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La final de la Supercopa repetía rivales y varios de los protagonistas, aunque con una baja central en el Madrid, por la ausencia de Mario Hezonja, con fiebre. Unicaja, agrandado por su reciente conquista de la Copa Intercontinental, quería una revancha. Y se llevó todo: segundo título del mes, venganza ante su verdugo y primer conquista en la Supercopa ACB española. Completito. 

El 12-0 de arranque del Unicaja prendió una alarma temprana en el Madrid, campeón de las últimas 6 ediciones, aunque con un asterisco a partir del casi perfecto porcentaje de cancha de los maagueños, que llegaron a sacar 16 en 5 minutos apenas del primer cuarto (21-5). La pregunta obvia era: ¿cuánto tiempo podría mantener el Unicaja ese ritmo y puntería? De eso y de las pérdidas del Real dependía casi todo. 

También de la tranquilidad del Madrid para no caer en una desesperación demasiado rápida. Campazzo y Deck tomaron la posta de la reacción en ese cuarto (7 puntos cada uno), pero Chus Mateo vio que el curso podía irse de las manos y mandó a la cancha a Llull e Ibaka para darle descanso a un sobrecargado Facu y un poco operativo Tavares. En ese momento Unicaja sacó la máxima de 17, siempre jugando a marcha máxima, lo que era su virtud y su riesgo al mismo tiempo. 

Unicaja, sin embargo, siguió firme, jugando con pases, sin apurarse, molestando mucho en el rebote ofensivo y defendiendo duro, emparejando con eso la lógica baja de poderío ofensivo. El Madrid tenía un problema (varios, en realidad): sin Hezonja, no podía privarse de Musa, y con el bosnio y Llull, se le complicaba mucho sostener una defensa sólida. Porque este Madrid, paradójicamente, a pesar de sus enormes figuras, no tiene tantos anotadores. 

Unicaja clavó el 44-30 promediando el 2C y entonces todo cambió. Musa tomó el rol de goleador con Rathan-Mayes, Ivón Navarro se hizo cobrar una técnica innecesaria y, en 4 minutos clavó un 13-0 que lo puso a 1 punto. Unicaja metió un triple justo y se fue al descanso largo sin esa sensación tan mala de la remontada blanca. Pero el partido era otro. 

Quizá ese final le permitió a Unicaja entrar a la segunda mitad con confianza y volver a tomar control del juego, recuperando la ventaja de doble dígito tras un parcial inicial de 9-2 (enorme Perry), con el Madrid muy irregular y frustrado adelante, sin poder desafiar la defensa malagueña. Los verdes tuvieron, eso sí, un par de zozobras, sin poder romper el partido, y permitieron en ambas situaciones, arriba por 13/14, que el Madrid achicara para ponerse en partido (68-63 al final del 3C). Y darle vida a un equipo como el Real es un riesgo gigantesco. 

Curiosamente, el equipo de Chus Mateo se puso más cerca que nunca (73-74) con su segunda unidad casi completa (Feliz, Llull, Garuba, Abalde, Deck; luego Musa), con Usman jugando su mejor básquet del partido, mucho atrás y otro tanto adelante. Pero nunca pudo pasar al frente y Unicaja siempre encontró un triple salvador. En este caso, de Taylor, que venía de una gran primera mitad y poco en la segunda, para abrir un poquito la luz de margen. 

Al equipo blanco, ya con Facu en cancha para los minutos finales, le faltó precisión en los tiros en esos momentos (parte mérito de Unicaja), y no le dio el tiempo para revertir en el final un partido que le fue claramente adverso desde el minuto 1. Los andaluces se quedaron con su primera Supercopa 90-80, sin ningún tipo de duda y picaron en punta, al menos en confianza, para la temporada acb que comenzará la semana que viene. Taylor, con 22 puntos, fue el máximo anotador del campeón. Campazzo, el del segundo, con 19. Además aportó 1 rebote y 1 asistenicia. Deck terminó con 13 puntos y 4 rebotes.

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