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La NBA está llena de historias alocadas que, muchas veces, son capaces de superar a la ficción: jugadores que aparecen de la nada y se quedan con todo, estrellas en ascenso que caen sorpresivamente, franquicias que rompen los esquemas y se consagran son apenas algunos de los casos que se han vivido. Sin embargo, pocos hechos han sido tan peculiares como aquel que ocurrió en el Draft de 1974. ¿La razón? Seleccionaron a un bebé.

El protagonista de la noche fue Pat Williams, por ese entonces General Manager de los Atlanta Hawks. Los datos indican que el histórico dirigente pasó sólo un año en la franquicia y que esa noche, la de la ceremonia de selección, fue uno de los pocos escenarios en los que pudo imprimirle su sello: escogieron a Tom Henderson y a Mike Sojourner en la primera ronda, mientras que hicieron lo propio con John Drew en la segunda. No obstante, la decisión más curiosa llegó en la décima.

Williams, quien lideró a los Philadelphia 76ers hacia un campeonato en 1983 y fue vital para la creación de los Orlando Magic en la década del ochenta, había presenciado un momento más que importante para su vida en esa misma jornada: él y su esposa habían tenido un hijo. Entonces, el buen Pat decidió que la mejor manera de darle la bienvenida al mundo era draftearlo. Lo hizo en la décima ronda, instancia en la que las elecciones ya eran una mera formalidad. Pero, más allá de eso, la liga decidió vetar el pick.

El directivo siguió con su carrera, fue inducido al Hall of Fame y ofició como el Vicepresidente de Operaciones del Magic hasta el año pasado, cuando finalmente decidió retirarse de las oficinas de la NBA luego de más de 50 años de carrera. Una trayectoria exitosa, que quedará marcada por aquella extraña selección que ocupará para siempre un lugar entre las grandes excentricidades de la competencia estadounidense.