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"Es un base y debe tener cuidado porque tuvo tres pérdidas. Proteger el balón como visitante es muy importante, especialmente contra un buen equipo en la segunda noche de un back to back". 

El 30 de diciembre del 2020, unos pestañeos antes de que se celebre el año nuevo, Facundo Campazzo estaba viviendo un periodo de adaptación y venía de hacer un partido irregular ante los Kings, cuando su equipo, los Nuggets, no pudieron imponer su poderío ofensivo y perdieron 115-125. 

La frase pertenece a Michael Malone y hacía alusión al exbase del Real Madrid. Es que el entrenador de Denver estaba un poco furioso no solo con el argentino, sino con todo el plantel. 20 pérdidas que resultaron en 37 puntos para Sacramento fue el motivo de la irritación y una porción de ellas llegaron de la mano del cordobés. 

En 17 minutos en cancha, el exjugador de Peñarol tuvo tres balones malogrados y la situación no era nada esperanzadora. Pero fiel a su estilo, Campazzo demostró que puede adaptarse como zapatilla al pie en cualquier escenario. 

Exactamente 118 días pasaron desde esa declaración ácida y realista del coach de los Nuggets, y el cambio de Facundo viene siendo rotuno, especialmente desde que asumió la pesada carga de reemplazar al lesionado Jamal Murray en el puesto de guardia titular. 

Aceptó y rindió haciendo lo que sabe, jugando, organizando y alimentando a sus compañeros, encontrando los espacios y complementándose con Nikola Jokic para explotar los laberintos de un plantel con un poderío ofensivo que roza lo infinito, pero que escasea en cuanto a facilitadores. El serbio y el argentino vienen del mundo FIBA y saben cómo explotar ese nicho perfectamente.  

El detalle diferencial del salto de Campazzo se produce a la hora del cuidado del balón. Pasó de ser un indómito armador al que parecía costarle arriesgar los pases y los ataques al aro a un seguro base que no le tiene miedo al momento de asistir o irse a la canasta con celeridad. 

Así lo demuestran las estadísticas y en sus siete partidos como titular a tiempo completo el exterior perdió solo ocho pelotas, a un promedio extremadamente bajo de 1,1 por encuentro. Y en los últimos dos choques, el base apenas tuvo dos pérdidas, que se contraponen a las 21 asistencias que consiguió en esos últimos cotejos y se suman a las 16 que venía acumulando (5,3 de media).

De hecho, de los jugadores que sumaron 50 o más minutos en estos últimos siete partidos, el argentino es el cuarto que menos balones malogró, siendo solo superado en el podio por Austin Rivers (dos en 94 minutos), Shaq Harrison (dos en 86) y Paul Millsap (seis en 82). 

"¿Qué querés de un base? Necesitás un armador que organice al equipo, mejore a sus compañeros y cuide la pelota, y Facu en los últimos dos juegos lo estuvo haciendo de manera fenomenal", expresó Malone en la conferencia de prensa posterior a la victoria de anoche ante los Grizzlies. 

El cambio está claro y su seguridad es otra, que se traduce en esos ataques al aro constantes, sin dudar y anticipándose a sus marcas con su letal primer paso. Ayer, por ejemplo, dio muestras claras de progreso en ese sentido y tuvo dos definiciones excelentes, una en el contragolpe y liquidando como finalizador y otra en la que atacó el aro con celeridad y antes de que llegue la ayuda se elevó para anotar una bandeja con su mano derecha y a pierna cambiada.

Por último, un dato que evalúa la cantidad de entregas en relación con la cantidad de errores es el ratio de asistencias/pérdidas, que mide el número de pases entregados por cada pelota malograda. Acá se demuestra la eficiencia de un jugador o un equipo a la hora de tomar decisiones y tener un índice bajo no es bueno para un basquetbolista, y mucho menos para un base, ya que significa que malogra muchos balones. Mientras más alto sea el número, más asistencias se otorgan sin malograr las posesiones.

¿Cómo le fue a Campazzo en esa estadística durante los últimos siete choques? Fue el jugador de Denver que más alto ratio de asistencias/pérdidas tuvo, ¡con 4,63! Arriesgar sin perderla, la esencia de Campazzo que al fin se puede ver, cuando su equipo más lo precisa y en la víspera de los playoffs, ante conjuntos que siguen siendo competitivos, debido a que, de los siete ante los que se midieron, solo los Rockets no están entre los ocho mejores del Este y el Oeste o con chances de pelear en el play-in.

Pase para acá, puntos por allá, es Facundo que no deja de jugar. Va, viene, se divierte y se entretiene. Una risa y un sueño, un corazón y poca razón. Todos a la escuela, es de Argentina y la vida, otra vez, parece buena. Lo mejor lo espera.  

Ignacio Miranda/ [email protected]
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