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Durante su paso por la NBA, Andrés Nocioni se ganó el respeto de compañeros, rivales y fanáticos por igual. El alero argentino, símbolo de la Generación Dorada y figura durante años en el básquet europeo, dejó su mayor huella en la NBA con Chicago Bulls, donde jugó cinco temporadas y promedió 11.7 puntos y 5 rebotes por partido. Pero entre tantos momentos memorables, hubo uno que el propio Chapu todavía recuerda con una mezcla de asombro, nervios y humor: un inesperado cara a cara con Ben Wallace, el histórico pivote cuatro veces elegido Mejor Defensor del Año en la NBA.

La anécdota la compartió en el podcast HolaQuéTalCómoEstás, conducido por Nicolás Laprovittola y Germán Beder. Nocioni relató con lujo de detalles cómo se dio ese encuentro que lo tomó completamente por sorpresa: “Se me acercó enojado y se sentó al lado mío. Él solía hablar muy poco y yo no hablaba mucho con él, pero siempre éramos muy respetuosos con el otro. Entonces, me dijo que tenía que charlar conmigo. Me empezaron a temblar las piernas porque pensé que se había enojado por algo que hice en un partido. Robarle un rebote a Ben Wallace era como quitarle la vida, ya que al tipo prácticamente le pagaban por capturar rebotes”.

Lo que parecía el inicio de una tensa conversación terminó siendo un halago inesperado. Wallace, que en sus mejores años en Detroit Pistons fue el alma defensiva de un equipo campeón y un verdadero titán del juego físico, le confesó algo muy personal: “Me dijo que se había reunido con su hijo y que le había preguntado quién era su jugador preferido de los Bulls. Le respondió que Andrés Nocioni. Entonces, me dice: ‘¿Sabés lo que significa que tu hijo tenga de héroe a un blanco de la Argentina?’”. Chapu se quedó helado, sin saber cómo reaccionar.

“Yo ya estaba blanco. El tipo me había dicho que su hijo tenía a un blanco proveniente de la Argentina como ídolo. Y, de la nada, lanzó dos carcajadas. Nunca lo había escuchado reírse. Me empecé a reír también, pero lo hice más por los nervios que por su risa o el chiste”, contó risueño el santafesino. Aquella escena resume mucho más que una página más en el anocdetario: habla del respeto ganado en base a entrega, talento y autenticidad. Un argentino que supo dejar huella donde pocos lo logran, incluso en los hogares de leyendas como Ben Wallace.