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A la hora de entablar la discusión sobre quién es el más grande jugador de todos los tiempos, la narrativa suele enfocarse en estrellas del calibre de Michael Jordan y LeBron James como los principales protagonistas del debate. Sin embargo, muchas veces se suele dejar de lado a un hombre que tiene los argumentos suficientes como para sentarse en ese trono. Se trata de Kareem Abdul-Jabbar, el máximo anotador histórico de la NBA. Ayer se cumplieron 35 años de una de sus mayores hazañas: ganar el MVP Finals de 1985 con 38 años.

No hay forma de discutir la trayectoria del pivote, pero la línea de tiempo de la liga indica que, desde que Magic Johnson apareció en 1979, el liderazgo de Los Ángeles Lakers le perteneció. Poco a poco, la rivalidad entre el base y Larry Bird se apoderó de la década y parecía imposible que cualquier premio en el que ellos se encontraban involucrados como candiatos fuera a caer en manos de otro jugador. Sin embargo, desde el silencio que siempre lo caracterízó, Abdul-Jabbar se encargó de no dejar dudas al respecto a la hora de votar al Jugador Más Valioso de esa serie entre la franquicia angelina y los Boston Celtics.

Luego de la caída en las eliminatorias del año anterior, los Lakers salieron decididos a vengarse. Y Kareem fue determinante: promedió 25,7 puntos, 9 rebotes, 5,2 asistencias, 1,5 bloqueos y 1 robo por encuentro. Además, tuvo un porcentaje de acierto en tiros de campo del 60%. Johnson, la otra estrella del campeón, también alcanzó un gran rendimiento con cifras de 18,3 tantos y 14 asistencias por juego. No obstante, los responsables de la elección decidieron que el 33 fuera escogido como MVP unánime. A los 38 años, se convirtió en el ganador más viejo de la historia. Es una marca que aún se mantiene y que define la importancia que ha tenido en cada uno de los momentos de su paso por la liga.