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Mientras en Bahía se sigue festejando el triunfo ante Olímpico y la clasificación a la final de la Liga Sudamericana, nos propusimos entrar en detalles sobre los secretos y las claves que están haciendo triunfar al equipo de Sebastián Ginóbili.

En este sentido, el análisis es bastante claro, ya que pocos equipos en estos últimos años han tenido una identidad de juego tan marcada como la de Bahía Basket. Y justamente ahí, en la identidad y el respeto a ella, encontramos la primera clave decisiva para su presente. Los bahienses saben a lo que juegan y que cuando despliegan ese estilo, se vuelven un rival sumamente complicado para cualquiera.

¿Cuál es esa identidad? Todo empieza en lo defensivo. Bahía Basket es un equipo sensacional en el campo propio y los números así lo verifican. En la Liga Nacional son la defensa más eficaz del torneo, mientras que en la Liga Sudamericana fueron todavía un escalón por encima, recibiendo apenas 66,2 puntos en los cinco juegos que han disputado hasta ahora.

Pero quizá el mayor logro de este Bahía, sea haber encontrado un balance perfecto entre jugar un básquet de muchas posesiones y aún así, mantener maniatados a los contrarios. Normalmente, los equipos que juegan a un ritmo altísimo no suelen aparecer entre los primeros lugares de los rankings defensivos, ya que la aceleración en ataque los lleva a dejar espacios atrás. Sin embargo, con este conjunto pasa todo lo contrario.

En la Liga Nacional, Bahía no solo es el club con la mejor defensa, sino también el que más posesiones utiliza por partido. Y en la Sudamericana, la ecuación fue similar. Juegan rápido, pero mayormente, sin desordenarse. El balance siempre es el ideal. Defienden duro, recuperan balones (más de 11 robos por partido en la LSB) y te liquidan en transición.

Defensivamente, Bahía es muy completo. Whelan es excelente poniendo presión al base contrario; Redivo tiene gran velocidad para mantenerse con los tiradores; Vaulet es pura versatilidad, siendo capaz de marcar múltiples posiciones; Levy y Jasen son veteranos con gran sapiencia en ese costado, mientras que Johnson es una mole en el juego interior. Además, con jugadores como Corvalán y Fjellerup trayendo frescura desde el banco, la rotación no se resiente.

En ataque Bahía tiene mayores limitaciones, siempre y cuando no pueda correr la cancha, donde es mortal. En el cinco contra cinco depende muchísimo de tres figuras: Lucio Redivo (22,4 puntos en esta LSB), Anthony Johnson (12,5) y Máximo Fjellerup (13,5). Sacando a Redivo y a Fernández, no tienen tiradores demasiado seguros, por lo que a veces pueden caer en algunos baches cuando no logran marcar diferencias con su velocidad o con la potencia de Johnson cerca del aro.

De todas maneras, más allá de lo táctico, hay otros intangibles que destacan a este Bahía Basket. Desde el hambre, la personalidad y las ganas de los jóvenes, a la experiencia y el liderazgo brutal de Hernán Jasen, clave en los momentos más calientes del torneo. En un básquet argentino con cambios de nombres constantes, es difícil encontrar un plantel con tanto sentido de pertenencia como este. Y ese plus, sumado a todo lo mencionado, los está transformando en uno de los mejores equipos de América.

El camino a la final