Robinson, el último baile con anillo y un argentino que sorprendió al final
21:30 20/08/2022 | El Almirante dejó el baloncesto siendo campeón con los Spurs, cedió su liderazgo, dosificó cargas y disfrutó de las primeras pinceladas de Manu.
No hubo un traspaso de liderazgo más natural y paulatino que el que hubo en San Antonio entre David Robinson y Tim Duncan. El ala pivote oriundo de Islas Vírgenes llegó a la NBA para dominarla y tras una primera temporada de estudio, en la segunda consiguió el anillo y con ello comenzó su ascendencia en el equipo de la mano de Popovich y del propio Almirante, quien le mostró al joven por dónde ir y de a poco se fue corriendo del centro de la escena sin un gramo de egoísmo.
Después del campeonato de 1999, vinieron tres años de sequía para los Spurs, perdiendo sorpresivamente ante Phoenix como campeones defensores y después dos duras eliminaciones ante los Lakers de Kobe y Shaq por 0-4 y 1-4. Entonces a David, con 36 años para 37 en el verano de la off season, no le quedaba mucho más como para intentarlo de nuevo. Fue convencido por Pop para un año más y como baño de energía ya contaban con el base movedizo francés, Tony Parker, quien había dejado buenas sensaciones en su primera experiencia y llegaba un zurdo desde Italia, campeón de todo y listo para la NBA, un tal Manu Ginóbili.
En su último baile, Robinson jugó 64 partidos en la fase regular y su promedio de puntos fue el más bajo de su carrera con 8.5, bajando también los números en rebotes 7.9 con una media de casi 27 minutos por encuentro. Estaba claro que ya no era la primera opción ofensiva y que se había transformado en un gran jugador de rol que preocupaba mucha a las defensas de los oponentes, pero que lejos estaba de exigir mayor protagonismo.
Popovich tejió un juego de equipo muy bueno para tener puntos en varios manos y todos aportaban a la causa, Tim Duncan, Tony Parker, Stephen Jackson y hasta Malik Rose terminaron por delante de Robinson en el goleo. Manu estuvo apenas un escalón por debajo del Almirante con 7.6 puntos por encuentro, pero también perdiéndose muchos partidos por ese bendita lesión en el tobillo causada en el Mundial de Indianápolis 2002.
A pesar de esos promedios más bajos de su carrera, su jerarquía era imponente y por caso era un complemento ideal para la defensa cerca de la canasta, corrigiendo tiros, tomando rebotes y también siendo una rueda de auxilio para que Tim no cargué con toda la responsabilidad en la zona pintada, en tanto que Robinson, Malik Rose y Kevin Willis era los tres que se turnaban para acompañar a TD.
Por su parte Manu Ginóbili tuvo un arranque más que auspicioso en San Antonio, sobre todo en aquel recordado debut ante los Lakers, pero su molestia física no lo dejaba ser, además de un bajón normal por ser la primera temporada. Hasta el 15 de febrero los número del bahiense arrojaban 16.9 minutos, 5.3 puntos (28% triples), 1.8 rebotes, 1.5 asistencias y 1.0 robos, en tanto que a partir de ahí fue cara y ceca su rendimiento. Habiendo superado la lesión y sumado confianza, elevó todos sus números a 25.9 minutos, 10.6 puntos (39 % triples), 3.0 rebotes, 2.7 asistencias y 1.9 robos.
Los buenos vestigios de Manu empezaron a visualizarse y San Antonio llegaba a la postemporada envalentonado y, ante todo, sano. David Robinson se puso en modo playoffs y fue el mejor jugador de rol que podía tener el equipo, su presencia junto a la de Duncan en la pintura era intimidante para todos y el perímetro encabezado por Parker, un Manu en ascenso y un, hasta ese momento controlado, Stephen Jackson, hablaban de un equipo compacto. El cual también se complementó con Steve Kerr para el lanzamiento exterior, Malik Rose importante desde la banca, y la veteranía rendidora de Steve Smith, Kevin Willis y Dany Ferry.
Los Spurs casi que desfilaron por el Oeste, venciendo por 4-2 todas sus series, primero a Phoenix, luego a su sombra negra, los Lakers y por último a Dallas en el clásico de la ciudad. Los Nets de Jason Kidd, Kenyon Martín y Richard Jefferson esperaban en la final, pero para el mundillo de la NBA, San Antonio era el candidato.
El resultado final de la definición fue 4-2 y a pesar que en un momento la serie estuvo empatada a 2-2, los Spurs siempre se mostraron más sólidos. Robinson tuvo sus números más altos de goleo de toda la temporada y llegó a 10.8 puntos, 7.3 rebotes y 1.8 tapas, con un 61 % en dobles, para ser una pieza clave en el cruce.
Su importancia, se magnificó y se graficó en el último partido jugado en casa, donde finalizó con un doble doble de los importantes con 13 puntos (6-8 dobles) y 17 rebotes. Si bien Duncan fue el líder absoluto del equipo en la definición, los aportes de Manu (11 puntos y 7 rebotes en el Juego 6) y Robinson fueron muy valiosos para coronar un título más que merecido.
Las similitudes entre Manu y Robinson fueron parecidas con rendimientos cruciales en momentos clave de la temporada y sin ser despampanantes, demostraron que su fiereza para competir y su altruismo para jugar en pos del equipo, son una moneda que no abunda en la NBA y San Antonio tuvo dos.
El colectivo antes que lo individual, un lema que llevaron adelante durante toda su carrera, David Robinson y Manu Ginóbili, un título guardado en el corazón de ambos, marcando la despedida de uno y el inicio de otro. Ambos lo dieron todo para la franquicia y cada uno puso su granito de arena para afianzar un sentido de pertenencia poco usual en una NBA cada vez más minada de traspasos y poco apego a la camiseta.
San Antonio, una burbuja en la nueva era NBA.
Mauro Osores / [email protected]
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