Historias LNB

Julián Aprea, crecer por convencimiento

15:37 14/10/2021 | Su estatura y porte le auguraban un futuro promisorio, pero no encontró su lugar. Retrocedió para centrarse, esperó y ahora es el pivote del momento en la Liga Nacional

Julián Aprea, unas de las figuras de este Platense rendidor (Foto: liga contenidos)

Conocer defectos propios es una gran virtud, entender los momentos e interpretarlos en contextos otro. Saber cuando retroceder para cobrar más fuerza suma mucho y convencerse de poder lograr un objetivo es el paso máximo a lanzarse. Esos podrían ser los factores para explicar el gran momento de Julián Aprea en la Liga Nacional, a sus 34 años juega con la madurez necesaria en uno de los equipos más altruistas de la competencia, Platense.

La actualidad de Aprea con un Platense encumbrado se debe mucho a la confianza del plantel para con el cuerpo técnico, haber mantenido la base y la idea de juego de la temporada pasada le permitió al Calamar ganar un tiempo más en este Súper 20.

Siendo casi un músico además de básquetbolista (toca batería, piano y guitarra – está última viaja a todos lados-), Julián Aprea definió a Platense como un “rock de la vieja escuela, a lo AC/DC, sencillo, pero con mucha polenta. Ese estilo puede describir a la banda del Calamar como equipo y toda la fuerza que tenemos como grupo”.

Etapa de juventud con expectativas y frustraciones

El mundo deportivo del Gringo comenzó bajó los tres palos de Ferro, su infancia y adolescencia transitaba por esos carriles, pero de la misma manera que le ocurrió a su compañero de juego interior, Alejandro Alloatti, un estirón intempestivo lo depositó de lleno en la cancha de básquet

“Era muchísimo mejor arquero que jugador de básquet, el estirón me obligó a jugar al básquet. Un verano a los 14 años pasé de medir 1.85 a 2.01”, explicó Aprea quien tras haber hecho mini en Italiano, pasó a Ferro adonde hizo sus primeras armas en el viejo TNA. Su porte físico y desarrollo llamó la atención de los reclutadores de Boca Juniors y hacía allí se mudó su vida basquetbolísitca.

Un primer año con todas las luces, títulos, aprendizaje: “Boca fue muy lindo con jugadores tremendos como Lázaro Borrell, Leo Gutiérrez, Martín Leiva, Ray Legaria, Junior Cequeira, Gustavo Oroná, quien era de esos compañeros que te marcaban valores. A nivel competitivo fue un salto enorme porque pasaba de un TNA a un equipo de Liga muy fuerte y de arranque ganamos la Copa Argentina y el Sudamericano, después perdemos la final del Súper 8 y ganamos luego la definición de la liga con Peña. Una experiencia tremenda de estar con esos jugadores de élite que te marcan cómo se entrena, cómo se juega, la capacidad de sacrificio, la disciplina y ni hablar de la calidad”.

Sin embargo tras ese inicio alentador vinieron los sinsabores de la profesión con cortes a mitad de temporada y cambios de clubes constantes. Esto último quizás no sea malo, pero Aprea terminaba siendo una apuesta más que una realidad en donde iba y a la primera de cambio si la cosa no iba, venía el corte.

Sobre su cuestión de afianzarme más en la máxima categoría, Julián explicó:“Fue un conjunto de cosas a veces fortuitas y otras personales, quizás en algunos casos uno no está del todo maduro para cierta situaciones. Por ejemplo me tocó en Obras jugar como mayor muy poquito en mi primer año, pero aprendí muchísimo este tiempo con Julio Lamas. En Atenas me estaba yendo bien, pero me comí un corte para que venga Oberto, ya que Román González no estaba tan bien y como tenia dos años de contrato no quisieron cortarlo. Por eso que para darle lugar a Fabri me tocó a mi”

También agregó:“Por ejemplo en La Unión no tenía la madurez para ser un jugador titular o determinante en esos tiempos, por eso que bajar al TNA me sirvió para tomar confianza y sentir cuál era mi juego más allá de una responsabilidad de rol. Todo eso fue lo que me hizo construirme para jugar con más confianza, con otro protagonismo, para después volver el año de Hispano hace dos temporadas”.

