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Hay pocos equipos de los cuales se haya hablado menos en esta temporada NBA que de los Atlanta Hawks, aún cuando su récord, el mejor de la Conferencia Este (25-8), habla por sí mismo. Mientras en el Oeste todos se quedan con la gran cantidad de equipos pretendientes al título o los malos rendimientos de conjuntos como los Lakers, en el Este, la atención también se la llevan otras franquicias, por distintas razones.

Washington y Toronto tuvieron excelentes inicios de campaña y fueron catalogados rápidamente como las sorpresas; la vuelta de LeBron a Cleveland y toda la situación complicada que viven los Cavs; el regreso de Derrick Rose en Chicago; el Heat post-James; los Pacers de las lesiones; el traspaso de Rondo desde Boston a Dallas y ni hablar del pésimo momento de los Knicks. Sea cual sea la razón, siempre parece haber algo más importante que los Hawks.

Quizás mucho tenga que ver con la historia reciente del equipo: buenas aunque no excelentes temporadas regulares, equipos sólidos pero sin talento para pelearle a los grandes y poco éxito en los playoffs. Sin embargo, aunque la temporada es joven y todavía falta la parte más importante de la misma, este Atlanta parece uno muy distinto al de ediciones anteriores y con su rendimiento, comienza a atrapar las miradas de propios y extraños.

Sin súperestrellas (tienen un sólo jugador que promedia más de 12 puntos) pero con una rotación larga y solidez en todos los puestos, el modelo a seguir de los Hawks es claro: los campeones San Antonio Spurs. En este sentido, todo comienza desde el cuerpo técnico, con la presencia de Mike Budenholzer (¿mejor entrenador del año?), histórico asistente de Popovich en el conjunto texano, aunque no se queda sólo en eso.

La franquicia del estado de Georgia, ha comenzado a mirar con mucha más frecuencia que en años anteriores al básquet europeo. Actualmente, en su rotación tiene un alemán (Dennis Schroder), un suizo (Thabo Sefolosha), un macedonio (Pero Antic) y un dominicano (Al Horford), todos ellos con buenos minutos. Además, cuentan con Mike Muscala, quien jugó la campaña pasada en la ACB española. De hecho, de sus últimas seis selecciones de Draft, la mitad fueron jugadores internacionales: el propio Schroder, Walter Tavares y Raulzinho Neto.

Sin aburrir con cuestiones tácticas, donde también hay muchas similitudes, la filosofia de juego de los Hawks no difiere demasiado de la de San Antonio, con una premisa básica: jugar de la manera correcta y en equipo. Desde que llegó Budenholzer, Atlanta es uno de los mejores (sino el mejor) conjunto pasador del torneo, aún cuando ninguno de sus perimetrales (Teague-Carroll-Korver) es un especialista en ese aspecto. Pero la idea, en este caso, está por sobre los nombres y el equipo muestra una unidad y falta de egoísmo que es casi imposible de encontrar en otro plantel NBA, más allá del de Popovich.

Como si esto fuera poco, los Hawks tienen el mismo concepto ofensivo que San Antonio de jugar ofensivas abiertas, con tiradores excepcionales y bases capaces de generar espacios a sus compañeros desde las penetraciones del pick and roll. Después hay algo claro: los nombres propios y la experiencia de los Spurs está muy lejos de la que presenta Atlanta y eso seguramente se vea reflejado en el final de la campaña. Pero los procesos y las ideas también importan, aún cuando no lleguen a completar el objetivo más grande.

Igualmente, cuidado. Mientras el maestro sufre en el Oeste (7° con marca de 21-14), el aprendiz brilla en el Este, mirando a todo el resto desde arriba y habiendo ganado 18 de sus últimos 20 encuentros. Nada mal para un equipo al que rara vez se lo tiene en cuenta.