Liga Nacional

El día que Campana conoció a Milanesio

16:44 11/02/2020 | El hecho ocurrió en un partido de cadetes, cuando el equipo de Campana enfrentaba a 9 de Julio. Pero Milanesio no estaba jugando, sino molestando.

Campana y Milanesio festejando

Marcelo Milanesio y Héctor Campana. No hace falta decir más nada. Sus nombres resuenan hasta el día de hoy en todos los pasillos de los equipos de la liga. Apolo y Dafne, Sherlock Holmes y John Watson, Batman y Robin, el yin y el yang, dos individuos tan divergentes como complementarios. Adentro de la cancha eran la guitarra y la bateria que componían la canción, la dupla que hacía funcionar a cualquier conjunto. Atenas fue su apogeo y su teatro, el lugar en el que ambos se cruzaron para hacer historia. Su leyenda se mantendrá para siempre y todos conocen el resultado, pero, ¿cuándo inició todo?

Los grandes sucesos de la historia tienen monumentales episodios, anécdotas y eventos que los moldearon previamente y que les permitieron convertirse en lo que fueron. Una lucha, un asesinato, un robo o un acuerdo, todos y cada uno de ellos fueron marcados por algo en especial. Sin embargo, Marcelo y Héctor eran la excepción, la letra que escapaba al abecedario, aquella que no cabía en ningún diccionario.

Su encuentro fue casual y banal, no estaba premeditado ni creado por un poder superior. O quizás sí, tal vez estaban destinados a encontrarse para jamas abandonarse. Lo cierto es que ese día todo cambió para siempre y los dioses del básquet dieron forma a una de las mejores duplas de la historia, la que es, por antonomasia, la más destacada de un país que disfrutó año a año lo que ambos dieron en el rectángulo de juego. 

El día fue como cualquier otro. Pichi ya despuntaba sus talentos en la categoría de cadetes jugando para Redes. En ese entonces, su equipo ya jugaba encuentros en el interior y precisamente uno de esos viajes lo llevó hasta Oncativo, una pequeña ciudad localizada en el centro de la provincia de Córdoba, en el Departamento Río Segundo. Allí se enfrentaba a 9 de Julio de Río Tercero, adonde jugaba Mario Milanesio, el hermano de Marcelo. 

En ese mismo espacio físico, vestido de civil, con pantalones cortos y una melena envidiable, estaba Marcelo, quien no paraba de tirar al aro en cada tiempo muerto y al final de cada cuarto. Al igual que durante toda su carrera, Milanesio practicaba sus jugadas y entrenaba esa letal mecánica de tiro. Sus entrenamientos fueron tan exhaustivos que hasta el mismo Pichi lo notó. Pero no de una buena manera. "Me llamó la atención un chico de mi edad que se metía en cada interrupción del juego a tirar al aro. Ese rompe pelotas era Marcelo", le confesó Campana a Mundo D hace unos años. 

Y fue así como estos dos superdotados lograron encontrarse por vez primera. Ni Marcelo ni Héctor sabían lo que ocurriría después. Finalmente se cruzaron en Atenas para nunca más dejarse ir. A pesar de los coqueteos de Campana con otros clubes, Héctor siempre volvió a su primer amor. Porque el amor verdadero nunca muere y porque el amor verdadero está destinado a encontrarse, a fundirse en un abrazo y en un lazo que no puede ser roto por nada ni nadie. Lo suyo fue un lazo, una historia creada de un plumazo.

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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