El básquet en Lituania desde adentro: pasión, religión y soberanía
09:00 12/10/2016 | Nos metemos de lleno a conocer la escuela lituana. ¿Cuáles son sus secretos?, ¿cómo forman a sus jóvenes?, ¿de dónde nace el fanatismo?
Hay pocos países tan asociados a un deporte como Lituania con el básquet. Es que claro, para los lituanos y tal como sucede mucho más cerca nuestro, en Puerto Rico, se trata de mucho más que un mero deporte: es un símbolo de soberanía. Una herramienta de unión para una nación que desde el Siglo XX en adelante, solo ha tenido 47 años de independencia, pasando por las manos del Imperio Ruso, la Unión Soviética y la Alemania Nazi. Es una forma de vida. Una religión.
Siguiendo con nuestra serie de artículos sobre las potencias dominantes del mundo FIBA, que tuvo su primera entrega con el baloncesto serbio, les proponemos asomarnos durante algunos minutos al frío lituano para conocer un poco más de esa identidad. Para guiarnos en esta aventura, nos acompaña Rolandas Radvila, encargado de los seleccionados juveniles del país báltico.
Básquet soberano
Los cuatro lituanos del oro olímpico de Seúl
Para entender cómo se llega a la pasión actual por el básquet en Lituania, una nación de una superficie cercana a la provincia de Formosa y con menos de tres millones de habitantes, hay que conocer algunos conceptos básicos de su historia política y deportiva.
Lituania consiguió su primera independencia en el año 1918, separándose del por entonces Imperio Ruso y la misma le duró 22 años, hasta que en 1940 fue absorbida por la Unión Soviética ya en plena Segunda Guerra Mundial. Durante esos años soberanos, fue justamente cuando aparecieron los primeros registros de la pelota naranja en el país. Aunque en realidad, comenzó como una variante del cestoball, siendo popular apenas dentro de ciertos grupos femeninos y viéndose ciertamente relegado en difusión por el fútbol.
Más allá del crecimiento que el básquet fue tomando durante esos años, la gran explosión no llegaría dentro de las fronteras propias, sino con la llegada de jugadores y entrenadores lituanos-americanos que empezaron a darle otra jerarquía a la práctica y sobre todo, a la representación a nivel internacional. Fue justamente con esos lituanos-americanos, que los bálticos se consagraron campeones del segundo Eurobasket de la historia, en 1937 y que luego repitieron dos años más tarde, en 1939. Los monarcas europeos se transformaron en ídolos nacionales y con ellos, el pueblo se terminó de volcar de lleno a apoyar un deporte en el que se habían mostrado superiores al resto de la región.
Pero cuando el auge basquetbolístico no parecía tener límite, explotó la Segunda Guerra Mundial y con ella, llegaron consecuencias devastadoras para Lituania, que pasaría a formar parte de la Unión Soviética y perdería la independencia durante los próximos 50 años. Sin embargo, lejos de abandonar ese fanatismo ganado un tiempo atrás, el pueblo lituano tomó como propio el juego y lo utilizó como un arma de lucha contra la la dominación. Los enfrentamientos entre el Zalgiris Kaunas y el todopoderoso club militar CSKA de Moscú, se volvieron legendarios y una de las pocas chances que tenía Lituania de enfrentar, e incluso ganarle, a quienes veían como sus opresores.
Con todo esto, y con el detalle no menor de que los lituanos eran realmente muy buenos para practicar el baloncesto, la fuerza que este tomó en sus tierras no sorprende. Como tampoco lo hace el hecho de que una vez que recuperaron su independencia, en 1991, se transformaron en uno de los seleccionados más dominantes del territorio FIBA. ¿Y cómo iba a ser de otra manera, si cuatro de los principales héroes del oro soviético en Seúl 1988 (Marciulionis, Sabonis, Kurtinaitis y Chomicius) eran lituanos?
"El básquet es como una especie de religión para nosotros", nos dice Radvila. "Es seguido por muchísima gente y empuja a jugar a la población joven. El fútbol también es popular, pero mucho menos que en otros países. Aquí el básquet está muy por encima en popularidad del fútbol y de cualquier otro deporte. Solemos decir que en Lituania tenemos a tres millones de expertos en básquet... y tres millones de personas es toda nuestra población".
"Hemos tenido algunas estrellas y los chicos quieren seguirlos y desean ser como ellos. De esos chicos se van formando nuevas figuras, que a la vez empujan a otros todavía más jóvenes a unirse. Lituania pudo ser una potencia mucho antes, pero era parte de la Unión Soviética. En ese entonces, ganarles con equipos puramente lituanos a los soviéticos, no solamente era una cuestión de honor, pero también una pequeña victoria contra la opresión. Unió a todo el pueblo y aparentemente, esa tradición de pelear por nuestro país se ha mantenido hasta hoy", comenta el DT.
La versatilidad, la ruta elegida
Motiejunas, símbolo actual de la versatilidad de los pivotes lituanos
La idea de esta serie de artículos es conocer la filosofía y los distintos tipos de escuelas basquetbolísticas de cada una de estas potencias. Por eso, le consultamos a Radvila por la identidad del básquet lituano y el DT fue claro a la hora de contarnos cuáles son los caminos que hoy buscan recorrer desde la Federación que comanda Sabonis.
