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Ricky Rubio vivía uno de los mejores momentos de su carrera en la NBA, siendo clave en unos Cavaliers que estaban siendo la sorpresa de la temporada. Pero sufrió una rotura de ligamento cruzado en su rodilla izquierda que lo dejó afuera de la campaña. A partir de ahí inició un calvario que está cerca de terminar.

En conversación con El Reverso, expresó que “esta lesión ha sido una montaña rusa, con muchas emociones en mi mente, desde ganas, emoción, miedo, intriga. Pero la que sobresale más es la ilusión”.

En este sentido, contó los duros momentos que pasó no bien fue operado: “Me acuerdo de un día, cuando llegué a El Masnou a las dos semanas de operarme, estaba con muletas y no sabía bajar las escaleras de mi casa. Eran las 5 de la mañana, con el ‘jet lag’ y empecé a llorar. Entonces ella me abrazó y con eso fue suficiente, supe que iba a ser duro pero que la iba a tener al lado. Y eso me ha ayudado muchísimo en momentos duros”.

Su lesión tiene una explicación, tal como la dio Ricky: ““Justo la mañana del partido, Garland coge el covid. El último cuarto lo juego entero, el entrenador me preguntó si quería descansar y le dije que me sentía bien. Me ponen a presionar toda pista y cometo el error de querer hacerlo todo yo. Pienso en ese partido muchas veces. Pero una vez pasa no voy al por qué a mí, pienso que me ha tocado esto, y van a ver cómo voy a volver

Por otra parte, anunció que no le queda mucho tiempo en la NBA: “Cuando mi hijo empiece a estar en la escuela, me gustaría estar asentado en mi casa de Badalona. Dos-tres años diría que me quedan. Creo que he encontrado mi sitio en Cleveland, estoy a gusto y quiero llegar con este proyecto a la cima. Sueño con vivir la experiencia de jugar unas Finales”.