Entrevista

Manu Anglese, el entrenador todoterreno

17:21 04/08/2022 | Armó un equipo subcampeón de Liga Argentina y siempre anhela un desafío más. La historia de uno los técnicos en ascenso desde el ascenso.

Manu Anglese (Foto: Prensa Zárate)

Ser entrenador de básquet es una vocación que generalmente nace desde temprana edad, primero ayudando en el mini básquet, en el rol de monitor y conforme al paso de los años y a la dedicación, eso se va acrecentando. Desde allí se puede construir una carrera, dando pasos firmes y por supuesto con un deseo de superación constante que va desde participar de Clínicas especializadas, curso de entrenador oficial y sí se quiere también el profesorado de educación física.

Por este camino comenzó Manu Anglese, hizo todo al pie de la letra, pero claro, su personalidad inquieta no lo mantuvo atado a ningún lado y por eso que apenas pasados los 23 años surgió su primera experiencia fuera de casa en el Club Tempestad de Areco.

“Estaba coordinando el mini básquet de Lanús hacía cinco años y sentía que quería vivir de esto, por eso que cuando llegó la chance de irme, aposté yéndome a Areco. Quería ver que me sucedía yéndome relativamente lejos de mi casa, de mi zona de confort. Me acuerdo que todos me decían que estaba loco, que no me tenía que ir de Lanús, pero yo ya me quería hacer los bolsos, así que me fui por un año porque nació mi hija Delfina y volví”, recordó como su primer movimiento grande en su etapa como director técnico de baloncesto.

La pasión a temprana edad

Manu Anglese es un apasionado de su carrera y su energía lo fue llevando por todos lados, al mismo tiempo que su carisma para convencer y demostrar luego en el día a día que estaba capacitado para manejar lo que le proponían y que no era solo un desfachatado con menos de 20 años.

“Yo estaba de monitor en Luz y Arte, jugamos contra Social Lanús B y lo conocía al Pollo (Raúl Osores, hoy utilero del Club Lanús) entrenador de la tira B de Social. Un verano voy a la pileta de Social, estaba el Pollo y me ofreció para ver si quería ir a trabajar con él y obviamente le dije que sí, así que estuve tres años en el Lobo y en paralelo armé el básquet en el Club Unión en el barrio Santa Teresita”, rememoró sobre sus primeros pasos como entrenador.

A partir de ahí no se puede decir que todo fue vértigo, pero sí de no querer perderse oportunidades. Luego vino la chance de ir al más grande de la zona, el Club Lanús, al mismo tiempo que el femenino en Argentino de Lanús, Monte Grande, Wilde Sporting, Unión Florida y así fueron los años de Manu hasta llegar a convertirse en un profesional cien por ciento, tras su llegada a Temperley para disputar el Torneo Federal Femenino y ser asistente en el masculino, en el equipo que conducía su amigo Leo Costa en la Liga Argentina.

“Temperley fue un paso enorme en mi carrera, tanto por el club como por toda la gente que acompañó en esa estructura. Pude conocer el mundo profesional y lograr definir que quiero para mi vida con respecto al basquetbol. Soy un agradecido de por vida al club, conocí unos enormes compañeros de trabajo y dirigentes con los que he compartido esos tres años hermosos”.

Una buena llama a otra buena y desde Temperley a la selección sin escalas

“La selección fue una experiencia inolvidable para mi, sobre todo por atravesarla con gente que me enseñó mucho y que hoy son mis amigos en el medio, como Hernán Amaya y Leo Costa, en su momento también con Mariano Junco, Laura Cors, Clara (Van Bhetem) y Flor (Bussolo), un cuerpo técnico espectacular. Me dio el privilegio de cantar el himno, me enseñó a ser asistente, un rol muy importante y en sí todo lo de la selección fue emocionante”.

Volver a casa para tomar impulso

Todas las personas que son exitosas en alguna profesión relacionada al deporte, tiene una casa de donde salieron y adónde pueden volver. La base, el punto de partida para explicar el día de mañana cómo comenzó todo. Manu Anglese con Social Lanús tiene es lazo fuerte de un club que cobijó a su familia entera, comenzando por sus padres y que por cuestiones de la vida, por momentos, la soga que lo unía se había deshilachado un poco y estaba endeble.

“Estuve diez años sin pisar mi casa, el Club Social, por diferentes cuestiones y errores que uno comete cuando está confundido y peca de inexperto como me pasó a mí. A partir de la vuelta a Social, todo lo que sucedió fue tremendo porque me acuerdo que hasta los jugadores que eran del club les chocaba que yo vuelva”, explicó.

Social Lanús, un club de barrio, armó un equipo competitivo para el nivel de FeBAMBA con jugadores de las inferiores y el retorno de otros que habían jugado sido campeones del Torneo Federal con Temperley como Nicolás Rolandi y Leopoldo Ibáñez Paz.

