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Con el cierre de Río 2016, se llegó al final de una era existosísima por parte de Mike Krzyzewski en Estados Unidos. El entrenador fue capaz de sostener una dinastía única en el seleccionado norteamericano, despidiéndose con un nuevo oro olímpico y un admirable periodo de conquistas detrás.

Coach K llegó fue nombrado como entrenador de Estados Unidos hace once años, en el 2005 y siendo uno de los mejores entrenadores universitarios tras su tremenda etapa en Duke. Venía con tres títulos en la NCAA, aunque también ya había tenido contactos con el seleccionado americano previamente.

Su primera incursión dentro de Estados Unidos fue en 1979, cuando llegó como parte del staff de entrenadores del seleccionado. Parte de los cuerpos técnicos, sumando todas sus inclusiones en un staff el técnico acumula quince competiciones internacionales donde en todas logró una presea (11 oros, 2 platas y 2 bronces).

Obviamente que en su carrera como entrenador principal tiene números distintos, llegando en el 2005 y sumando tres medallas de oro olímpicas (todas consecutivas), dos oros más y un bronce en mundiales. Su récord en torneos oficiales de FIBA es de 60-1. Si a esto le sumamos el récord en amistosos, donde nunca perdió un partido, la cifra se estira a 88-1.

Krzyzewski fue parte de una transición importante dentro de Estados Unidos, donde la selección no atravesaba un buen momento pero fortaleciendo la potencia que es hoy. Convengamos que tomó el mando en una etapa donde Estados Unidos venía de ser quinto en Indianápolis 2002 y tras el bronce de Atenas 2004. Por eso, aunque hoy muchos no tengan demasiada memoria, fue parte de un resurgir sólido dentro de su país. ¿Cómo lo hizo? Mucho de eso por el imán que ya tenía como entrenador universitario y su visión única del juego, gran atractivo para los mejores jugadores.

Lo del entrenador es récord, habiendo sido elegido para seis ciclos consecutivos al mando de Estados Unidos: 2006, 2008, 2010, 2012, 2014 y 2016. Claramente estamos ante un hito, a nivel estadístico pero también a nivel de impulso y evolución donde hay casi diez años sin perder.

La primera prueba le llegó en Japón 2006, aquella cita mundialista donde culminó con el bronce tras vencer a Argentina en el partido por el tercer puesto. El equipo, liderado por jugadores como Carmelo Anthony o Dwyane Wade, había perdido en semis ante Grecia (101-95) y finalizó la competición con marca de 8-1. Ese fue un guiño para lo que vino después, teniendo en cuenta que después ganó el Preolímpico de Las Vegas (10-0 de marca).

Lo siguiente fue en Beijing 2008, Estados Unidos se coronó campeón olímpico en aquellos fantásticos que tuvo como escenario final una gran definición ante España. Terminó con victoria para los de Krzyzewski por 118-107, con una marca de 8-0 y en un equipo nutrido por nombres importantes (LeBron James, Kobe Bryant, Jason Kidd, Carmelo, Wade, Michael Redd, entre otros). Fue un equipo que aportó una cuota de espíritu no antes vista en los equipos norteamericanos, abocados a la defensa y conceptualmente envidiable.

En el 2010 llegó otro Mundial, la redención de lo que pasó cuatro años antes en Japón y ahora sí consiguiendo el oro después de superar al local Turquía en la definición. Nuevo récord de 9-0, equipo avasallante que solamente tuvo una victoria ajustada contra Brasil en fase de grupos y que después goleó en todos sus demás cotejos.

Luego vinieron los ciclos invictos de Londres 2012, el Mundial de España 2014 y los recientemente concluidos Juegos Olímpicos 2016. En resumen estamos ante el final de una era gloriosa para Estados Unidos donde, si bien tiene antecedentes previos de Krzyzewski, como head coach ha formado una dinastía única para la potencia más grande del planeta. Ahora quedará en las manos de Gregg Popovich continuar con este proceso repleto de éxitos.

LA ERA DE COACH K EN ESTADOS UNIDOS