporada regular de 2011/2012. Williams, por ese entonces miembro de los Philadelphia 76ers, paró con su auto en un semáforo del barrio  Manayunk. Segundos después, se percató de que alguien golpeaba su ventanilla. Era un hombre con un arma, exigiéndole que abriera la puerta para poder robarle. Cuando el atleta bajó su ventanilla, el asaltante cambió completamente su actitud: “Eres Lou. ¿Qué estoy haciendo? No puedo hacerte esto justo a tí. Has hecho muchísimo por esta comunidad”, soltó entre lágrimas. Además, le contó que recién había salido de la cárcel y que lo único que poseía era esa pistola.

Lejos de paralizarse o de huir, Williams comprendió la situación y dio un ejemplo de humanidad. Le pidió a aquella persona que lo esperara en un McDonald’s muy cercano a donde ellos estaban, fue hasta allí y entabló una charla en la que le ofreció consejos, le dio dinero e intentó encausarlo. Desde ese entonces, no ha trascendido qué fue de la vida de ese muchacho. Sin embargo, hay algo más que claro: el tres veces ganador del premio al Mejor Sexto Hombre sabe perfectamente cómo usar su presencia para impactar positivamente en la sociedad que lo rodea.