La resurrección

En el caso de Aprea, hubo momentos donde bajó dos categorías jugando una Liga B o Torneo Federal con GEVP o mismo con Racing Club disputando un PreFederal. Sin embargo estas cuestiones, según el protagonista fueron de vital importancia: "Haber jugado categorías más abajo nunca lo tomé a mal, todo lo contrario lo sentí como enviones y como baño de realidad. Muchas veces uno tiene que volver a los orígenes para saber dónde está parado y volverse a desafiar. Me acuerdo que el primer año que bajo de categoría fue a jugar una Liga B en GEVP y me propuse hacer una gran temporada para volver a la Liga. Salimos campeones, barrimos todos los playoffs y después recibí el llamado Julio Lamas para sumarme a Obras. También fue lindo lo de Racing jugando un PreFederal, son experiencias que lo llevan adonde uno empezó y te sirven para reconectar con la pasión de jugar al básquet"

Al momento de repasar su carrera y nombrar a aquellos entrenadores que lo ayudaron a madurar o mismo que le devolvieron la confianza, Javier Montenegro, Javier Bianchelli y el Cholo Vázquez son tres apellidos importantes para el ex Lanús: “Javier Montenegro fue uno de los entrenadores que me devolvió la confianza cuando estuve jugando el TNA en Independiente de Santiago del Estero, desde el primer momento que llegúe me hizo sentir muy cómodo, me dijo que iba a tener mucho protagonismo dentro del equipo y así fue. También Bianchelli fue otro entrenador que me marcó, ya había vivido una experiencia con él en La Unión de Formosa peleando el descenso y cuando me llamó para Hispano me llevó para que sea un recambio y mi rendimiento hizo que la confianza crezca hasta darme la titularidad. Hasta él se sorprendió de cómo estaba jugando (risas). Con el Cholo (Vázquez) también conectamos muy bien, rápidamente me dio la confianza y el lugar para que me adapte rápido, más allá de una buena relación humana que surgió de entrada. Esos fueron los entrenadores que en los momentos quiebres hicieron que uno siga creciendo como jugador".

La actualidad en Platense obliga a pensar en que hubiera sido si tenía este rendimiento antes, quizás hubiera disfrutado un poco más del alto nivel competitivo, no obstante Aprea no cambiaría nada de lo que vivió : “No me pasa eso de arrepentirme, ni mirar las cosas con negatividad, todo lo contrario. Creo que el camino se dio así por algo y realmente lo disfruté mucho, a pesar de los altibajos y momentos duros, lo disfruté mucho desde la enseñanza de vida, además de lo deportivo. Todos tenemos un rumbo que se da como se da y estoy contento como me tocó a mí, hoy disfruto de estar jugando al básquet cerca de mi familia, amigos y hermanos”.

Cuando recibió la oportunidad de volver a la Liga con Hispano Americano la ilusión fue tan grande que se manejó los 2600 kilómetros en su auto desde Capital Federal, decidido a ir por el desafío, a enfrentarlo: “En mi última salida cuando se dio lo de Hispano, agarré el auto y manejé los 2600 kilómetros sintiéndolo como un desafío, una experiencia. Tenía el objetivo claro de ir firme por detrás del americano e intentar ganarme el puesto, entrenando duro y siendo perseverante, de hecho terminé consiguiéndolo en enero, donde lo terminan cortando y quedó de arranqué en el equipo. Fue un proceso madurativo y de entendimiento del juego que te llevan después a otros espacios dentro de un plantel”.

De momentos se hace la vida y las carreras deportivas, transitar el camino apegado a los valores aprendidos es el diferencial para alcanzar el éxito o bien estar cerca de conseguirlo. Julián Aprea entendió cuando era el momento indicado para volver con todo, se trazó la meta y por las rutas argentinas fue resonando en su cabeza el deseo de poder ser parte. Lo logró, jugó, se ganó el lugar y hoy lo refrenda en Platense con la felicidad de estar cerca de su familia y el orgullo de haber conseguido aquello que se propuso mientras hacía las valijas para ir a Río Gallegos.

Julián Aprea, el pivote de moda en la Liga Nacional.

 

Mauro Osores / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @osoresmauro

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