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Diego Armando Maradona lleva décadas siendo sensación allá donde ponga un pie. Y si le ocurre ahora, imagine usted lo que era cuando estaba en su plenitud deportiva. Por ejemplo, en 1994. Ese año, como preparación para el Mundial de Estados Unidos, Argentina hizo una gira por Europa, jugando el 4 de junio un partido contra Croacia en Zagreb.

Ese partido tuvo una repercusión insólita hace pocos meses, cuando Oscar Ruggeri declaró que arreglaron empatar a cero, porque venían muertos del viaje, afirmación que desmintió rotundamente Davor Suker, que era compañero de Maradona en el Sevilla de España, supuesto implicado en el arreglo. Suker dijo: "Lo único que acordamos con Maradona fue ir a visitar la tumba de Drazen Petrovic". 

Lo del partido de fútbol no lo sabemos, pero sí es cierto que el mismo día del juego, Maradona y Suker fueron a la tumba de Drazen, donde los recibió la madre del fallecido jugador, Biserka. Diego llevó una camiseta número 10 de la selección argentina y se la regaló a ella, imagen que quedó reflejada en la foto que ilustra esta nota. 

Maradona siempre fue una persona con mucho conocimiento de otros deportes, y en el básquetbol de entonces, dicen, sentía una gran admiración por Drazen, que había muerto en un accidente casi exactamente un año antes de la visita del argentino, el 7 de junio de 1993. Reuters grabó toda la visita (se puede ver aquí), y como resumen de la visita quedó una frase que reveló Biserka: "Maradona me dijo que el genio de mi hijo Drazen seguirá siempre vivo". Tenía razón.