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Jordan Adams, el exjugador NBA que disfruta en Argentina

18:00 13/10/2021 | Recorrió el mundo siendo una estrella a los 16 años, se formó en UCLA y tuvo todo tipo de lesiones que quisieron derrumbarlo. No lo consiguieron.

Adams llegó a Mercedes y no se fue más (Foto: La Liga Contenidos)

¿Se imaginan ser un adolescente al que lo traten como un famoso? Viajar por el mundo, que te regalen zapatillas y vestimenta, firmar autógrafos, que tus partidos se televisen en todo el país y ser una verdadera estrella…

Cuidado con lo que soñás, dice un refrán.

Para conocer el motivo de la advertencia hay que viajar a Atlanta, Georgia, el lugar en el que nació Jordan Adams un 8 de julio de 1994. Su aspecto actual lo hace parecer un hombre de mil batallas y más años de los que su cuerpo denota, pero apenas tiene 27 y recién está dando sus primeros pasos en el extranjero.

Los senderos que lo pusieron en Argentina fueron completamente aleatorios y todo empezó a trazarse cuando se propuso que llegaría a la NBA. Oak Hill, una prestigiosa academia especializada en formar a las máximas promesas jóvenes del básquet lo reclutó y era una verdadera estrella de cine.

“Tuve la oportunidad de viajar por el mundo, conocer China y competir con los mejores. Nuestros partidos eran televisados y había mucha presión, pero me ayudó muchísimo para el profesionalismo. Nos pusieron en un pedestal con 16,17 años. ¡Nuestros partidos los daban en la televisión nacional!”, le confiesa Adams a Básquet Plus.

Si jugar para Oak Hill era la cúspide, lo que se vino después fue imposible de describir: “Sabía que mi destino era la NBA y elegí asistir a la University of California (UCLA) para continuar formándome. Ahí aprendí disciplina y a trabajar aún más duro por mis objetivos, siguiendo las enseñanzas que me inculcó mi padre, ya que gracias a él llegué a la NBA”.

Zach LaVine, Norman Powell, Kevon Loney, Shabazz Muhammad, Kyle Anderson, Virgil Anthony Parker y un sinfín de talentos que luego competirían en la NBA, incluido Jordan, se reunieron eventualmente en California para conformar uno de los mejores equipos universitarios del país en ese momento.

Su inicio fue muy bueno en la temporada 2012/13, anotando 20 o más puntos en sus primeros cuatro partidos, algo que nadie antes en la historia de UCLA había conseguido, pero las lesiones comenzaron a acecharlo y desgastarlo.

En las semifinales del 2013 del torneo Pac-12 fue el héroe de la noche tras convertir 11 puntos en los últimos seis minutos del juego para que UCLA derrote a Arizona. Sin embargo, se rompió el pie derecho en la última acción del partido. Era la misma lesión que había tenido en la secundaria.

“Fue duro. Todas mis lesiones se produjeron de forma aleatoria. Mala suerte. Pero esos contratiempos me hicieron la persona que soy en la actualidad”, se confiesa, sin culpa, unos años después.

Adams estuvo ausente cuatro meses y para la 2013/14 volvió más fuerte que nunca. El saldo terminó siendo de 16,4 puntos, 4,6 rebotes, 2,1 asistencias y un apodo magistral, que luego sería adoptado por Facundo Campazzo en la NBA: el Hombre Araña. Robaba más balones que cualquiera.

Era la hora de la decisión más difícil. Quedarse en UCLA o saltar al profesionalismo. Él se decantó por un lado fácilmente. “A los 19, si la NBA te está llamando, tenés que ir”, dice entre risas.

“Los Sixers me habían garantizado que sería elegido por ellos en el Draft, pero al final no fui seleccionado por ese conjunto, sino por los Grizzlies, que se anticiparon al movimiento. Fue una etapa dura para mí porque en ese equipo la mayoría eran veteranos establecidos en la liga. Tuve que aprender del proceso y ganarme el respeto de los mayores. También pude absorber muchas cosas de grandes jugadores como Marc Gasol, Jeff Green o Mike Conley”, explica Adams.

No tenía minutos considerables, debió pasar por la G-League para adquirir experiencia y, por si fuera poco, volvió a tener diferentes lesiones que disminuyeron su rendimiento. Entre cirugías de rodilla y una mentalidad envidiable que le permitió mantenerse enfocado a pesar de las adversidades, Jordan recibió la peor noticia un 24 de octubre de 2016, cuando los Grizzlies le dijeron que no continuaría en el equipo.

¿Qué hizo? Lamentarse no era una opción. “Me fui a México porque después de todas mis lesiones ninguna franquicia quería correr el riesgo conmigo. Además, recién había tenido a mi hija y deseaba comenzar mi carrera en el extranjero. Eventualmente terminé en Argentina, donde estoy muy feliz por la liga en la que compito, con mejores jugadores y más público viendo los partidos. Acá todos pueden lanzar hombre, es increíble”, agrega el actual basquetbolista de Comunicaciones.

Lo tumbaron al piso una y otra vez, pero Jordan jamás dejó de levantarse y pegar su revés. Ni los clavos en los tobillos, ni las cicatrices en sus rodillas que parecen tatuajes, ni las franquicias que no querían contratarlo en la NBA, nada ni nadie evitó que él siguiera jugando y, sobre todo, disfrutando.

La vida es una, y hay que vivirla. 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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