“En la vuelta al Lobo fue todo excelente, el primer año ganamos la zona y llegamos al Final Four de la Copa Metropolitana y el club se volvió a llenar de gente. Ganamos el tercer partido en Villa del Parque, un club histórico de capital y para Social eso era mucho. Después vino el Prefederal y como todo club de barrio lo jugamos con los chicos del club, Leopoldo Ibáñez Paz y dos refuerzos, fuimos a buscar a dos tipazos y jugadorazos como son Iván Antoniuk y Julián Aguirre. Ganamos once partidos seguidos, no lo podíamos creer adónde habíamos llegado ese primer año jugando la semifinal contra el Burzaco de los Fernández”.

“El segundo año también fue igual de bueno, jugamos una instancia definitiva en el Rotili con un montón de gente de Social. Eso para mí fue maravilloso, además porque significó la vuelta de mis viejos a ver el básquet del club, además de mucha gente conocida. Lo viví todo muy especial, sentía que estaba dirigiendo a los Lakers. Social es el club de mi vida”

Una experiencia full llamada Zárate Basket

Los buenos momentos se disfrutan más cuando se analiza el camino recorrido y lo que costó llegar bien alto, por donde se sufrió, cuando se gozó y lo mucho que se trabajó. En Zárate Basket, Anglese tuvo mucho de eso y hoy, tras haber jugado una final de Liga Argentina y habiendo renovado vínculo para otra temporada, hubo un momento donde la renuncia parecía indeclinable.

“A mitad del Federal me quise ir, el equipo no me respondía, puse la renuncia a disposición y no me la tomaron. Al equipo le costaba jugar un poco, no habíamos hecho pretemporada, el plantel no lo había armado del todo yo y bueno, me dejaron meter un poco de mano en conjunto con los dirigentes”.

“Fue un momento de frustración cuando me toco presentar la renuncia, sentía que para el momento era lo mejor. Después con la llegada de Seba (Chaine) pudimos alargar el equipo y con la misma ética de trabajo se empezaron a dar los resultados, dando paso a una buena química de equipo. Sabíamos que para lograr las aspiraciones que teníamos, el cual era ascender y dimos en el clavo con las llegadas de Seba y Agustín (Brocal), ahí el equipo se acomodó”.

Este proyecto de Zárate Basket es producto de la fusión de varios clubes y bancado por el municipio, para lo cual la gente del básquet y de los clubes que formaban parte de la fusión lo miraban de reojo, puesto que no palpaban un sentido de pertenencia que después sí, afloró.

“Zárate es una ciudad con mucho básquet, el proceso fue bastante resistido y bueno como este es el segundo año del equipo y el rendimiento la gente se fue enganchando. Otro punto importante es que les damos bola a los jugadores de la ciudad y eso identifica al público también, terminamos jugando a cancha repleta, generamos mucha empatía con la gente”, reflexionó el entrenador nacido en Lanús.

“Fue una linda temporada, cansadora pero sana, no tuvimos ningún problema. Acá se trabaja muy tranquilo, me dejan laburar. El equipo está a disposición de la ciudad para cuando lo precise. La continuidad de lo que hicimos en el Federal y la humildad con la que trabajamos, nos llevó a hacer la campaña que hicimos. Creo que todo equipo necesita jugadores de jerarquía y a veces la jerarquía sola no te garantiza resultados. Nos propusimos Ser competitivos siempre, ese fue nuestro lema y nuestro amor propio nos hizo ganar varios partidos”, sentenció.

Cuando la pasión se transforma en trabajo y viceversa

“Son las dos cosas, me siento un afortunado de trabajar de lo que me gusta. Tiene sus cosas malas, en lo que va del año a mi hija la ayudé dos veces a hacer la tarea nada más y en cuatro meses de colegio, la fui a buscar dos veces a la salida. Los fines de semana nos divertimos con otras cosas, pero por ejemplo me pierdo el día a día, su crecimiento diario y por esto me sacó el sombrero con su mamá que lo hace muy bien. Es en lo que estoy, perdés un poco el contacto cotidiano con tus amistades o que tus amigos se olviden de vos porque no podes nunca y cuando volvés tenés que avisar que estás para que te inviten a lo que hagan”.

“Creo que todos los trabajos tienen sus cosas raras y hay que ir atrás del mango. Hoy en el lugar que estoy me siento un afortunado. Yo siempre quiero tener trabajo, ya habrá tiempo para descansar”.

Nunca quedarse quieto, siempre yendo para adelante, a buscar los desafíos. Así vive su carrera Anglese y si bien, apenas están llegando sus primeros éxitos desde lo competitivo, el mayor logro de su carrera es personal, sabiendo que para llegar lejos en lo que te propongas, lo primero que tenés que hacer es creer y a partir de ahí todo dependerá de uno.

La pasión hecha profesión, ley número uno en la vida de Manu Anglese y desde allí, a soñar con lo mejor, lo cual siempre está por venir.

Mauro Osores / [email protected]

En Twitter: @basquetplus

En Twitter: @osoresmauro

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