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A pesar de que no ya no era el mismo Big Dog de su años mozos, Glenn Robinson en su rol de veterano fue una pieza de suma utilidad para los San Antonio Spurs campeones en la temporada 2004/05. Siendo un experimentado de nueve temporadas y muchas lesiones, Glen firmó con las spuelas para aportarle cosas específicas al equipo, pero no sin antes tener que amoldarse a la filosofía del equipo, totalmente diferente al resto de las franqucias de la liga según contó el propio jugador en Kunckleheads Podcast.

“Los Spurs tenían un estilo diferente de programa. En mi carrera he estado en equipos top y en equipos que eran los peores, pero San Antonio sí que era distinto, ellos estuvieron a tope todo la temporada en la que me tocó estar. Su manejo de lesiones, de tiempos de juego de sus estrellas y hasta las dietas, tenían todo ello al detalle”, reveló Robinson sobre los cuidados extremos de la franquicia para dosificar los minutos, descansos y esfuerzos de la plantilla.

Luego ponderó a la ofensiva y la capacidad que debía tener cada jugador para saber correr bien las ofensivas en diferentes posiciones y de acuerdo como quedabas parado tras la transición de defensa a ataque. Glenn aseveró que con Popovich es mejor estar siempre atento a lo que se pide en ataque, dado que de lo contrario no pisabas la cancha.

Por último marcó la más importante de todas las cuestiones que lo sorprendieron de su estadía en San Antonio y fue el respeto que le tenían todos los jugadores al entrenador, comenzando por Tim Duncan. “El respeto que tenía Pop por parte de sus jugadores era increíble, ellos compraron su sistema. Todos hemos estado en equipos donde los jugadores maldicen al entrenador, pero Popovich tenía sus cosas donde él podía decir ‘Glenn, toma el maldito rebote’, ‘Quentin pon el culo al otro lado de la cancha’ y hasta podía gritarle a Tim tal cosa y Duncan no se lo tomaba personal, marcando un ejemplo para todos. Eso los convirtió en un gran equipo”

Esa explicación fue elocuente para los entrevistadores, Darius Miles y Quentin Richardson, sobre que si Duncan aceptaba sin decir nada, el resto tenía que ir detrás irremediablemente. Con este pie, Robinson recaló en Ginóbili y su actitud cuando el coach lo retaba.

“Si Duncan podía tomar los retos, cualquiera del equipo debía tomar el suyo sin decir absolutamente nada, sino estabas fuera. Lo he visto ponerse cara a cara con Ginóbili y Manu mojarse los dedos y tirarse el cabello para atrás sin decir una palabra e irse a conseguir canastas”, reveló.

La fortaleza mental, la humildad para aceptar retos y consejos hizo de Duncan, Parker y Ginóbili, uno de los tríos más exitosos de la historia del básquet. Saber escuchar y tragarse el orgullo cuando algo se hacía mal es parte del éxito de un equipo que siempre fue fiel a sus convicciones y crearon una dinastía que les granjeó cuatro anillos y protagonismo top por más de diez años.