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Mikal Bridges encontró en el joystick y los videojuegos una manera de aislarse del ruido. Mientras muchos lo señalaban por ser “el jugador de los cinco picks”. Cam Payne, su compañero y confidente, explicó su rol en la transformación de Bridges en The Athletic: “Cuando firmé con el equipo le dije que lo necesitaba para mantenerme con los pies en la tierra. Él me dijo: ‘Yo necesito lo mismo’”. Esa amistad, que nació en Phoenix, se reforzó entre partidas de College Football 25 y sesiones de MLB The Show.

Desde su llegada a los Knicks, cada paso de Bridges fue observado con lupa. La expectativa que generó su arribo contrastó con un arranque irregular. Pero en los momentos calientes, cuando las luces queman, Mikal siempre aparece. En el juego 2 contra Boston, pasó 36 minutos sin anotar y cerró con 14 puntos en el último cuarto, además del robo decisivo para sellar el 91-90 ante los campeones defensores. En el primer partido de la serie, ya había metido un triple clave en la prórroga y despojado del balón a Jaylen Brown para liquidar el duelo.

Su resiliencia ya no sorprende a quienes lo conocen bien. “Volviendo a nuestros días en la universidad, la forma en la que entrenábamos y nos preparábamos era más mental que física”, recordó Jalen Brunson, compañero suyo en Villanova. “Cuando te preparás así desde joven, llevás eso en la mochila toda tu carrera”. Bridges empezó como redshirt y suplente, y tuvo que enfrentarse todos los días al Josh Hart más competitivo y malhumorado. “Josh usaba a Mikal como válvula de escape. Lo volvía loco, pero eso lo hizo mejor”, explicó Ashley Howard, exasistente de Villanova.

Los Knicks apostaron fuerte por Bridges, y durante meses fueron blanco fácil por esa decisión. Hasta que llegó Navidad: Mikal metió 41 puntos contra los Spurs y, como dijo Josh Hart, “saquen sus formularios de disculpas. Los voy a estar recolectando en el próximo partido”. Desde entonces, su rendimiento no paró de crecer, aún en medio de roces como el vivido con el técnico Tom Thibodeau en marzo, cuando sugirió que los titulares estaban jugando demasiado. Thibs lo negó públicamente. ¿Resultado? Bridges metió 33 puntos y un triple ganador en overtime esa misma noche.

Hoy Nueva York está a dos victorias de su primera final de conferencia en 25 años. Nadie habla ya de los cinco picks. Hablan de Bridges, el que calla bocas con acciones. El que celebra triples imitando a los San Diego Padres, y escucha los gritos del Madison con los auriculares aún puestos. El que puede fallar 10 tiros y pedir el balón en la última jugada. “Tiene la capacidad de bloquear el ruido”, resumió Brunson. Quizás porque, al final del día, para Mikal, el verdadero partido siempre empieza con un “play”.