Informe

Los torneos internacionales de clubes ya no son para los argentinos

17:45 11/02/2023 | Los motivos son variados, pero está claro que el dominio de otras épocas ya no corre, más allá de excepciones ocasionales.

Quimsa, el único que cortó la mala racha en esta década, con la BCLA en el 2020 y ahora metiéndose en cuartos (Foto FIBA)

De las primeras 17 ediciones de la Liga Sudamericana (1996 a 2012), los clubes argentinos se llevaron el título en 12. De las 7 ediciones de Panamericanos (1993 a 2000), ganaron 2 y fueron finalistas en otros 4. De las 4 primeras Ligas de las Américas, ganaron 3. Entre 2007 y 2011. Eran otras épocas. Muy distintas a las actuales, en infinidad de cosas. 

La realidad hoy marca una situación totalmente diferente. En la Liga Sudamericana no hay campeón argentino desde el 2012 (Regatas) y 7 de las 8 ediciones realizadas desde entonces las ganaron equipos brasileños. La restante, Guaros de Venezuela. Hubo varios finalistas argentinos, pero que no pudieron dar ese asalto final. San Martín de Corrientes llegó hasta ahí este año en Obras, pero falló ante Baurú. 

En la Liga de las Américas, en el mismo período, hubo algunos oasis dentro del desierto generalizado desde el 2012. San Lorenzo, con su generoso presupuesto de la década pasada, cortó la racha ganando dos seguidas, y Quimsa consiguió la hazaña en pandemia en Uruguay, frente al poderoso Flamengo, ya con la nueva BCLA que reemplazó a la Liga de las Américas. En las dos últimas ediciones los vencedores fueron brasileños y en la actual, apenas quedó 1 sobreviviente criollo (Quimsa), entre los 8 finalistas. Difícil.

¿Cuál es la razón? No hay que ser demasiado inteligente ni astuto para darse cuenta que el factor central es económico. Y, en ese sentido, sobre todo, la relación cambiaria con el dólar, amo y señor de todo lo que tenga que ver con fichajes, ya no solo extranjeros, sino nacionales. Para tener alguna idea. Los San Lorenzo que se consagraron campeones dos veces en la LDA, tenían un presupuesto aproximado de dos millones de dólares. Y salarios mensuales de hasta 25.000 verdes. Y no eran los únicos. Quimsa estaba un escalón más abajo pero también invertía fuerte. Algunas veces también los equipos correntinos e Instituto. 

Hoy, Quimsa y Boca tienen junto a Instituto los dos presupuestos más elevados de la Liga Nacional. Ninguno llega a los 700.000 dólares (250 millones de pesos aproximadamente) y ningún jugador supera los 12.000 dólares de salario. Esa gigantesca diferencia se traduce en algo elemental: los mejores extranjeros no vienen y los mejores nacionales se van. Y no hablamos de los que emigraron a Europa en los últimos años (los Vaulet, los Zurbriggen, los Fjellerup). 

Hoy, los que más afectan a la Liga Nacional en el poderío de sus equipos son los países sudamericanos. El balance con el dólar dejó a la Argentina tan abajo, que cualquier otra Liga de la región paga mejores sueldos. Incluso ligas sin tradición o que hace poco surgieron, como la de Paraguay o Colombia, además de México, Chile, Uruguay, Venezuela y, obviamente, Brasil. Ese goteo permanente es demoledor. 

Anote: Aguerre, Aguirre, Corvalán, Cuello, Faggiano, Figueredo, Machuca, Patricio Piñero, Ruiz, Scala, Vega y José Vildoza están en Brasil. Doce jugadores. En Chile (solo pondremos los que jugaban aquí habitualmente): Rodrigo Acuña, Amicucci, Cantarutti, Ferreyra, Gallegos, Rivero, Schoppler, Zurschsmitten. Ocho. No del nivel de los de Brasil, y en algunos casos descartes de la LNB, pero que dejaron de formar parte de nuestra LNB. En Uruguay están Cerminatto, Diego García y, hasta hace unos días, Selem Safar. Otros 3. El resto de las competencias no se están jugando ahora, pero se llevan jugadores argentinos por decenas, sobre todo México, Venezuela y Colombia. Aunque después varios vuelven. 

La otra historia es cuántos de los extranjeros, de nivel medio, que antes venían acá, se van ahora a Uruguay, Chile o Brasil. Les hacemos una pequeña lista de jugadores destacados en la Argentina en este tiempo que ahora van a estos sitios: Jordan Adams, Néstor Colmenares, Dwayne Davis, Adonys Henriquez, Lee Roberts, Luis Santos, Donald Sims, Eloy Vargas, Anthony Young (Uruguay); Tyrone Curnell, Trevor Gaskins, David Jackson, Shaquille Johnson, Michael Smith (Brasil). 

Hasta aquí, los problemas más difíciles de manejar. Pero hay otros. Los que denominamos: tirarse un tiro en los pies. El más grande, en el rubro extranjeros, es el sistema de reservas, que en el 95% de los casos expulsa a buenos jugadores que quieren mejorar su salario pero que, al estar atados a su viejo club, prefieren irse a cualquier sitio en lugar de esperar que un club le pague un salario digno a él y además un monto elevado al otro club. Este año hubo algunos casos en Argentina (Tucker en Boca, Johnson en Comu, por citar algunos) pero en general no vienen. 

Otra reglamentación que juega en contra de los propios clubes es la cantidad y la fecha de recambios. En una Liga donde, por la economía, vienen extranjeros de menor nivel, al achicar la cantidad de recambios, se deja sin chances de mejorar a un club que, por lógica, no eligió bien o no pudo llegar a la mejor opción. Agréguele que tuvo que definir todo su roster antes del 31 de enero, unos 4 meses antes de terminar la temporada. En la Liga se llegó al otro extremo y David Jackson llegó para jugar directamente la final de la Liga, pero lo mejor sería encontrar un término medio. 

Ahora no tanto, pero también en años anteriores muchos jugadores prefirieron ir a ligas con menos partidos, menos viajes y menos desgaste. En años de Súper 20 pleno, más competencias internacionales, llegaron a jugar 90 partidos los principales clubes, con planteles de 8 fichas mayores (otro tema que debería reformularse, porque también afecta a los que juegan internacional, donde chocan contra rivales que tienen 12 mayores). 

De todos modos, y volviendo al principio de este informe, pensar en ser más competitivos a nivel regional con una economía devaluada al nivel que está la de Argentina, es soñar con mecenas que disfracen una realidad dolorosa. La Liga siempre se recuperó tras las crisis económicas del país (1988-89, 1995, 2001), pero esta lleva un lustro prácticamente sin señales de alivio y en medio de varios focos que ahora juegan en contra. Lo que se dice, una tormenta perfecta.

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