Los grandes jugadores son aquellos que quedan en la memoria colectiva de los amantes del básquet y del deporte en general, porque Luis Scola trascendió las fronteras de la pelota naranja. Una de las razones por la que el Gran Capitán será venerado es por sus actuaciones memorables en los clásicos sudamericanos ante Brasil en todas las competencias habidas y por haber.
La verdeamarella era combustible para su motivación, era especial para él y para sus compañeros de la GD que crecieron acompañados de un dominio absoluto ante Brasil, algo inaudito para la historia del básquet sudamericano. En su frondoso historial contra el rival de toda la vida, el Luifa ostenta un récord de 11 victorias y 4 derrotas con una media de 16.2 puntos por encuentro.
En Turquía quizás tuvo su epopeya individual más recordada con aquella tarde en Estambul cuando elevó su estatus de ídolo máximo con sus 37 puntos y un pase a cuartos de final heroico ante un seleccionado brasileño con todas sus figuras y sediento de revancha tras las eliminaciones del Mundial 2002 y del Preolímpico 2007 como lo más recordado.
La Generación Dorada brilló toda junta hasta el 2006 con equipo completo, luego se fueron perdiendo torneos unos y otros por distintos motivos, pero Scola no, continúo diciendo sí a la competencia con la celeste y blanca. A partir de ahí comenzó a ganar más preponderancia en el equipo, mientras su progreso seguía creciendo con el paso del tiempo transformándose en una auténtica pesadilla para Brasil. Desde Las Vegas 2007 hasta Río 2016, Scola disputó nueve clásicos con saldo favorable de 6-3 y una media tremenda de 22.4 puntos por encuentro.
Si se habla de duelos directos, de ganar y seguir o perder y volver a casa, la cuestión arrancó torcida con aquella lejana derrota en la final de Bahía Blanca por el Sudamerciano de 1999 donde arrancó la Generación Dorada y Luis jugaba su primer torneo con la selección mayor con apenas 19 años. En mundiales el saldo es de 2-1 y en Juegos Olímpicos está el recordado cruce, eliminando al Brasil de Magnano en Londres 2012 en un juego apretado que se definió sobre el cierre por 82-77 y Argentina llegaba a semifinales olímpicas por tercera vez consecutiva.
Una carrera como la de Luis Scola tenía que tener una historial así ante Brasil y su capitanía no podrá separarse de aquellas gestas ante el rival de toda la vida con la alegría de tener una supremacía ante un oponente al cual Argentina le costaba ganar a lo largo de su historia.
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El xeneize volverá a ser local en el segundo duelo de la final con la obligación de ganar para igualar la final después del triunfazo de la gloria.
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El escolta mostró todo su repertorio ante Eslovenia e ilusiona como uno de los jóvenes con características diferentes a mediano plazo para la mayor.