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Hace exactamente cuatro años, el seleccionado argentino veía cómo se cerraba la etapa de dos de las más grandes leyendas que tuvo el básquet del país en particular y el deporte nacional en general: ante los Estados Unidos y con los Juegos Olímpicos de Rio 2016 como escenario, Manu Ginóbili y Andrés Nocioni disputaron su último partido con la camiseta de la selección.

El encuentro terminó con victoria para los norteamericanos por 105-78, una demostración del dominio que luego los convertiría en campeones por tercera vez consecutiva. El escolta bahiense finalizó con 14 puntos y 7 asistencias, mientras que el alero santafesino registró una planilla de 12 tantos y 5 rebotes. El resultado y las estadísticas fueron algo totalmente secundario en comparación con lo que significaba darle fin a un ciclo tan exitoso como el que protagonizaron estas estrellas.

En total, Ginóbili pasó dieciocho años como miembro del seleccionado. Nocioni se quedó en diecisiete, pero ambos fueron capaces de acumular un subcampeonato mundial, un oro y un bronce olímpico como principales logros. En cuanto a lo tangible, claro está. Porque la realidad indica que el triunfo más grande de la Generación Dorada que ellos integraron fue mantenerse en la élite de la élite sin perder los valores y los principios que tanto ha caracterizado a sus componentes a lo largo de sus respectivas trayectorias.