Lima 2019

AEI: Argentinos Emocionalmente Inestables

20:16 04/08/2019 | Los Panamericanos mostraron una faceta clásica de los hinchas, potenciada por la incertidumbre que genera un equipo con talento que nunca jugó un torneo mundial junto.

Foto @lucasmcurra

Si algo ha caracterizado en la historia el espíritu latino, y sobre todo el argentino, es su irregularidad en las emociones. Muy fácil sube y muy fácil baja. En la vida en sí y, particularmente, en lo relacionado al deporte, que ya de por sí es una actividad con poca previsión. 

Este equipo de básquetbol de Argentina tiene características que aumentan el movimiento de esos genes que tanto nos alteran, para bien y para mal. Individualmente es indudable que hay: un jugador diferente a todos (Scola), muchos jugadores con talento demostrado, juventud, hambre, compañerismo y buenas vibras. Eso no está en discusión. 

De la parte incomprobable está lo que pueden conseguir juntos. Hasta ahora, más allá de la participación de varios en los últimos Juegos Olímpicos y algunos en el Mundial 2014, ha cambiado tanto el panorama en los útimos tres años con la mayoría que necesitan medirse al más alto nivel. Claro que eso, en Argentina, solamente se puede conseguir en un Mundial o Juego Olímpico. Ni la Americup ni las ventanas son reflejo fiel de dónde está parado este grupo. 

Entonces, pasa que se viene un Mundial en menos de un mes, en la 2018/19 muchos tuvieron actuaciones destacadísimas y la ilusión empieza a jugar cada vez más su rol de bombeador de sangre. A veces es bueno, a veces es malo. Empiezan los Panamericanos y Argentina le da una paliza memorable a Uruguay. Confirmado: este equipo puede soñar con meterse en las semifinales de China. ¿Qué duda cabe?

Pasan menos de 20 horas y, tras un partido flojo, se le gana a Dominicana en suplementario. El triunfo, y sobre todo la forma, hace que los mismos hinchas no miren demasiado los defectos y errores y destaquen el carácter, la garra y la personalidad para superar una situación complicada. Seguimos siendo candidatos a semifinales. 

Resulta que un día después, el rival es el peor México de los últimos 20 años, ya eliminado, y Argentina pierde mal. Claramente. Ya no hay demasiadas cuestiones para destacar entonces todo el castillo de naipes se viene abajo. No solamente no somos más candidatos a semifinales del Mundial, sino que algunos aseguran que en la primera ronda no vamos a poder vencer a Nigeria y, los más extramistas y AEI, dudan que se pueda superar a Corea del Sur en el debut. ¿Viajamos a China o corremos el riesgo de volvernos en primera ronda? Piensan algunos aventureros que ya tenían armada la valija para estar 20 días en la exótica Asia.

Es casi una situación de crisis terminal. ¿Cómo el Oveja no llevó a Piñero? ¿Paolo no estaba para jugar? Los nombres pedidos se multiplican: desde Acuña, pasando por Safar, Daniel Amigo y cualquiera que alguna vez haya estado cerca al menos de una convocatoria. La desesperación es casi similar a la de una sociedad a la que le avisan que en media hora llegará un tsunami. Lima cobija en vivo a varios de los afectados. El resto lo padece en su casa, en Argentina. 

Cuando toca Estados Unidos en semis, la negatividad llega a su techo y ya anticipan el fracaso del equipo, ya no en China, sino en Perú. Nos volvemos sin medalla. No hay ninguna chance de nada. Somos los peores del planeta. Entonces empieza el partido y Argentina saca 10, 20, 30, 40 puntos de diferencia. Las caras cambian con la misma facilidad que lo hicieron, al revés, un rato antes. La diferencia que va viéndose en el partido es proporcional a la clasificación próxima en el Mundial, y cuando toca los 40, no hay manera de parar esa realidad que queda absolutamente clara ante los ojos: sí, Argentina es candidata a la medalla de oro en el Mundial. ¿Alguien puede negarlo?

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