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El base canadiense al igual que muchos grandes deportistas tenía una locura incontrolable por su deporte, unos los muestran con una pasión incontrolable, incontables horas de entrenamiento, innumerables sacrificios en la vida, entre muchas otras.

En el caso de Nash si bien su habilidad para driblar (tanto con las manos como con los pies) parece ser algo con lo que nació, lo cierto es que tuvo que practicarlo como cualquier otro mortal. La mejor manera que Steve vió r para entrenar esta habilidad fue driblando la pelota a lo largo del campus de la universidad de Santa Clara.

El joven Nash poco a poco vió que esta práctica no le resultaba lo suficientemente desafiante, por lo que decidió, como cualquier persona normal, empezar a caminar por el campus driblando una pelota de tenis. Ya de por sí, si su ética de trabajo era algo llamativo en la universidad, Nash solía ir a entrenar en horarios y climas adversos por decir lo mínimo.

Si bien estas historias tienen el sesgo de que son reiteradas cuando los jugadores llegan a la cúspide deportiva (normalmente), algún tipo de relación debe existir entre la locura y amor por el deporte y el éxito en el deporte, el caso de hoy es un ejemplo. En el caso de Nash la historia se cuenta sola: ahí va Steve, picando la pelota hacia el salón de la fama.

Para saber un poco más sobre los inicios de la carrera del canadiense pueden obtener más información acá.

Luciano Torino / [email protected]
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