Campazzo y un momento de reflexión sobre su primera temporada en Denver
18:01 13/06/2021 | Antes de que empiece el juego contra los Suns, unas palabras sobre todo lo que le está tocando vivir al de los Nuggets en su salto a Estados Unidos.
Quizás sea hora de modificar el momento de los análisis. Tal vez, para evitar estar condicionados por los resultados, es tiempo de dejar de fijar la vista en ellos y volcar los ojos en el proceso, en todo lo que ocurrió antes. Las luchas, las sonrisas, los buenos, los malos y los irregulares instantes en los que el aprendizaje surgió a partir del error. Aciertos, certezas, equivocaciones… ¿No les gustaría un cambio?
En aras de conseguirlo, y sea cual sea el desenlace de los Nuggets y Facundo Campazzo esta noche en el Ball Arena, es el instante justo para sentarse, cerrar los ojos, pensar y reflexionar sobre la primera temporada del cordobés en Denver y la NBA.
Lejos parecen quedar aquellos primeros partidos en la pretemporada, a la que el argentino llegó en ritmo tras una época prolífica en Real Madrid, pero le costó asentarse en ambos costados, cometiendo duras faltas en defensa por su costumbre a presionar al portador del balón y errático en ataque, siendo relegado al rol de tirador desde las esquinas.
3,7 puntos, 2,0 asistencias, 0,7 rebotes, 25,0% en triples y 30,8% en tiros de campo… Tres partidos de pretemporada y esas eran sus medias en apenas 16,1 minutos de promedio en cancha, con la timidez como bandera y la falta de certezas como espuela.
Lo mismo cuando empezó la temporada regular. Twitter en Argentina era un lugar poco amistoso para Mike Malone, Will Barton era el objeto de las críticas y Michael Porter fue recriminado constantemente por su falta de disposición y agresividad. Entre todo eso, Facundo pasaba sin pena ni gloria sus primeros tres encuentros, sin llegar siquiera a los diez minutos en cancha en alguno de ellos.
8:08 en el primero, 3:11 en el segundo, 5:26 en el tercero...Terco, no se rindió y poco a poco fue ganándose la confianza del entrenador a base de buenas tareas defensivas, presionando a cual rival se le ponga enfrente y dando clases de cómo reaccionar ante situaciones adversas.
Finiquitó enero con 13,9 minutos en cancha, anotando poco (4,3 puntos por encuentro) y lanzando de forma eficiente (38,5%) en las esquinas, demostrando que el sol iba saliendo en la cuadra de Denver.
La vida le puso una barrera en ese maldito mes y al inicio del mismo, más precisamente el cinco, en la derrota de los Nuggets ante los Lakers, sintió una molestia en la rodilla derecha que no le permitió volver al terreno de juego tras poca acción. Por suerte fue solo un susto y se perdió apenas dos encuentros.
Como si fuera un cohete prendido fuego, luego de ese mal asunto explotó y ese progreso continuó sin freno, ya con 22,7 de tiempo en el rectángulo y con 8,4 tantos y 2,7 asistencias por encuentro en febrero. 15 puntos y 4 entregas ante los Lakers el 14 de ese mes, 15 y 8 contra Boston dos días después, 14 y 1 frente a los Wizards la noche siguiente… Estaba encendido, impactando atrás y sobre todo adelante, con 38,6% en triples.
La vara se mantuvo en el mes de marzo, aunque la irregularidad en el lanzamiento de tres volvió a ser una constante, lanzando a un 23,3%. Pero dio juego (4,5 asistencia), molestó en defensa (1,2 robos y 0,2 bloqueos) y se quedó tranquilo, con la confianza de que todo mejoraría con el tiempo.
Finalmente, un 12 de abril llegó la noticia más dura y Jamal Murray sufrió un desgarro en el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Denver venía de ganar ocho de sus últimos nueve encuentros, pero en esa noche llegó la segunda caída seguida y todo era una desidia.
Era hora de que Campazzo diera un paso adelante, ya no había forma de mirar atrás. De los 65 partidos que terminó disputando en la temporada regular, 19 fueron desde el arranque, con su nombre y apellido pronunciados en las presentaciones del quinteto titular en cual estadio los Nuggets iban a jugar.
