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Todos los jugadores estelares, aquellos que trascendieron fronteras mundiales como estrellas, ya sean a nivel selección, equipos FIBA o franquicias NBA, tienen en la carrera aquel entrenador que los marcó. Si bien pueden ser más de uno, está claro que en la carrera de Luis Scola, Sergio Hernández y Dusko Ivanovic están entre los tres primeros. Con el montenegrino compartió sus primeros años en el profesionalismo europeo y por consiguiente aquello que va moldeando al jugador inexperto y lo llena de experiencia para futuro.

En el libro El abanderado, escrito por el periodista Mauricio Codocea, editado por Básquet Plus y que retrata la historia de Luis Scola, Dusko prestó testimonio y no tuvo más que palabras de elogios para el Gran Capitán, algo que puso muy contento al propio Luis, que en una charla con el periodista español David Camps, conductor del podcast Cuatro Cuartos, lo aseveró, agregando un secreto más, que quizás hoy en su estadía por España lo esté por cumplir.

“Me puso muy contento enterarme del valor que él me tenía como jugador; tengo un cariño muy grande por Dusko, es un entrenador muy importante para mi carrera y tengo decidido ir a visitarlo cuando me retire y decírselo en persona. Lo quiero hacer con él y con otras personas que han sido importantes para mi carrera”, manifestó en aquella charla en plena pandemia y previa a los Juegos Olímpicos.

El conductor sacó a la luz la anécdota del Chapu Nocioni recibiendo multas por tirar triples y la contestación del alero santafesino de que le pongan las multas que quieran, que él iba a seguir tirando de tres puntos. Esa cuestión disparó en Scola la posibilidad de hacer un análisis de los jugadores rebeldes que ganan partidos y con los cuales Dusko muchas veces chocaba, pero sabía en el fondo que los quería porque eran los que ganaban partidos.

“Hay que tener esa rebeldía. El entrenador siempre describe al jugador que no comete errores, que no trae problemas y no tiene vicios. Pero a la hora de fichar jugadores para ganar cosas, terminan llevando a aquellos que tienen una personalidad casi opuesta. Esos jugadores son lo que todas las franquicias quieren tener para ganar partidos y son los que acompañan a los tranquilos, a los fáciles de entrenar. Al final del día y de un torneo todo se vuelve alrededor de un jugador con la pelota en la mano decidiendo el futuro de una franquicia, todo termina ahí. Ese jugador tiene que tener el carácter y la decisión de tomar el tiro sin ningún miedo y ninguna duda. Esos no son los protagonistas que cuando llegan el momento miran para otro lado, no son los que tienen miedo a equivocarse, son los que están decididos y piensan ‘este partido lo gano, no me importa nada’”, reflexionó el capitán antes de adentrarse en una anécdota personal con Dusko para resumir el tema.

“Todas las historias que se dicen de Dusko son verdad o casi todas, dependiendo de la exageración que se les ponga. A Dusko le gustaban esos jugadores rebeldes, quería muchísimo al Chapu como también a mí y como también a otros jugadores que tenían ese chip de rebelde incorporado para ganar. Me acuerdo una vez de una historia con su hijo Stefano, que tenía 15 años, estaba empezando a jugar y no era malo, sabía hacerlo y Dusko lo entrenaba. Ivanovic es una persona muy agradable, tremendamente educada, muy culta para poder hablar en la tranquilidad cuando estás fuera del rol entrenador-jugador y en un momento de disensión, me acuerdo que le pregunté por su hijo y me contestó que jugaba bien, tenía talento, se entrenaba, pero que le faltaba algo… ‘le falta lo que tienes tú’ y yo por dentro decía, ´pero si me estás gritando todo el día, como puede ser que quieras eso´, pero cuando fui más grande entendí que si bien peleaba día a día contra esa rebeldía, él necesitaba eso para el equipo, lo cual no significa que en algún momento me haya querido matar”, cerró Scola.

La película Reto al destino en la expresión argentina-montenegrina con el protagonismo de Luis Scola, el jugador que siempre quiso mejorar y Dusko Ivanovic, el hosco entrenador que ama la forma de jugar de su dirigido, pero le escatima el elogio para mantenerlo firme en el camino del esfuerzo diario en pos de la mejora.

Mauro Osores / [email protected]
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