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Devin Booker, el jugador preferido de tus jugadores preferidos

13:29 24/03/2020 | Desde que llegó a la NBA, el escolta de Phoenix Suns ha demostrado ser un verdadero talento a pesar de estar en una franquicia perdedora. Un repaso a su historia.

Booker es la estrella de los Suns. (Foto: NBA)

En la NBA, han existido una gran cantidad de casos en los que la carrera de un jugador se vio opacada por deambular constantemente por equipos sin aspiraciones. Figuras que jamás encontraron un lugar en el cual establecerse y competir por el título y que, inevitablemente, pasaron sus días en la liga como una especie de hombres orquesta. Devin Booker tiene apenas 23 años y es reconocido tanto por los fanáticos como por sus compañeros y rivales como una estrella. Sin embargo, la relación entre su potencial y el futuro de la franquicia que defiende invitan a creer que, si todo sigue igual, se convertirá en uno de esos jugadores. Pero no se trata únicamente de su rendimiento: su historia también demuestra que ha estado preparado para las grandes citas desde que se comprometió a ser un profesional.

Como Diego Maradona, Devin Armani Booker nació el 30 de octure pero de 1996. Sí, su segundo nombre es Armani. ¿A qué se debe? A la trayectoria deportiva de su padre Melvin, un exjugador profesional que pasó dos temporadas en el equipo de Milano que recibe ese nombre por su patrocinio. Su madre es Verónica Gutierrez, una mujer de raíces mexicanas que lo crío en Grand Rapids, Michigan, mientras su exesposo intentaba establecerse en Europa. Al retornar a los Estados Unidos, Melvin comenzó a trabajar en las habilidades de su hijo. Lo convenció, entre otras cosas, de que ser inteligente y entender el juego es mucho más importante que tener un físico imponente.

En sus años de escuela primaria, Booker conoció a dos amigos que llegarían junto a él a la NBA: Tyler Ulis y D'Angelo Russell. El joven jugaba y lo hacía muy bien, pero tomaba el básquet como un pasatiempo. Su talento le permitía destacar con facilidad, casi sin tener que exigirse. Entonces, su padre le hizo la pregunta que cambiaría por completo su vida: "¿Qué tan bueno quieres ser? Porque, si quieres ser un jugador especial, deberás mudarte a Missisipi conmigo." El muchacho aceptó el reto y emprendió un viaje hacia el hogar de su padre.

Tras el retiro, Melvin se encargó de entrenarlo a tiempo completo. Esas experiencias le sirvieron para crecer y enfrentar con madurez los problemas que inevitablemente se le iban a presentar, tanto dentro como fuera de la cancha. Trabajos duros para no sufrir cuando la cruda realidad tocara a su puerta: el hecho de que no existen atajos para llegar a la cima. Se enlistó en el secundario Moss Point, institución que sirvió de vidriera para exhibir su talento. La evolución era clara y las ofertas universitarias comenzaron a entrar por su buzón. En 2014, durante una conferencia de prensa televisada, Booker informó que se había decidido por la Universidad de Kentucky.

El escolta entró a la NCAA con la idea de que su etapa allí no sería muy extensa. La NBA, su sueño de toda la vida, estaba muy cerca de convertirse en una realidad. Y fue así: apenas duró una temporada en los Wildcats y, con tan sólo dieciocho años, se declaró elegible para el Draft. Había demostrado lo suficiente como para que una franquicia se interesara en él durante la primera ronda. Phoenix Suns, un equipo en reconstrucción, entendió que la decimotercera elección debería ser destinada al perimetral. Desde ese entonces, se ha vuelto la mejor decisión de los últimos tiempos.

Booker pasó a ser el robo de su camada y el conjunto de Arizona encontró a una verdadera estrella. Con 23 años, ya es el cuarto jugador más joven de la historia que alcanza los 7000 puntos. Superestrellas de la talla de LeBron James y Kevin Durant han declarado públicamente que es uno de sus colegas preferidos. Sin embargo,  en los Suns jamás supieron rodearlo de la mejor manera para que pudiera explotar todos sus recursos. Esta temporada participó por primera vez del All-Star Game, una condición que se repetirá en el futuro si D-Book mantiene su curva ascendente. Mientras tanto, la NBA observa cómo una joya que debería brillar aún más no lo hace por estar en las manos equivocadas.

 

Leandro Carranza/[email protected]
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