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Kevin Durant, una vez más, demostró por qué es considerado uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. En el primer partido de los Juegos Olímpicos, Durant brilló intensamente, llevando al equipo de Estados Unidos a una victoria contundente sobre Serbia con un marcador final de 110-84. A pesar de las dudas sobre su condición física y su limitada participación en la preparación del equipo, Durant se mostró imparable desde el inicio.

El entrenador Steve Kerr había sido precavido con Durant, consciente de las molestias físicas que había sufrido durante la preparación. Sin embargo, decidió darle la oportunidad de demostrar su valía en el momento crucial, y Durant no decepcionó. En apenas 17 minutos de juego, el alero de los Phoenix Suns anotó 23 puntos sin fallar un solo tiro en la primera mitad. Sus estadísticas fueron impresionantes: 8/8 en tiros de campo, incluyendo un perfecto 5/5 en triples. Este desempeño ejemplar incluyó 21 puntos en solo 8 minutos y 39 segundos del primer tiempo, estableciendo un ritmo que Serbia no pudo seguir.

El impacto de Durant fue inmediato. A pesar de un inicio complicado para el equipo estadounidense, que se encontró abajo 10-2 en los primeros minutos, la entrada de Durant cambió la dinámica del juego. Con su precisión en el tiro y su capacidad para anotar en momentos críticos, lideró una remontada que permitió a Estados Unidos tomar el control del partido. La exhibición de Durant fue tan dominante que incluso eclipsó los 12 puntos sin fallo anotados por LeBron James en la primera mitad.

A diferencia de Durant, otros jugadores clave como Jayson Tatum y Tyrese Haliburton no vieron acción en este partido. Kerr decidió mantenerlos en el banco, una estrategia que podría haber sido arriesgada, pero que resultó ser efectiva gracias al rendimiento sobresaliente de Durant. Esta decisión subraya la profundidad y el talento del equipo estadounidense, capaz de dejar en el banquillo a estrellas de la NBA y aún así dominar a un equipo de la calidad de Serbia.