NBA

Golden State Warriors, el mejor equipo de la década

11:14 16/06/2020 | Se cumplen cinco años de la primera consagración de la franquicia bajo el mandato de Steve Kerr. Un repaso a su dominio en las últimas temporadas.

Los Warriors y el título de 2018. (Foto: Getty Images)

Existen muy pocos equipos que pueden ser considerados dinastías. Ese selecto grupo está reservado para aquellos que logran dominar una época, cambian el orden establecido y sirven como ejemplo para los demás a la hora de seguir un patrón hacia el éxito. Pero, dentro de ellas, existen casos muy diferentes. El de Golden State Warriors, franquicia que logró consolidarse como la última dinastía de la NBA, es el ejemplo perfecto.

Hace exactamente cinco años, los Warriors volvieron a gritar campeón luego de cuatro décadas de sequía. ¿Cómo lo hicieron? A través de una gestión dirigencial de élite, que no sólo se movió bien en el mercado sino que, principalmente, supo encontrar futuras leyendas en el Draft. Así fue como llegó Stephen Curry, el engranaje más importante de todos, en la séptima posición de la ceremonia de 2009. Lo mismo ocurrió con Klay Thompson, el ladero perfecto, en el puesto once de 2011. Draymond Green, el corazón del plantel, fue un hallazgo incluso más meritorio: pick 35 de la segunda ronda de 2012.

El núcleo fue rodeado por veteranos como Andre Iguodala y Shaun Livingston, vitales en todo sentido. El encargado de pilotear la nave fue Steve Kerr, una figura nutrida de las filosofías de Phil Jackson y Gregg Popovich que hizo su debut como entrenador en jefe con una soltura poco común. Y todo eso se alineó para que un conjunto que no había encontrado del todo el rumbo se encaminara hacia el título. Curry y su nivel, que le dieron el MVP de la etapa regular, fueron un factor clave. El estilo de los Warriors, en el que primaba la solidaridad, los cortes hacia el aro y los sistemas para tiradores fluyó en gran parte por su presencia. Sin embargo, es imposible entender ese campeonato de 2015 ante los Cleveland Cavaliers de LeBron James sin tener en cuenta a los demás integrantes del equipo.

En 2016, Golden State dio el salto hacia el dominio casi absoluto. Durante la campaña, arrasaron con la competencia y dejaron en claro que no había una plantilla más consistente. Curry repitió el MVP, esta vez de forma unánime, y la institución rompió el récord de más victorias en temporada regular (72) que habían conseguido los Chicago Bulls de Michael Jordan en 1996, luego de festejar en 73 oportunidades. La historia demuestra que, en las Finales, James y los Cavaliers remontaron un déficit de tres derrotas y les arrebataron la chance de un año perfecto.

Gracias a otra ingeniería dirigencial de vanguardia, el que se había mostrado como el quinteto más potente de los últimos años consiguió una pieza que completó el rompecabezas: Kevin Durant. A partir de ello, los Warriors se convirtieron en invencibles. Jamás volvieron a perder una serie de playoffs con todos sus componentes sanos. En 2017, se vengaron de Cleveland y KD fue el MVP Finals. En 2018, el resultado fue exactamente el mismo tanto a nivel colectivo como individual. Esa sinfonía de talento y poder ofensivo se complementó a la perfección a pesar de los cuestionamientos previos que decían que no iba a ser posible unir a dos superestrellas como el base y el alero.

La última cruzada estuvo marcada por las polémicas que rodearon la posible partida de Durant, por las lesiones y por el inminente desmembramiento de un plantel que lo había ganado todo. Visiblemente diezmados, cayeron en las Finales de 2019 ante los Toronto Raptors y la dinastía rompió su esquema: KD partió hacia Brooklyn Nets, Iguodala fue cedido y Livingston se retiró. Sin embargo, Golden State aún mantiene la columna vertebral en Curry, Thompson y Green. El motor de una máquina que no sólo dominó y ganó tres anillos en cinco años, sino que también sentó las bases del éxito en estos tiempos. Fue el espejo para muchas de las franquicias que actualmente buscan ascender hacia el status de candidatas. ¿Qué les deparará el futuro? Sólo ellos y el básquet lo saben. Pero, por lo pronto, su grandeza indica que todavía quedan varias páginas por escribir.

 

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