"No pienso que nuestro básquet sea diferente al resto, pero una cuestión a la que estamos yendo y apostando es la versatilidad. Realmente queremos que nuestros jugadores no tengan una especialidad o un puesto fijo. Nos gustaría que incluso los pivotes puedan atacar con éxito desde la línea de tres puntos, driblear la cancha completa y sin demasiado esfuerzo, ofrecer la posibilidad de cambiar en los pick and roll y defender en el perímetro. Nos encantaría destacarnos por esa característica, preparando a los entrenadores tácticamente, para que luego se lo transmitan a los jugadores".
"Durante los primeros años de preparación de los jóvenes, para nosotros es muy importante que sumen la mayor cantidad de elementos posibles, para luego poder desarrollar y mejorarlos durante la actividad de los partidos. Pueden incluso ser cosas no relacionadas al básquet. Lo más importante es que el chico disfrute, que encuentre elementos competitivos, que quiera ganar, que tenga la posibilidad para ganar y que esté participando en el deporte solamente porque hacerlo le da un gran placer".
¿A qué se apunta específicamente? "En esas edades, la mejoría de los elementos técnicos no es tan importante para nosotros. En las habilidades físicas le damos prioridad a la agilidad, rapidez, velocidad, coordinación, plasticidad, la diversificación de nuevos movimientos, cambiar condiciones y tomar decisiones apropiadas rápidamente. Solamente después de todo eso, nos enfocamos en el básquet y el progreso de las cuestiones técnicas".
Ya hablamos de lo técnica y lo físico, ¿pero qué tal lo táctico? Para Radvila, el abuso de ese elemento en edades tempranas está atentando contra la gran apuesta de la Federación: la mencionada versatilidad.
"La táctica es un tema muy profundo. Nuestros campeonatos empiezan desde las edades de 11 y 12 años y algunos entrenadores ya toman un enfoque de preparación táctica desde esa época. Pero no estamos de acuerdo. Incluso la separación por posiciones no debería empezar antes de los 15 años. Por esa razón, la práctica de cuestiones tácticas no debería llevar la mayor parte de un entrenamiento, antes de los 14 o 15 años. Desafortunadamente, los técnicos por querer llegar a un resultado rápido, le prestan menos atención al desarrollo individual de los jugadores. Y esto nos afecta a la larga, ya que los chicos pierden versatilidad".
Una lucha de recursos
A pesar de su baja población, el público lituano es de los más presentes del básquet FIBA
El principal problema que debe afrontar Lituania es nada menos que la falta de recursos, ligada a su baja población. Las matemáticas no mienten: aún con la pasión con la que se vive el básquet en el país, el contar con menos de tres millones de habitantes trae limitaciones enormes. Y como nos cuenta Radvila, no solo en cuanto a los jugadores, sino a la hora de encontrar formadores capacitados.
"El mayor problema con el que convivimos pasa por la falta de competición, porque tenemos una población pequeña y por ende, poca gente que juega al básquet. Aún cuando tenemos un potencial muy grande, no es tan inmenso como nos gustaría que sea. Esto nos preocupa todavía más entre las chicas, ya que tenemos apenas una por cada siete chicos que practictan este deporte. Y en cuanto a los mayores problemas en el proceso de desarrollo, creo que el inconveniente pasa por la falta de técnicos calificados".
"Al momento en el que un entrenador alcanza un nivel más alto, después nunca regresa a darle esa experiencia adquirida a los jóvenes, sino que comienza a entrenar con jugadores y equipos con un nivel de excelencia más alto. Por lo tanto, el objetivo principal de la Federación es preparar y desarrollar entrenadores de calidad, no jugadores".
Potenciando el problema, está el hecho de que el baloncesto no está tan presente en las escuelas lituanas. O al menos, no a los niveles que uno podría imaginar por su absoluta popolaridad: "No tenemos básquet como deporte en las escuelas. Algunas secundarias lo tienen como una especie de introducción al deporte, pero no demasiado profundo y durante un pequeño período de tiempo. En las escuelas donde el profesor ha jugado antes o le gusta mucho, él o ella va involucrar al básquet en el programa. Así que no podría decir que todos nuestros chicos tengan un contacto con el básquet desde la escuela. Casi todos dan sus primeros pasos en el deporte con institutos de básquet privados o gubernamentales", cuenta el encargado de las juveniles.
Y sin embargo, con una base de jugadores pequeña de la cual seleccionar, ahí está Lituania. Siempre en los primeros casilleros de cualquier competencia en la que participe, ya sea a nivel mayor o juvenil. "Sin grandes posibilidades en el mercado, estamos muy orgullosos de tener a nuestra selección en el tope de los rankings sin importar la edad. Podemos tener desventajas en la capacidad individual y en la habilidad física, pero nuestros equipos siempre están preparados". Y por supuesto... ¿cómo no iban a estarlo, si estamos hablando de la gran religión lituana?