Respondió el cordobés al desafío y promedió 9,6 puntos, 3,6 rebotes, 5,6 asistencias, 1,7 robos, 0,3 tapas, 1,7 pérdidas y 2,2 faltas personales, mientras que lanzó a un 38,7% de campo, 32,6% de tres y 94,1% en libres, que fue, dicho sea de paso, la mejor marca de su carrera si se tienen en cuenta solo esos juegos.
Agresividad en la defensa seguidor ante los guardias estelares rivales, intensidad y anticipación en los cambios con grandes, claridad adelante para acelerar el ritmo, confianza para atacar el aro en transición o tras contacto en cinco contra cinco, visión para detectar a los compañeros libres y adaptación para complementarse con Nikola Jokic en la generación, ofreciendo una versión divergente a la de Jamal Murray.
Ofensivamente hablando, su punto de progreso más elevado fue su seguridad con el balón, demostrando que con más minutos su aporte en el traslado no decayó, sino que aumentó y mejoró. De titular, su ratio de asistencias/pérdidas, que mide el número de pases entregados por cada pelota malograda, fue de 3,5, una cifra extremadamente alta si se compara con lo que logró de suplente (2,9), y siempre teniendo en cuenta que ese guarismo puede caer o levantarse con mayor participación.
De hecho, solo Jokic y Jamal Murray tuvieron mayor frecuencia de pases en Denver en la temporada regular 2020/21, con 25,4% para el serbio, 10,8% para el canadiense y 10,7% para el argentino. Esa media de Facu, con la lesión del armador principal, se fue hasta el 16,7%, y sus compañeros anotaron un 42,8% de campo, 45,0% de dos y 39,5% de tres cuando fueron asistidos por Campazzo, y en el primer y último segmento el siete mantuvo cifras superiores a las de Nikola, el mejor facilitador del equipo. ¿Notable no?
Otro de sus elementos más claros fue su capacidad para acelerar el ritmo, en el que Denver es el tercero más lento de toda la NBA (97,1). Como titular, solo Michael Porter marcó más puntos en transición que Campazzo, quien aprovechó sus piernas para anotar como portador primario o tras recepción, con 2,5 por juego.
El tiro de tres, por otro lado, continuó siendo su lucha. El único lugar en el que lanzó por encima del 40% como titular fue en la esquina izquierda, donde anotó cinco de sus 12 tiros (41,7%). Allí, tras recepción y aprovechando los doblajes a Jokic, hizo daño desde que empezó la temporada y como inicial no podía ser lo contrario.
Lamentablemente, en los triples desde la esquina derecha solo anotó tres de sus 11 lanzamientos (27,3%) y todos los tiros desde los codos y el eje fue donde más sufrió, especialmente porque son los intentos que las defensas le dan cuando le pasan por detrás en los picks en los que es portador de balón. Su media fue 17/57, con un muy bajo 29,8%.
Siguiendo por esa línea, su media distancia fue una alternativa, anotando dos de sus cuatro intentos, como así también atacar la pintura, en la que marcó en 14 de sus 23 pruebas (60,9%) y estableciendo la pauta de que, cada día que pasa, su velocidad para llegar hasta el aro, con las variantes, podía aumentar en los playoffs.
¿Y en defensa? Intensidad, velocidad de piernas, movimiento de manos y fortaleza del centro de gravedad. Campazzo es la oda a la técnica, esa que recalcan todos los entrenadores del país en las formativas.
Por ejemplo, en deflections, que premia los momentos en los que en cualquier lugar de la cancha un defensor provoca que la pelota vaya en una dirección diferente a la que pretendía el jugador ofensivo, Campazzo fue el segundo que más desvíos logró por promedio y en total con 2,7 y 176.
Junto con eso, el paradigma que resaltó la calidad atrás del argentino se extiende hacia todos los guardias con los que se midió esta campaña. Cuando el cordobés tuvo que marcar a jugadores de su misma posición (guardias en general), en 388:46 minutos (1514.9 posesiones parciales), los mantuvo a un impresionante 32,8% en triples y 40,2% en tiros de campo, forzándolos casi siempre a tomar lanzamientos incómodos y en posiciones fuera de sus zonas de confort.
