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¿Por qué a los entrenadores de la NCAA les cuesta tanto la NBA?

10:21 10/09/2020 | Es una discusión que viene de siempre, pero acentuada en las últimas décadas. Son muy pocos los coaches que llegaron desde la Universidad y tuvieron éxito.

Brown, Donovan, Stevens y Krzyzewski

El rubro entrenadores en los Estados Unidos tiene muchísimos factores interesantes para ser analizados. Uno es por qué hay tan pocos negros en la NBA como head coaches. En una Liga que tiene un 81.4% de jugadores de ese color de piel, solo 8 entrenadores de los que empezaron la 2019/20 son negros (26.7%). Ah, y tres fueron despedidos en los últimos días. Una sola vez en la historia (1975), se enfrentaron dos entrenadores negros en la final. 

Otro punto es por qué hay tantos exjugadores de la NBA que llegan con relativa poca experiencia, o ninguna en otra categoría de campeonato. Esta semana resaltó lo de Steve Nash, que encima tomará las riendas de un equipazo como Brooklyn, con dos megaestrellas como Kevin Durant y Kyrie Irving, pero hay muchos otros ejemplos: Steve Kerr, Scott Brooks, Nate McMillan, Rick Carlisle, Doc Rivers, Luke Walton y más. Antes el número era todavía mayor. Ahora no tanto. Misma pregunta nos hacemos con por qué solo Igor Kokoskov ha sido el único europeo en dirigir a un equipo NBA. Hay teorías de conocimiento de entorno que influyen, pero solo teorías. 

Con el despido esta semana de Billy Donovan de OKC, surgió otro viejo tema. ¿Por qué es tan difícil para los entrenadores que llegan desde la NCAA tener éxito en la NBA? Interesante cuestión. Porque tiene muchas aristas. De hecho, digamos que Donovan tuvo algo de mala suerte. El coach, joven, firmó con 40 años como coach de OKC en 2015, 8 años después de haber sido entrenador de Orlando por un día, renunciando inexplicablemente en ese entonces para volver a la Universidad de Florida, con la que venía de ganar dos torneos de la NCAA seguidos (2005/06 y 2006/07), teniendo varios latinos en esos dos planteles, como Al Horford, David Huertas o Walter Hodge, más Joakim Noah de estrella. 

Ya preparado, Donovan tomó OKC en 2015 con un plantel de ensueño. Ya no estaba James Harden, pero sí Kevin Durant, más Russell Westrbrook, Ibaka, Kanter, Waiters, Adams, Roberson y más. Ese equipo puso contra las cuerdas a los Warriors de Curry, Thompson y Green en la final del Oeste, cayendo 4-3 luego de estar 3-1 arriba. Increíble. ¡Cuánto hubiera cambiado si OKC derrotaba a GSW! Quizá KD todavía estaría en el equipo y Donovan sería el ejemplo contrario de lo que es hoy: un ex NCAA exitoso. 

La realidad es que, luego de ese año, Durant se fue a GSW, perdieron en primera ronda 4-1 contra los Rockets, situación que se repetiría cada temporada hasta la semana pasada. Esto es, perder en primera ronda. Tras la cuarta, contra Houston 4-3, la dirigencia decidió su salida. 

El motivo por el que cuesta tanto tiene muchas puntas, aunque algunas bastante claras. Salvo Larry Brown, el histórico coach, único en la historia en ser campeón NCAA (Kansas 1988) y NBA (Detroit 2004), a los más relevantes entrenadores de la NCAA que saltaron a la NBA en las últimas décadas, no les fue muy bien. Fue muy promocionado Rick Pitino a finales de los 80 en los Knicks, pero salvo una segunda ronda en 1988/89, no pasó nada. Y luego tuvo 4 años malísimos en Boston, sin entrar nunga a playoffs. Venía de ser finalista con Providence y entre Knicks y Celtics, campeón con Kentucky.

Luego está el caso de John Calipari, que cayó a la NBA en la misma época que Pitino a los Celtics y fue a los Nets, donde metió una primera ronda en su segundo año (0-3 contra los Bulls de Jordan), y al año siguiente (98/99), fue despedido tras arrancar 3-17. 

La primera razón que podríamos argumentar es la enorme diferencia de rol de un entrenador prestigioso de la NCAA cuando salta a la NBA. De manejar prácticamente todo en la Universidad (presupuesto, reclutamiento, juego, etc) y ser el puto amo (los jugadores deben obedecer al ciento por ciento), pasan a una Liga donde los dueños son los jugadores y deben acomodarse demasiado, rescindiendo muchísimo protagonismo. 

Además, y no es un dato menor, los grandes coaches de la NCAA tienen salarios tan buenos o mejores que los de la NBA. ¿Para qué arriesgarse? Mike Krzyzewski, mil veces candidato a casi todas las franquicias de la NBA, está desde 1980 en Duke. Fue campeón cinco veces, es casi el dueño de la Universidad, los jugadores lo aman, no tiene grandes presiones y se lleva al bolsillo 7.2 millones de dólares, lo que lo ubicaría tercero entre los mejores pagos de la NBA, solo detrás de Popovich y Rivers. 

¿Dejar la vida en paz en Duke para subirse a la montaña rusa de un equipo NBA con enormes presiones y egos desbordados de jugadores? No, paso, dijo varias veces Mr. K. Calipari, que después de los Nets se hizo cargo de Kentucky, es hoy el mejor pago en la NCAA, ganando un salaio de 8.1 millones. ¿NBA de nuevo? Ni soñando. 

Está claro que, para algunos, el salto es algo que no pueden manejar. Más allá del control en la Universidad y del salario, quieren la gloria y el desafío. Jay Wright está en Villanova desde 2001 y ganó dos de los últimos cuatro torneos de la NCAA. Tiene 59 años y quizá ya haya pasado su momento, pero ¿lo tentará ir a la NBA? Quizá lo tiene más subir en el escalafón NCAA. Ganando ahora 3.8 millones, dicen que en octubre pasado la UCLA le ofreció el doble, 7.7. 

La historia marca que el éxito en el salto fue para unos pocos. Hoy, el caso de Brad Stevens es claramente el más contundente. Con solo 37 años, llegó a los Celtics luego de haber metido dos veces seguidas a la humilde Universidad de Butler en la final de la NCAA, perdiendo ambas, una contra la Duke de Krzyzewski y otra contra Connecticut.

En 2013, Stevens firmó por 6 años con Boston y 22 millones de dólares de salario (3.7 anuales), y su carrera fue en pleno ascenso. Primer año sin playoffs, segundo cayendo en primera ronda 4-0 y, desde el tercero, siempre siendo protagonista, alcanzando dos veces la final del Este ante los Cavs de Cleveland. El año pasado, con Irving, perdió en semis del Este contra los Bucks de Giannis. Ahora tiene una nueva chance de hacer historia, pero nadie duda de su capacidad y prestancia. Es la excepción que confirma la regla.

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

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