WNBA

Las raíces argentinas de Diana Taurasi, la mejor jugadora de la historia

12:43 08/03/2020 | Durante su infancia, la leyenda de la WNBA y del seleccionado estadounidense pasó un año en la Argentina y se convirtió en una amante de las costumbres del país.

Diana Taurasi, en el preolímpico disputado en Bahía Blanca en 2019. Foto: Archivo FIBA

En el seno del básquet femenino, Diana Taurasi es reconocida como la mejor jugadora de todos los tiempos. Su impacto, tanto en la WNBA como en el básquet europeo y en el seleccionado de los Estados Unidos, la ha transformado en el modelo a seguir para la gran mayoría de las jóvenes que sueñan con llegar a la cima de este deporte. Curiosamente,los inicios de esta superestrella mundial están más cerca de la Argentina de lo que parece.

Taurasi nació el 11 de junio de 1982 en Glendale, una ciudad del Estado de California. Entonces, ¿cuál es su conexión con un país que está a más de diez mil kilómetros del lugar en el que llegó al mundo? La clave está en sus padres: Mario, un arquero de fútbol italiano y Liliana, una ama de casa rosarina. El primero nació en Europa, pero a los cinco años se mudó a la Argentina. Allí se crió y aprendió todas las tradiciones nacionales. Una de ellas lo marcó más que cualquier otra: el deporte. Siendo futbolista, le inculcó a Diana la pasión por la pelota desde muy pequeña.

Luego de que su hija pasara sus primeros años en Chino, otra pequeña localidad de Estados Unidos, la pareja decidió volver a Rosario. Estuvieron apenas un año en la ciudad santafesina, pero fue tiempo suficiente para que la pequeña Taurasi se convirtiera en una argentina más. En aquellos días, aprendió a vivir como cualquier otra chica de barrio: incursiones al club, en el que practicaba varios deportes y también a la cancha. Más precisamente, a la de Rosario Central. En el mítico Gigante de Arroyito, tuvo la chance de ver la final de la Copa Conmebol que el local le ganó a Atlético Mineiro en 1995.

Diana adoraba la tranquilidad del día a día. Aún recuerda los domingos de ñoquis preparados por sus tías o esas escapadas a la panadería para comprar las facturas que acompañaban el mate de las tardes. Atesoró esos momentos y, hasta el día de hoy, los mantiene como parte de una infancia que disfrutó genuinamente.

La experiencia terminó y, doce meses después de su llegada, la familia decidió regresar a los Estados Unidos. Sin embargo, la semilla de la tradición germinó dentro de la niña, para nunca jamás despegarse de ella. Creció y se convirtió en una leyenda a nivel mundial que ganó tres veces el campeonato de la WNBA, seis la Euroliga y se colgó cuatro oros olímpicos, pero siempre conservó el amor por las pequeñas costumbres. Actualmente, es común verla con un mate en la mano y comunicándose en un perfecto español.

Taurasi no duda al catalogarse como “90% argentina”, ha utilizado zapatillas con la imagen del rostro de Eva Perón y se cansó de elogiar a los líderes deportivos del país. Manu Ginobili es uno de ellos. El otro, Lionel Messi, caló un poco más hondo: es una de las razones del nombre de su hijo, Leo Michael. Para elegirlo, ella y su pareja Penny Taylor unieron el del delantero del Barcelona con el de Michael Jordan, ídolo de las dos. Quizás ese sea el ejemplo perfecto de su vida. La de una estrella de trascendencia mundial que mezcla ambas culturas como muy pocas personas lo han hecho.

 

Leandro Carranza/[email protected]
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