Además, lo más positivo de todo, porque al final es lo único que verdaderamente importa, es que su equipo siguió siendo competitivo, ganando y peleando por los primeros puestos. Los Nuggets fueron contundentes y finalizaron la regular en la tercera posición, con un balance de 47 victorias y 25 derrotas. Nada mal para un equipo que había perdido a su principal estrella, con refuerzos que llegaron vía traspasos como Aaron Gordon y JaVale McGee.
Llegaba el desafío más importante frente a Damian Lillard y le costó mucho al argentino establecerse. “Tenés menos tiempo para tomar determinaciones. Se asemeja más a lo que estaba acostumbrado, con menos espacios, menos margen para el error y si te equivocás lo pagás caro. Cada detalle cumple una función importante. Por momentos sentí que no le podía sacar la ficha a mi juego, me costaba entrar en ritmo, por momentos me sentía bien, entonces intentaba ayudar al equipo en ese sentido, de atacar más el aro, atacar desde el tiro de tres puntos, hacer jugar, no perder la intensidad en la defensa… Así como los estudiamos, ellos lo hicieron con nosotros. Intenté jugar lo más inteligente posible, pero me di cuenta que tengo muchísimas cosas para mejorar”, fue el diagnóstico de Campazzo, realizado en una nota en La Nación.
Damian terminó convirtiéndole 16 puntos en el primer encuentro de la serie y a partir de ahí combatió contra un mal al que no estaba acostumbrado. Lo mismo sucedió en el segundo choque, en el que Lillard le anotó nueve unidades, con 75,0% en tiros de campo (3/4) y 100% en triples (3/3).
En consecuencia, a partir del tercer encuentro el cordobés empezó a defender a los otros guardias, más posicionados como escoltas que como bases. La tarea de Campazzo en esos partidos fue notable y volvió a demostrar su capacidad de adaptación. Tuvo roces con CJ McCollum, se midió frente a frente con Norman Powell y jamás dejó de estampar su efigie.
Denver logró dominar la serie tras algunos dolores de cabeza y Phoenix fue el próximo rival. Antes del comienzo de la segunda ronda de playoffs, como se podía ver, todavía quedaban muchas cosas por mejorar para Facundo Campazzo. Una era el tiro de tres, otra las penetraciones y finalmente la defensa ante los portadores de balón.
Lo último fue puesto en duda en el último cuarto del primer encuentro, cuando Chris Paul controló el juego y a la defensa de los Nuggets en general, pero hizo un gran trabajo en los tres cuartos anteriores, en los que incomodó al base presionándolo toda la cancha y permitiéndole anotar solo siete puntos.
Y en las primeras dos cuestiones el cordobés no solo se redimió, sino que aumentó sus prestaciones al punto de que terminó jugando su mejor partido ofensivo de estos playoffs, finalizando con máximas en minutos (36:05), tantos (14), tiros de campo (cinco) y triples (tres) anotados, a la vez que sumó también seis asistencias y cuatro rebotes.
Lamentablemente, su rendimiento se diluyó en los próximos dos encuentros, con 29:03 minutos en el segundo choque y solo 17:50 en el tercero. Anotó apenas tres de sus nueve triples intentados, recolectó nueve puntos entre ambos juegos y no pudo sentirse cómodo en el costado ofensivo, ni impactando en el defensivo más allá de algunos arranques de agresividad.
Denver todavía no le encontró la vuelta a Phoenix y los resultados positivos de series y partidos anteriores quedaron en el olvido. De ganar hoy los Suns, los Nuggets quedarían eliminados, pero, como se estableció al principio, el resultado es secundario en este análisis.
Independientemente de lo que pase hoy, la temporada debut de Campazzo en la NBA está aprobada, con la certeza de que el margen de progreso es amplio y que la avenida en la que avanza no es angosta, sino ancha. Lo dejó todo en busca de un sueño y lo está consiguiendo, con moretones y cicatrices, pero siempre rindiendo y con su corazón en cualquier cancha ofreciendo.
Ignacio Miranda/ [email protected]
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