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Las declaraciones de DeMar DeRozan y Kevin Love durante la temporada pasada, pusieron sobre la mesa de la NBA el tema de la salud mental de los jugadores. Ambos reconocieron públicamente diferentes problemas ligados a la depresión y a la ansiedad, lo que generó el apoyo de todo el ambiente y el reconocimiento de un problema que por supuesto no le escapa a los deportistas.

Con eso en mente, la Asociación de Jugadores dio un paso adelante y contrató a su primer director de salud mental: el doctor William Parham, quien trabajará con los jugadores durante la 2018/19. Sin embargo, lo que parecía una decisión acertada y sin puntos en su contra, levantó una polémica inesperada.

Según un informe de ESPN, son varios los dueños de las franquicias que están exigiendo tener acceso a los registros de sus jugadores, algo que claro está, no es visto con ninguna simpatía por parte de estos. El propio Kevin Love se refirió al respecto y declaró que "la confidencialidad es un tema innegociable".

Si bien se entiende que los dueños de las franquicias buscan proteger su bolsillo, no parece haber demasiadas chances de que logren quebrar el secreto profesional, algo que por otro lado, atentaría contra la propia idea de trabajar en la salud mental de los jugadores.