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“Olé olé olé, Pichi, Pichi", corean los hinchas del Polideportivo Islas Malvinas y todo Mar del Plata. Hacen referencia a Héctor Campana, quien acababa de ser elegido MVP del XVII Juego de las Estrellas. El anotador empedernido terminaba de recibir los premios y estaba anonadado ante otra muestra de admiración de su querido público.  

En el estadio había más de 10.000 personas y la playa dejó de ser protagonista por un momento para darle paso al básquet y a una de sus figuras más importantes. La organización del juego aportó lo suyo y la idea era darle a Campana una despedida acorde a la figura que había conseguido el MVP en siete de sus 14 participaciones.  

“Hasta ahora nunca había extrañado, pero llegar al hotel, buscar la ropa, descansar un poco más a la tarde... fue la primera vez que algo hizo que se moviera un poco la estantería", comentó Campana antes de aquel juego que ocurrió en el 2005. Sí, aquel marciano que tenía la sangre fría para decidir partidos, se volvía un humano más por unos segundos.  

El Pichi, por suerte, tuvo una despedida de lujo y convirtió 19 puntos y dos asistencias durante los 14 minutos que estuvo en cancha. Fue el segundo máximo anotador por detrás de Paolo Quinteros (24 unidades), pero el primero por escándalo en hacer temblar el piso del Poli de emoción, ante el verborrágico canto de los fanáticos que quisieron ver el último adiós de un grande del básquet nacional.