NBA

Austin Rivers, la moneda de cambio que cobró valor en Denver

14:23 30/05/2021 | Acaparó críticas por ser el hijo de y cuando todo venía en picada, los Nuggets lo rescataron.

Austin Rivers y un renacer en Colorado (Foto: Getty)

Un niño prodigio, un fuera de serie, un crack o la frase "este pibe la va a romper", enmarcaban las expectativas que se habían generado en torno a Austin Rivers y su etapa tanto colegial como universitaria.

 

El colegio Winter Park de Florida fue donde dio sus primeros pasos en el básquet y en donde fue rápidamente figura con grandes actuaciones con la caja de resonancia de ser el hijo de un jugador de la NBA con cierto nombre como lo fue Doc Rivers, sobre todo en su etapa en los Knicks. Allí logró ser el mejor jugador del año en la temporada que tuvo 28.2 de media en puntos y se mostraba listo para el básquetbol universitario.

 

 

Duke es una palabra mayor en la NCAA, infinidades de jugadores y títulos lleva consigo esa universidad, por lo que representar a esa entidad no es para cualquiera y la oportunidad de ser parte tampoco. Con Mike Krizewsky a la cabeza, Austin Rivers fue parte de los Blue Devils durante una temporada con un promedio de 15.5 en puntos y los rumores de saltar a la NBA se consolidaron cuando se declaró elegible para el Draft del 2012.

 

Quizás un poco pronto o no, a Austin lo esperaba la NBA y según las predicciones iba a ser entre los cinco primeros. Allí estuvo el primer revés, ya que no estuvo entre los primeros y arañó un para nada despreciable décimo puesto yendo a jugar con los New Orleans Hornets. La mejor liga del mundo te pega en la cara si no estás listo física y mentalmente y eso ocurrió con Austin que arrancó a tranco lento, sin poder acomodarse y rápidamente se transformó en un jugador de la banca con un rol muy de reparto.

 

Se podría decir que sus primeros años en la NBA fueron en ese tono (6.2 puntos y 2.1 asistencias en su años rookie), con la etiqueta de que ‘este que era tan bueno, al final no lo era tanto’ y así fue que para bien o para mal, papá Doc salió al rescate y se lo trajo a sus filas cuando entrenaba a los Clippers.

 

En Los Ángles consguió cierta estabilidad y parecía reencausar el rumbo hacía un jugador importante, pero el ser el hijo del entrenador le bajaba el precio a sus actuaciones buenas y se lo subían en sus actuaciones magras. Siendo un Clipper tuvo su mejor temporada de puntuación con 15.1 en la temporada 2017/18, mientras el elenco de California seguía padeciendo los sinsabores de no conseguir resultados y sin siquiera arribar a la final de la conferencia Oeste.

 

Cuando parecía estar en su mejor momento de la carrera, en busca de continuar reconstruyendo para llegar a lo más alto, los Clippers fueron por un pivote, escogiendo a Marcin Gortat y entregando a cambio a Austin. A partir de su estadía en la capital, Rivers bajó sus números considerablemente y nunca más llegó a los diez puntos de promedio y mucho menos a ser pieza clave en un equipo.

 

Houston fue nuevo desafío tras ser liberado por los Suns, que lo habían conseguido en un canje a tres bandas, pero ni siquiera lo consideraron para sumarlo. En los Rockets con la temporada empezada se hizo un lugar dentro de la rotación, pero con un rol secundario desde la banca y fueron dos temporadas de 8.8 de promedio en anotación, pero que no le alcanzaron como para que la franquicia le ofrezca una renovación.

 

Con la libertad de acción, hubieron ofertas y justamente coincidió en que su padre Doc oficializaba su llegada a los Sixers, un desafío importante en una ciudad que anhela llegar a la gloria de épocas pasadas. Sin saber bien, si fue para complacer al entrenador entrante o porque realmente les gustaba el juego de Austin, la directiva pensaba firmemente en contratarlo, pero hubo alguien que se opuso, su padre. Doc hizo un trabajo fino en el verano y ante la posibilidad que también tenía su hijo de recalar en los Knicks, lo persuadió para que aceptara ir a la gran manzana, en desmedro de volver a trabajar juntos.

 

Así fue que con la frase de “si lo haces bien en Nueva York, todo se magnifica”, que Glen lo convenció a Austin de ser un Knicks como lo fue él en los noventa, pero lejos estuvo de ser un cuento de hadas. Solamente 21 partidos disputó para New York con 7.1 puntos de media y fue liberado, siendo otra vez moneda de cambio en el mercado.

 

Los Nuggets no estaban en el radar hasta que el infortunio de la lesión de Jamal Murray los obligó a engordar su plantilla, ya que Monte Morris también estaba de baja y sumar gente de relevo y experiencia era menester para competir en los playoffs. La llegada de Austin, a pesar de su experiencia, era un apuesta con un contrato de diez días y ver qué pasaba.

 

Tras unos primeros partidos en donde se acomodó a la estructura de Malone, Rivers retribuyó su confianza con juego de equipo, haciendo lo que pedía y tomando el espacio que le dejaban para ir moldeando su figura al compas de lo colectivo. Justamente ante New York se destapó y firmó 25 puntos para responder al destrato deportivo en esa franquicia y fue el punto de partida para que todo Denver confíe en él.

 

Hoy con 25 partidos siendo un Nuggets, Rivers vive su mejor momento y si se tiene en cuenta que llegó por un contrato de diez días, haber sido la pieza angular en el triunfo del juego tres ante Portland con un inmaculado último cuarto, la dirigencia ya debe sentirse satisfecha que ese pleno lo tienen anotado en su haber, tanto como Malone por haber rescatado a este jugador que no será lo que prometió, pero con buena salud física y una dosis de confianza puede resultar determinante para la ofensiva de Denver y su tiro a distancia castigando las rotaciones del oponente.

 

Austin Rivers revivió su carrera en los Nuggets y llegó para quedarse en una plantilla que ya lo cuenta como un jugador de importancia para intentar la quimera de llegar lo más lejos posible en estos playoffs donde están muy atrás en las consideraciones para llegar a la final del Oeste.

 

Mauro Osores / [email protected]
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