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Muchas veces, las negociaciones en la NBA suelen terminar en la nada. Se componen de jugadores que se mueven de un mercado a otro para pasar sin pena ni gloria por una franquicia. Pero, en algunos de ellos, queda guardada el inicio de una narrativa que puede transfomarse en la gloria. Eso fue exactamente lo que ocurrió en 2005, cuando cinco equipos completaron el traspaso más grande en la historia de la liga y eso envió a una institución a dos jugadores que fueron vitales para conseguir su primer título.

Ocurrió un día como hoy de aquel año, en los momentos previos al inicio de la temporada 2005/06. Un total de trece jugadores fueron incluidos en una operación que incluyó a Memphis, Boston, Miami, Utah y New Orleans. El movimiento se dio de la siguiente manera: Eddie Jones pasó a los Grizzlies, Rasual Butler y Kirk Snyder a los Hornets, Curtis Borchardt, Raúl López, dos segundas rondas del Draft y los derechos de Albert Miralles fueron hacia los Celtics, Greg Ostertag recaló en el Jazz y James Posey, Andre Emmett, Jason Williams y Antoine Walker se unieron al Heat.

Estos dos últimos nombres le dieron a los de Florida la profundidad que necesitaba su plantel para poder pelear por el campeonato. Con Dwyane Wade y Shaquille O'Neal como figuras y líderes, el conjunto dirigido por Pat Riley encontró en sus nuevos refuerzos al tercer y el cuarto máximo anotador de la plantilla. En ese mismo curso, Miami levantó el trofeo Larry O'Brien por primera vez en su trayectoria. Lo hizo, en cierta medida, gracias a las dos piezas que obtuvo en el mayor despliegue que vio el mercado de la NBA.